29º

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     Me tomó un segundo reaccionar cuando aquella figura comenzó a entrar al gimnasio, y en una pelea un segundo podía significar la diferencia entre ganar o perder. Tenía que usar el lugar a mi favor, conocía el gimnasio y la música era atronadora, sabía que podía despistarlo, no sabía si derrotarlo, necesitaba tiempo. Corrí adentrándome a donde estaban los aparatos, internándome en ese mar de metal mientras oía sus pasos correr detrás de mi, era veloz y ágil, me seguía como si supiera por donde iba a girar en cada momento,acortando la distancia entre nosotros de manera alarmante. Cuando era claro que no iba a poder escapar de él me escondí tan rápido como pude, si tenía suerte iba a poder efectuar un ataque sorpresa y comprar algo más de tiempo.

     Calmando mi alocada respiración espere a que llegara a mi lugar, él también agitado y ahora parecía algo más desorientado, sintiendo como si Ian estuviera dándome indicaciones dentro de mi cabeza ataque. Mi mejor oportunidad era derribarlo,si conseguía tenerlo en el piso podía dominar. Sintiendo la adrenalina correr por mis venas salí de mi escondite dirigiendo una patada justo al medio de su espalda, haciendo el impacto con todas mis fuerzas, dejándolo sin respiración. Con la cercanía podía sentir como mi tatuaje quemaba más intensamente, suponía que eso significaba que el peligro estaba cerca. Lo escuche maldecir mientras se daba vuelta, justo a tiempo para recibir el rodillazo que estaba apuntando a su estómago, sólo para quedarse nuevamente sin aire y caer al suelo; pero no fui lo suficientemente rápida al correrme y el consiguió tomarme del tobillo,arrastrándome al piso a su lado. Para ese entonces mi cuerpo estaba actuando más por instinto que otra cosa, girando por el piso para poder liberarme y recuperar la ventaja. Conseguí asestar dos golpes en su costillar, pero el dolor no consiguió aflojar su agarre, a la tercera vez que intenté patearlo, tomando impulso agarrada de uno de los bancos él me interceptó, agarrando ahora mi otra pierna. Mierda, estaba verdaderamente arruinada, mi corazón latiendo desbocado y la piel sensible por todos lados, ya no creía poder salir de esta. Haciendo acopio de todas mis fuerzas intenté lo único que se me ocurría, nuevas instrucciones llegando a mi mente como si todo fuera una práctica.

     Ahora que lo tenía más cerca podía ver que era un chico, no que eso importara si al final iba a matarme. Enrollé mi cuerpo, pegándome al suyo lo que consiguió despistarlo por unos segundos, lo suficiente para obligarnos a rodar por el piso, si tenía suerte iba a poder liberarme, sino estaba firmando mi propia sentencia. Aparentemente no tenía suerte.

     Rodando ambos por el suelo creía que me había liberado de su agarre, pero sólo conseguí entre pararme antes de que él volviera a tomar mi tobillo y cinchar, golpeando fuertemente mi cabeza en la caída. Pude notar como todo su cuerpo se colocaba sobre el mío aplastándome hasta sacarme el aire de los pulmones, los bordes de mi visión poblándose de puntos negros, y estaba bastante segura que tenía un corte en la frente por la sensación cálida en la piel. Tomándome fuertemente del pelo me dio vuelta en el piso, poniéndome boca arriba antes de volver a aplastarme para que no escapara, por más que intentaba patalear me tenía completamente inmovilizada, me tenía a su merced. La tenue luz que entraba por las ventanas sólo me permitía ver sus profundos ojos negros observándome, esa oscura mirada mostraba tensión, escaneandome de busca de algo.

     - ¿Quién eres?- su voz era grave, un tono profundo y vibrante que demandaba respuestas, respuestas que no pensaba darle.

     De a momentos podía sentir como mi visión se debilitaba, el pico de adrenalina iba en descenso y la pérdida de sangre desorientandome, pero no podía darme el lujo de perder la consciencia. La marca de mi espalda había cambiado su fuego, parecía quemar más suave ahora, aunque era lo único que lograba mantenerme alerta. Al no obtener respuestas el chico gruñó frustrado.

       - ¿Quién mierda eres?- volvió a inquirir, apretando más su agarre sobre mi, pero aún así no contesté.- Por última vez ¿quién...

En el amor y la guerra, todo se valeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora