73º

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POV Cathy:

La luz del sol que entraba entre las cortinas terminó por arrancarme del sueño al que mi cuerpo tanto insistía en aferrarse, solo poder continuar un poco más ignorando todo lo que se estaba desenvolviendo a mi alrededor y solo concentrarme en la sensación de las sábanas acariciando suavemente mi cuerpo. Con este último pensamiento no pude evitar abrir rápidamente mis ojos y sentarme de golpe en la cama, tanteando el lugar a mi lado en el enorme colchón, a la vez que con la otra mano intentaba mantener la tela tapando mis pechos. Intente ignorara la pequeña punzada de decepción que atravesó mi pecho al notar que me encontraba sola en la cama, y también en la habitación, y juzgando por lo frío de las mantas hacía un tiempo considerable que Prometeo había abandonado su lugar.

Algo desconcertada procedí a darme una ducha rápida, sonrojándome levemente al recordar que hacía solo unas pocas horas habíamos compartido íntimamente aquella misma bañera con mi moreno, la delicada forma en la que había acariciado cada centímetro de mi piel estaba más que destinada a quedar grabada en mi memoria. Me vestí cuidadosamente debido a que la piel de mi espalda aún escocia levemente, pasando más tiempo del que era habitual en mi persona examinándome frente al espejo, como si estuviera buscando algo en mi aspecto que delatara el cambio que había sentido tras los sucesos del día anterior; aquel pequeño dolor remanente en mi espalda y la pequeña navaja dorada en en tocador eran evidencia más que suficiente de que no había imaginado todo lo que había pasado, y aunque me encontraba ansiosa por saber si podía volver a despegar las alas de mi espalda descarté la idea por ahora, y escondiendo la pequeña arma en el bolsillo de mis vaqueros me dirigí hacia el comedor, donde suponía que los demás se encontrarían.

El enorme comedor del hotel alineaba más de veinte mesas pequeñas junto a unos enormes y preciosos ventanales antiguos que daban directamente al gran canal, permitiendo admirar el tranquilo ritmo de los barcos y el incesante vaivén del agua, mientras que del otro lado habían grandes mesas acomodadas al estilo buffet, con más cosas de las que podía imaginar para el desayuno. Justo en el momento en que entraba Enzo y Harael estaban sirviéndose sus desayunos, así que sin demora me aproxime a ambos para atraparlos lo mejor que pude en un apretado abrazo, que no tardaron en corresponder. La noche anterior habíamos terminado todos demasiado abrumados, pero ahora no podía evitar sentir un escalofrío al darme cuenta del verdadero peligro en el que nos habíamos metido todos, como facilmente las cosas se podrían haber ido fuera de control.

- Enana - susurró Enzo de forma ahogada a la vez que acariciaba suavemente mi cabello.- Tenemos bastante que hablar.

- Si, lo se - dije sintiéndome avergonzada por la forma en que ambos nos habíamos estado evitando los últimos días cuando en realidad habíamos necesitado el apoyo del otro.- Primero desayuno, y luego a planificar los detalles, tenemos que volver a casa. Todos - dije dirigiéndole una significativa mirada a Harael - y tu te vienes con nosotros.

- Siempre y cuando puedan conseguirme algún rincón para dormir y algo de comida - bromeó el rubio, aunque no pude evitar ver cierto dolor en el fondo de sus ojos que me preocupó, pero opté por dejarlo pasar por el momento, no podíamos solucionar todos los problemas a la vez.

Llenando un plato de fruta, huevos y algo de pan me dirigí a la mesa donde todos los demás ya se encontraban compartiendo sus comidas, agradeciendo la tasa de café que Seth me pasó con una media sonrisa. Pero mi atención se desvió rápidamente al moreno sentado al otro lado de la mesa de donde me encontraba, que cuchicheaba con Samuel sin siquiera dirigirme la más mínima mirada, haciendo que mi corazón se saltara un latido y no de una buena manera.

- Estábamos revisando horarios de vuelos - me informó Luz con una pequeña sonrisa, mirando a los demás en busca de su aprobación mientras continuaba hablando.- la última vez que hablamos con los dioses las instrucciones fueron bastante claras, recuperar el arma y volver a casa para planificar el rescate de los rehenes y poder seguir investigando la fuente de todos los ataques. Anoche le escribí a mi madre para informarles a todos que habíamos tenido éxito y solo me respondió que ellos también habían conseguido algunos interesantes avances en búsqueda de potenciales atacantes y traidores... Fue bastante clara en decir que creían que podían haber infiltrados en los propios partenones que ahora están conviviendo con nosotros, así que teníamos que ser extremadamente discretos al compartir lo que hubiéramos aprendido a lo largo del viaje.

En el amor y la guerra, todo se valeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora