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     Jugaba con la manzana en mis manos mientras tenía los ojos fijos en la incesante fija de árboles que había decidido hacernos compañía a lo largo de la carretera. No sabía que decir, o si siquiera Bastian quería hablar o como agradecerle.

      Mi cabeza no dejaba de darle vueltas a lo que me había dicho, semi dioses, esa era toda su explicación, y aunque no estaba segura de creerle tampoco conseguía hacerme la idea de nada más, de ninguna otra explicación para lo que había pasado, la criatura.

     - Yo... - empece y me encontré con su atenta mirada en mí, aquel azul increíble - ¿qué. qué era lo qué estaba en mi casa... lo que nos atacó?

     - Eso era una lamia - me contestó volviendo a fijar su mirada en el camino - son una especie de vampiros de la mitología gri...

     - Griega- le corté- pero ¿no se suponía que la lamia era una sola criatura, una antigua reina que fue transformada por Hera porque había estado con Zeus?

     Una sonrisa apareció en sus labios carnosos al escuchar mi contestación; ahora se encontraba totalmente concentrado en la carretera así que me permití examinarlo por segunda vez. Ver la forma en que la luz recortaba su perfil y los pequeños gestos que hacía al hablar. Lo que fuera con tal de no pensar demasiado en, en lo que había pasado, en lo que era mi vida ahora.

     - Casi correcto. La primer lamia fue la reina de Libia a quien como dijiste Hera maldijo. Ella fue condenada, entre un montón de otras cosas desagradables como suelen hacer los dioses, a alimentarse de sangre, y en los intercambios de sangre debe de haber encontrado alguna forma de compartir esta maldición con sus victimas, por lo cual cada vez hay más lamias.

     - ¿Y todo lo de los espejos y el ajo? ¿la luz del día? que parte de eso se cumple con las lamias.

     - Espejos si, no tienen reflejo, es parte de la perdida de su alma; pero la luz no les hace nada, como habrás visto en tu casa - comenzó, más serio. Note como apretaba el agarre del volante al hablar de lo que había pasado, probablemente tenía miedo de que me pusiera a llorar nuevamente- Salen más durante la noche por simple practicidad, es más fácil esconder medio cuerpo de serpiente en la oscuridad.

     - ¿Están muertas?

     - ¿Quienes? - me pregunto, volviendo a mirarme ahora con gesto preocupado, su cara fruncida. Juguetie un poco más con la manzana que tenía en mis manos, evitando mirarlo a los ojos.

     - La lamia a la que apuñale... y mi abuela. Solo, solo necesito saber que ella esta en paz, que no volverá en una de esas cosas.

     - No Cathy, tranquila, tu abuela no va a convertirse en una lamia, no pienses en ello. Para convertirse en una lamia tiene que haber un intercambio prolongado de sangre entre ella y la víctima, es un proceso que toma días. Y si, la lamia también esta muerte, hay varias formas de matarlas, entre ellas una puñalada al corazón, que fue lo que tu hiciste.

     Solté el aire que había estado aguantando sin darme cuenta, no podía darle nada más a mi abuela, pero por lo menos sabía que había estado con ella al momento de morir. Ese era todo el cierre que iba a obtener, y solo podía sentirme aún más confundida por todo; si no había nada más que hacer sobre eso, no tenía nada que hacer ahora, solo dejarme ir de a poco en la demencia a la que había entrado. Sentí la mano de Bastian darme un pequeño apretón en la pierna a la vez que me dirigía una pequeña sonrisa de apoyo. Al menos estar con el no parecía tan malo.

     - Decime algo tuyo - pedí mientras mordía de una santa vez la manzana.

     - ¿Algo mío?.

     - Si - conteste con la boca llena - Se que no me podes decir mucho más de lo que se supone que esta pasando, pero si vamos a pasar estas horas juntos al menos me gustaría conocerte, saber que te gusta, donde vivís, no se... lo que se supone que la gente habla.

     - Esta bien- accedió sonriendo - mmmmmmmm... tengo muchos hermanos y hermanas como supongo que te imaginarás, la mayoría de ellos son geniales. Vivimos fuera del Olimpo, pero tan cerca como se puede, a los dioses por lo general les gusta mantenernos cerca.

     - ¿Así que creciste junto con ellos? ¿que pasó con tu madre o padre humanos?.

     - Algo así, de pequeño vivía con mi padre en realidad, sin saber nada, pero un día me dejó en casa para ir de compras y murió en un accidente de transito. Estuve un par de días solo en la casa, era un niño bastante independiente, pero apenas mi madre se enteró vino a buscarme. Aún la veo aparecer ese día en la sala, totalmente imponente, pero aún así no me intimidó, solo la abrace y me trajo a donde vivo ahora.

     >> El lugar es realmente impresionante, prácticamente todos los semidioses vivimos allí juntos, hay muy pocos que siguen viviendo en las ciudades, como lo hacías vos. No siempre vemos a nuestros padres pero por lo menos estamos juntos.

     - ¿osea que nos dirigimos a una mega casa de fraternidad con montones de hormonas alborotadas? - le pregunté con una sonrisa, aunque no podía sentirme feliz por como las cosas se estaban dando si me daba gusto pensar que iba a haber alguien más allí para recibirme, alguna especie de trastornada y bizarra familia de la que esperaba formar parte.

     - Algo así -dijo soltando una risa- en realidad es algo así como un enorme edificio en el cual nos dividimos según padres por pisos, cada uno por lo general tiene su cuarto y todas esas cosas pero además hay áreas comúnes para pasar el rato o entrenar. Eso hasta que comienza el año por lo menos, ahí ya no somos taaan libres, aunque este año todo va a ser un poco diferente...

     - Para, para, para. Dijiste ¿cuando empieza el año? ¿voy a tener que ir a clases? - le pregunte indignada, ni siquiera de eso iba a poder librarme.

     - Tranquila, no es tan horrible como suena, es más que nada cosas sobre mitología, que ha juzgar por lo que leías en el ómnibus no debería serte demasiado difícil, y después nos especializamos en alguna otra cosa. Prometo que no va a ser tan malo.

     - Supongo que no tengo muchas más opciones - accedí con un deje de tristeza.

     - Va a gustarte, lo prometo, solo tenes que darte un tiempo, a todos.

     - Lo se - le respondí re armando mi sonrisa - ¿y quien es tu madre entonces?

     - Eso es una sorpresa, ya estamos llegando y se supone que tengo que escoltarte a la sala de reuniones. Te está esperando el partenón entero para explicar un poco de que va todo esto y con algo de suerte te dejaran tranquila a que conozcas a los demás.

     - Cierto, la guerra, los problemas, casi me había olvidado de eso mientras hablábamos.

     - No te preocupes, no estas sola en esto - me dijo con una sonrisa. La forma que tenía de mirarme a los ojos me hacía sentir bien, casi segura, y no estaba segura de que tan bueno era eso. Por más que el ahora era un puerto seguro seguía metida en una montaña rusa sin forma de saber cuando venía la próxima caída.

     El auto comenzó a perder velocidad lentamente a la vez que entrabamos a lo que parecía ser un complejo privado. Se distinguía claramente el enorme edificio del que Bastian había hablado, rodeado por pasto verde lleno de caminos que llevaban a distintos edificios. Tomé aire profundamente armándome de valor para bajar, ahora definitivamente no había vuelta atrás.

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     Hola! Realmente no se si estoy hablando sola o si hay alguien más por ahí. Se que este capítulo es lento y que demore muuucho en subir, pero la verdad la poca respuesta me desanimó bastante, pero acá estoy intentando volver con fuerza y de a poco ir metiendole más ritmo a la historia.

     Hasta ahora que les parece todo, Bastian? Cathy? será todo realmente tan sencillo o hay más de lo que parece detrás del partenón?

     Gracias por tomase el tiempo de llegar hasta acá y por haber elegido mi historia.

     Amor, Pandora

En el amor y la guerra, todo se valeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora