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     Sabía que estaba siendo obsesiva, que el doctor me había dicho que la puñalada no había llegado a comprometer ningún órgano vital y que se las había visto mucho peores, que no iba a tardar en despertar y volver a estar en sus pies, pero igualmente no conseguía despegarme de su lado en la camilla. Se veía gracioso casi, su enorme cuerpo acomodado en esa pequeña cama, sus hombros tan anchos que casi llegaban de lado a lado y sus piernas a punto de salirse de la manta. Hacía rato que resistía el picor en la punta de mis dedos, tan nuevo y a su vez familiar, muriendo de ganas por acomodar los mechones desordenados de su cabello, por acariciar levemente su mejilla donde apenas se veía un inicio de barba; se veía en paz, mucho más de lo que hasta ahora le había visto, nada de ceños fruncidos ni sonrisas burlonas, ahora simplemente estaba relajado, sus labios levemente entre abiertos con la lenta respiración. Se veía casi más joven, más humano, y esa no era la imagen de Prometeo que tenía en mente, no hasta ahora. 

     - No va a despertar antes solo por que te lo quedes mirando ¿lo sabes?- la profunda voz de Eric a mi espalda consiguió arrancarme de la silla de un salto.

     Sentía instantáneamente como mis mejillas se acaloraban y seguramente se ponían rojas, pero yo no era de las que se sonrojaban, jamas, ni había estado haciendo nada malo, por más que sentía que me habían atrapado con las manos en la masa. 

     - Tengo café para compartir y necesito hablar contigo - me dijo con su típica sonrisa suave y mostrando los dos vasos en sus manos como justificación.- Vamos.

      Sin poder evitar echar una ultima mirada a la camilla, asegurándome que la situación no había cambiado, me dirigí al pasillo siguiendo los pasos de mi hermano, para tirarnos con fuerza en un juego de sillones de cuero gastados al final del pasillo. Le sonreí agradecida al pelirrojo cuando me paso la tasa de cafe, aunque no era de mis bebidas favoritas el dulzor y calor de la bebida consiguió reanimarme un poco, hacía tantas horas que estaba en ese cuarto que no me había dado cuenta de cuan contracturada estaba. 

     - Gracias, Eric- le dije sincera depositando un leve beso en su mejilla y ganándome una gran sonrisa de su parte. - ¿De qué necesitabas hablar?

     - Hace un rato terminó una reunion para hacer control de daños del accidente- comenzó a relatar poniéndose serio- aunque no están totalmente seguros de quien es el que esta verdaderamente detrás de todo si están trabajando con los involucrados, aunque no hay demasiada esperanza de poder devolverlos a la normalidad...

     - ¿Ninguna pista en absoluto? Pensé que al menos podrían asegurar si fue alguna especie de trabajo interno de alguna de las personas que llegó- contesté molesta, la falta de respuestas a todo lo que estaba pasando de verdad comenzaba a frustrarme.

      - Creen que debe haber sido alguien por fuera ya que todos los partenones fueron afectados por igual, pero la verdad es que en estos momentos nada es absoluto - respondió el mostrando mi misma frustración.- Todos los afectados tienen grandes cantidades de efedrina en su sangre, eso justifica parte del aumento de fuerza y agilidad, pero tiene que haber estado mezclada con algo más para causar este tipo de ataques; nunca pensé que iba a tener que luchar con gente con la que he crecido. 

      - Lo siento mucho Eric, esto debe ser terrible. - dije dándole un suave apretón en el brazo, odiaba ver a cualquiera de mis seres queridos sufriendo. 

     - A nadie le gusta lo que esta pasando Cathy, yo solo estoy feliz de que estemos todos más o menos en una pieza. En especial tú.

    - Cuando estaba peleando, con uno de los recién llegados, me reconoció, me llamó hija de Ares. No se si quiere decir algo, pero más allá de eso no creo que tuvieran demasiadas capacidades de verdaderamente pensar. 

En el amor y la guerra, todo se valeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora