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Luego de salir nuestro pequeño submundo que eran los edificios y la academia nos dirigimos con el auto a una de las ciudades cercanas,cantando y riendo la mayor parte del viaje. Me encantaba la carretera, largas extensiones de espacio que te hacían sentir libre pero la compañía correcta como para darle la intimidad justa. Llegamos al centro de la ciudad donde a pesar de ser un lunes se veían grupos de jóvenes y parejas adultas paseando y disfrutando, nosotros éramos sólo un par de enamorados más en la multitud. Una vez en el cine terminamos decidiendo por ver la última película de X-Men y compramos un montón de dulces y chucherías para acompañarnos e Ian al más puro estilo caballero quiso pagar todo, aunque no iba a dejar que pasara lo mismo en la cena.

Comimos hasta reventar y la película estuvo fantástica, tomandonos de a ratos de la mano. Al salir fuimos caminando tranquilos a través del centro, comentando sobre los personajes y discutiendo alguna que otra escena; y aunque otra persona probablemente se hubiese muerto del aburrimiento a mi me encantaba, todo, pero más que nada él. Después de un rato deambulando entramos a un pequeño bar que tenía mesas de pool.

- Te juego un partido- le dije yo señalando con la cabeza las mesas.- si yo gano puedo pagar por la cena.

Pude ver como su vena competitiva asomaba y me miraba con una sonrisa maligna.

- ¿Y si yo gano?- preguntó.

- Yo también pago la cena- le contesté sacándole una carcajada.

- Mejor así, si vos ganas te permito pagar la cena, pero si yo gano tengo un deseo.

- ¿Un deseo?

- Claro, un deseo, algo que yo pueda pedirte y que no puedas decir que no- explicó sonriendo aún más, lo que no me daba demasiada gracia sobre su deseo, pero de todas las personas que formaban parte de mi vida ahora Ian probablemente era de los que más confiaba; además de que consideraba tener bastantes posibilidades para ganar.

- Trato - conteste finalmente extendiendo mi mano para estrecha la suya.

Así que luego de pedir unas papas y una porción de pizza para ir picando mientras jugábamos nos apropiamos de una mesa y dispusimos todo para comenzar el juego. Ian fue primero y rompió sin éxito, por lo cual me tocó a mi y de alguna forma mágica conseguí meter dos bolas en ese tiro dejándolo boquiabierto. Esto definitivamente iba a estar interesante. Entre comida y risas continuamos el juego, los dos poniendonos cada vez más competitivos, aunque finalmente cuando a nos quedaba sólo la negra perdí e instantáneamente Ian comenzó a hacer un tonto baile de la victoria girando en torno a mi que consiguió borrar parte de mi frustración por haber perdido.

- Debo decir que fue un buen partido- me dijo una vez hubo terminado su festejo- aunque nunca debiste haber retado al mejor.

- Lo siento es que con todo tu ego ocupando el espacio no puedo escuchar lo que decís.- le contesté, definitivamente el chico tenía la autoestima por las nubes,y debía admitir que me gustaba un poco.

- No siempre se puede ganar en todo gatita-contestó acercándose a mi cuerpo casi como un depredador, dejandome sin respiración por un segundo- después de todo ya tenes el premio más grande- terminó con un gesto hacia su cuerpo.

No había ninguna duda de que era un tonto, pero todas sus tonterías hacían que me sintiera bien, viva y sin preocupaciones. Enredé mis brazos en su cuello jugueteando con mis dedos con los mechónes más largos de su cabello, haciendo que sus ojos me miraran brillantes y cautivadores.

- ¿Cómo haces eso?- le pregunté en un susurro.

- ¿Qué cosa?

- Mirarme así, mostrar tantas cosas y a la vez nada, hacerme sentir cosas sin ni siquiera tocarme o decir nada.

En el amor y la guerra, todo se valeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora