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     Salí del humeante baño secándome con una toalla el pelo y me senté lentamente en la cama. Después de haber hablado con Ares los demás dioses, mis abuelos supongo que podría decirse, dieron por terminada la charla y Bastian me llevó hasta donde sería mi cuarto.

     Los diferentes pisos del edificio resultaron ser asignados por paternidad, de modo que en octavo piso estaba asignado a los hijos, y ahora a la hija, de Ares. Siendo la única chica tenía el privilegio de tener un cuarto y baño para mi misma, además de un enorme ventanal que daba al campo de entrenamiento y un pequeño río. El cuarto tenía las paredes de un suave color gris,combinado con muebles blancos,un cabezal de cama acolchado y un hermoso tocador antiguo con mármol. Pequeños detalles en violeta oscuro,como el acolchado o el marco del espejo daban vivacidad al cuarto,y algún que otro aparato electrónico,como un equipo de música y una laptop le daban los últimos toques. Adjunto había un vestidor que ya tenía algo de ropa,pantalones remeras,zapatos y algunos vestidos. Podía ver como alguien había hecho un notorio esfuerzo por darme todas las comodidades que se le ocurrieron y deseaba que me sintiera bien,pero ahora que tenía unos minutos para tomarme un respiro de lo sucedido sentía como el dolor me desgarraba por dentro.

      En menos de dos días mi vida había dado un vuelco y ahora no tenía idea de hacía donde iba. Había perdido a mi abuela,la única familia que creía tener,y me encontraba con quien decía ser mi padre biológico y ahora vivía con un montón de medio hermanos y posibles primos a quienes no conocía. Ah,y además todos eran dioses o hijos de dioses,incluida yo. Pequeño detalle no?

      No pude evitar que un mar de lágrimas saliera de mis ojos cuando tomé la foto que me había llevado de la casa y ponerla en la mesa de luz. Nunca había tenido problemas sobre quien era,pero ahora sintiéndome tan sola y rodeada de gente no sabía que pensar. Recordé la caja que mi abuela me había pedido que tomara,y reuniendo las pocas fuerzas que tenía me metí con ella en la cama.

      Nunca antes había visto esa caja,era de madera clara,bastante grande y toda labrada,con pequeños hilos plateados formando diseños de hojas y flores. La abrí lentamente,casi con miedo de que podría haber dentro que hizo que en sus últimos momentos mi abuela quisiera que me la llevase. Al ver el contenido irremediablemente las lágrimas continuaran saliendo de mis ojos.

      Lo primero que vi al abrir fueron un par de escarpines azul marino y violeta,escarpines con los cuales recordaba tener fotos. Debajo de ellos había varias fotos,en todas ellas podía ver una sonrisa hermosa,amplia y cariñosa,acompañada de ojos color miel vibrante y risos café enmarcado una cara en forma de corazón,si me preguntabas,te diría que era una de las caras más hermosas, era mi madre. No pude evitar sonreír mientras veía las fotografías,sé la veía tan feliz. Inclusive había una de ella y Ares, enredados en un abrazo como una joven pareja de enamorados. Me pregunto que hubiera pensado ella de verme así ahora,si estaría consolándome o estaría defraudada de que no pude proteger a la abuela. Pequeños pedazos de recuerdos llenaban la caja,entradas de cine, un envoltorio de regalo y una flor seca,pequeñas muestras de lo que mis padres habían compartido. Volqué todo el contenido sobre la cama y mientras miraba todas aquellas cosas conseguí sentirme un poco menos sola. El fondo de la caja tenía un diseño de un nudo,al pasar los dedos por el pude escuchar un pequeño click y el fondo se levantó,enseñándome un pequeño cuaderno forrado de cuero,era un diario,más precisamente el diario de mi madre. 

     Lo abrí tan rápido como mis manos me lo permitieron y me sumergí a su lectura:

       "Hoy trabajando en el restaurante conocí a un hombre bastante particular,era increíblemente apuesto,uno de esos con pinta de problemas,con unas pocas de sus palabras no pude dejar sonreír y se veía cierta ternura en sus ojos. Me dijo que se llamaba Ares,un nombre bastante extraño también,pero a él le quedaba a la perfección; me dijo que iba a volver sólo con tal de seguir viendo mi sonrisa,y por más que lo intente esto me hace sonreír más aún.
      Al contarle a Mamá se rió y me dijo que tuviera cuidado,pero que si mi corazón lo deseaba por algo debía ser, y luego amenazó con golpearlo con una cuchara si le hacía daño a su pequeña hija.
      Probablemente no lo vuelva a ver y esto es sólo una tontería que tengo que sacar de mi mente, pero no puedo dejar de ver esos ojos casi dorados y su sonrisa autosuficiente. Desearía poder pintar esa cara,unos ojos tan hermosos merecen ser plasmados para que todos puedan verlos..."

En el amor y la guerra, todo se valeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora