P.O.V. Prometeo
La pequeña castaña estaba aporreando el saco de boxeo con una intensidad que podía llegar a ser intimidante; los pocos mechones que se habían escapado de su moño se pegaban a la parte de atrás de su cuello o se movían con cada golpe que daba, sus manos vendadas moviéndose increíblemente rápido y sus patadas haciendo vibrar las cadenas que sostenían al saco. Inmersa como estaba en su práctica no se había percatado de mi presencia en la puerta aún, y no pude contenerme de observarla por unos momentos; Cathy era mucho más fuerte de lo que parecía a simple vista, musculosa y compacta aunque con curvas, tenía una patada mortal que había podido probar de primera mano y aunque todavía le quedaba mucho por aprender era una guerrera feroz. Pero sobre todo con su actitud desafiante era con lo que conseguía la ventaja, recordaba a la perfección la mirada en sus ojos marrones el día que nos habíamos conocido, furiosa e indignada me había abierto el labio con un gancho. Tenía un fuego y un sentido en lo que era correcto que nunca antes había visto, no se dejaba dominar ni intimidar, pero a su vez era suave y bondadosa, llena de vida y sentimientos, era demasiadas cosas juntas sin siquiera darse cuenta.
Aunque también podía ser un enorme grano en el culo; me había complicado la vida en mas formas de las que pensé que era posible. Odiaba sentir como el estar cerca del otro cambiaba mi balance, mi cuerpo respondiendo al suyo sin permiso, sensaciones que no eran mías atacándome, incluso en estos momentos podía sentir el dolor en su interior, esa herida que la separación con el lobo le había dejado. Me había metido en más peleas y problemas de los que me hubiera gustado, sólo por ella, había removido mi vida por el simple hecho de existir, por la conexión y toda la locura; odiaba la forma en que me afectaba su cercanía, escalofríos y cosquillas comenzaban a atravesar cada centímetro de mi piel, descargas recorriendome desde la base del cuello y calor esparciéndose desde mi tatuaje, un ansia por acercarme a ella, por entrar en contacto, que nada tenía que ver con que era hermosa, aunque tampoco escapaba a eso. El cabello largo por debajo de la cintura con tonos cobrizos, los labios llenos que solía morderse cuando estaba concentrada pensando en algo, un cuerpo lleno de curvas, pechos llenos y el trasero deliciosamente redondeado, resaltaba de una forma magnífica entre las demás chicas de la academia, desde el primer momento en que la había visto había deseado llevármela a la cama, saborearla entera. La deseaba como hombre, así como muchos otros de los chicos del lugar, haberla tenido en mis brazos hace unas noches no había ayudado en nada a aplacar ese deseo, como su deliciosa forma parecía casi encajar con mi cuerpo; pero el espíritu productor que había despertado en mi había ganado por sobre lo demás, y había terminado recurriendo a las demás chicas del lugar, nunca me había sido difícil conseguir un revolcón.
Incapaz de seguir meditando sobre la maldita castaña me adentre más profundamente en el gimnasio, dándole la bienvenida al cosquilleo y el calor, distinguiendo el momento exacto en que ella me sintió aproximar, frenando su ataque al saco y dándose vuelta sin aliento para encararme.
- Hola... - Dijo cortante mientras tomaba una botella de agua que tenía cerca,esperando a que explicara mi presencia.
Después de que entrara a mi habitación de la enfermería hecha un mar de lágrimas y cerciorarse de que me encontraba más o menos en una pieza no paraba de preguntar porque me había interpuesto entre ella y la daga, algo que yo mismo me negaba a cuestionarme; cuando después de la millonésima vez que me había hecho la misma pregunta le había terminado por contestar que no era su puto problema y que se fuera a la mierda había salido hecha una furia. No era mi movimiento más brillante pero definitivamente había sido efectivo, por más de que ahora detestaba la mirada molesta en sus hermosos ojos.
- Zeus te quiere con nosotros, vamos a empezar los interrogatorios a ver si podemos sacar algo de información. Katia será la primera, parece estar un poco más lúcida que los demás- le dije volviendo a la razón inicial de mi presencia en el gimnasio.
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En el amor y la guerra, todo se vale
FantasyCon 18 años todavía no me siento un adulto, pero definitivamente no soy ni una niña ni una adolescente desquiciada, aunque probablemente todavía tengo un poco de la ultima viviendo en mi. La mayor parte de mis preocupaciones se centran en el estudio...