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     El griterío en mi cuarto aunque un poco ensordecedor era reconfortante; la noche anterior Luz y Sele habían decidido invadir mi cuarto para alegrarme un poco,y aunque al principio había estado en contra de ello la verdad es que era lo que necesitaba, tener un poco de simple tiempo entre amigas y poder disfrutar sin tantas preocupaciones en mente.

     Ese día teníamos una especie de presentación informal entre todos los jóvenes que ahora nos encontrábamos conviviendo juntos en el complejo; iban a  separarnos por edades y a hacer pequeñas presentaciones "culturales", aunque en el fondo todos teníamos más que claro que era lo que estaba pasando allí, o eso creía yo. Después de una larga noche de postres y películas habíamos dormido un par de horas que a mi apenas me habían alcanzado pero a mis dos locas las habían recargado lo suficiente como para ahora estar corriendo por mi cuarto revisando ropas y maquillaje, en pos de tener el mejor look posible para el día, mientras yo robaba unos minutos más en la cama. Había algo escondido en la vanidad de los griegos que aún no conseguía comprender del todo.

     La distendida cháchara consiguió acompañarnos también a lo largo del desayuno con los chicos, que aunque no presentaban la misma loca emoción que mis amigas definitivamente estaban ilusionados con la perspectiva de conocer más gente; esos pequeños detalles aún conseguían tomarme por sorpresa, ya que como muchos hacía años que vivían y entrenaban con los dioses, pudiendo tener poco o nada de contacto con el resto del mundo. Volver a tener contacto como el que habían dejado atrás al ingresar a este mundo era refrescante cuando menos, y aunque no me sentía contagiada por esa misma euforia si podía entenderlos.

     Enfrascada en esa pequeña atmósfera feliz fui capaz de olvidarme un poco del dolor en mi pecho cosa que me aliviaba y me hacía sentir más como yo misma; nunca había tenido una relación, nunca me había entregado de esa forma a alguien más, menos aún lo había perdido, pero cuando pasó una parte de mi pareció perderse con él, y en estos momentos me daba cuenta que no era así, que somos mucho más que nuestras relaciones y por más que todo deja huella, no necesitamos más que nosotros mismos para sentirnos completos. Aun teniendo mi pequeño soliloquio feliz no me fije demasiado que ya nos estábamos sentando todos juntos en el anfiteatro, ni de la desagradable rubia que se aproximaba a mi con cara de disfrute.  

      - Qué bueno verte Cathy- dijo Katia mientras se paraba frente a mi con una sonrisa de oreja a oreja- que suerte que aún te atreves a mostrar tu cara después de lo que pasó con Ian. Aunque no puedo decir que estoy sorprendida, todos estábamos esperando el día que el lobo se diera cuenta que eras carne de mala calidad y te cambiara por alguien más a su altura. 

      En un universo ideal hubiera salido con una respuesta doblemente más dolorosa que el comentario de la rubia e ignorado toda su estupidez, pero este definitivamente no era ese día y con unas pocas palabras ella había conseguido mandar toda mi buena energía por el caño.

     - Te equivocas cariño, eso fue lo que hizo Bastian contigo unas semanas atrás- escuche que Luz intercedía a mi favor sin perder un segundo.- No tienes idea de lo que pasó entre ellos, pero si quieres puedo llamar a Ian para que te lo deje bien claro, como aquella vez en el gimnasio ¿qué te parece?

     Con satisfacción pude ver como bajo las pesadas capas de maquillaje la cara de la rubia se agriaba y toda ella se ponía tensa, recordando su reciente despecho; y aunque no del todo la situación si había conseguido sacarme una pequeña sonrisa.

     - Puedes reír por ahora estúpida, pero veamos cuanto tardas en morir con todo este lío-escupió Katia en mi cara antes de darse vuelta e irse por donde había venido, seguida por su siempre presente cortejo. 

     - Gracias Luz, enserio. - le dije regalandole mi más sincera sonrisa.

     - Si no es para defenderte de cualquier imbécil para que son las amigas.- respondió la morocha con su siempre presente sonrisa mientras nos dirigíamos a donde se encontraban los chicos y Selena sentados, guardándonos unos lugares. 

En el amor y la guerra, todo se valeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora