Saliendo todos juntos del local de tatuajes volvimos a las motocicletas para emprender el viaje de vuelta. No me arrepentía de lo que acababa de hacer, la tinta y las perforaciones de alguna extraña forma me hacían sentir completa, pero estaba agotada, la noche había sido un poco demasiado para mi cuerpo abatido y lo único que deseaba era arrastrarme hasta mi cama y enterrarme en las mantas. Pero por más agotada que me sentía las últimas palabras que me había dirigido Dante se habían quedado impregnadas en mi mente, rebotando con fuerza de un lado al otro; de verdad parecía una chica despechada, era tan obvio que tenía problemas con un chico como para que lo viera alguien que ni siquiera me conocía, y si era tan obvio como era posible que Prometeo aún se negara a hablar frente a frente el tema de verdad. Enterrando mi cara en la espalda de Enzo suspire con fuerza sintiendo como la sensible piel de mi costado protestaba, era increíble cómo un completo desconocido podía haber visto tantas cosas y ponerlas en perspectiva tan fácilmente, cuando yo sentía en mi cabeza que era un problema imposible de resolver. Hubiera deseado sentir que el frío de la noche terminaba por despejar mis pensamientos y de pronto lo que quería se volvía claro como el cristal, pero el problema es que aunque aún no quería admitirme a mi misma lo que quería, eso tampoco importaba demasiado, porque aunque yo lo hiciera, si él no era capaz de hacerlo también solo iba a terminar aún peor de lo que me sentía ahora. Yo no iba a pedirle que lo hiciera, no quería que fuera de esa forma, pero si no lo descifraba pronto por si mismo, no sabía que podía pasar; cómo es que todo podía llegar a ser tan complicado no tenía idea.
A nuestro lado las demás motocicletas aceleraban poniéndose en una pequeña formación, con los hermanos en el medio y nuestras tres motos detrás tenía una clara vista de los demás a nuestros lados. La motocicleta gris oscura en la que iba Prometeo rugía de forma atronadora y se veía condenadamente bien recostado sobre ella, su amplio cuerpo combinando con la maquinaria metálica, y por más que me odiara por sentirme así, envidiaba la forma en que los brazos de Astrid se envolvían al rededor de su torso y sus largas piernas se abrazaban a las de él, sus cuerpos encajando como si hubieran sido elegidos para ir uno junto al otro, y en ese momento yo moría por ocupar su lugar. Pero había tomado el pie esa noche y había conseguido alejarme de él, no esperaba un compromiso al fin de los días, pero si quería las cosas claras entre nosotros, y hasta que no pudiera poner sobre la mesa lo que le pasaba, yo no pensaba dejarle cruzar la línea con la que había estado jugando hasta ahora con sus palabras y sonrisas.
Cuando finalmente llegamos a la casa estaba bastante entumecida gracias al frío y el viaje en la motocicleta, el agotamiento volviéndose tan real sobre mí que tuve dificultades para bajarme del vehículo. Aunque no le veía podía sentir sus ojos fijos en mi y el cosquilleo de su presencia, y estaba bastante segura de que él sentía mi cansancio, pero me negué a actuar sobre ello y afirmándome en mis agotadas piernas emprendí el camino hacia la puerta, con el brazo de Enzo rodeando mis hombros.
- ¿Estás bien enana? - preguntó él a medida que subíamos las escaleras lado a lado.
- Si - le respondí forzando una sonrisa a mis labios - solo agotada por la noche, nada que una larga noche de sueño no pueda arreglar.
- Y si eso no puede arreglarlo sabes que siempre tenes más de un hermano dispuesto a resolver tus problemas a golpes - retrucó con un guiño sacándome una carcajada.
Con ganas lo atraje a un apretado abrazo, escondiendo mi cabeza en su musculoso pecho por un buen rato y sintiendo como pasaba sus brazos por mi espalda y me acariciaba suavemente, apoyando su mentón en mi coronilla
- Te quiero bobo - dije con la cabeza aún escondida - mucho.
- Y yo a ti hermanita - me respondió depositando un beso en mi frente antes de separarnos.
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En el amor y la guerra, todo se vale
FantasyCon 18 años todavía no me siento un adulto, pero definitivamente no soy ni una niña ni una adolescente desquiciada, aunque probablemente todavía tengo un poco de la ultima viviendo en mi. La mayor parte de mis preocupaciones se centran en el estudio...