Luego de darme una ducha rápida y enfundarme unos jeans oscuros junto con una blusa de manga corta color crema y unos championes rojos salí para encontrarme con las chicas. Me sentía un poco extraña yendo de compras con la tarjeta que me había dado Eric, según me dijo había fondos multimillonarios creados por cada dios para sus hijos, y todos nosotros teníamos accesos a ellos para compararnos lo que fuera que necesitáramos, pero realmente no me sentía demasiado cómoda con tanto dinero por el que no había trabajado.
Abajo me encontré con Sele, Luz, Julieta y Alessia, otra de las hermanas de Sele. Ella también compartía la abundante melena rubia que tiraba un poco más al pelirrojo y un rostro precioso decorado por pecas, era apenas más baja que yo y tenía un cuerpo estilizado que era hermoso y sensual, una pequeña parte de mi subconsciente se preguntaba que pensaría todo este grupo de modelos al verme a mi. Entre risas salimos en un auto negro,propiedad de Alessia y tras un corto viaje llegamos a un centro comercial no demasiado grande pero con muchas tiendas lindas.
Iba algo callada pero el cotilleo incesante de las chicas verdaderamente me alegraba y me hacía sentir cómoda, olvidándome un poco del cansancio y los problemas, para volver a ser una chica normal y que por un momento mi mayor problema era conseguir un vestido para la fiesta. Entramos a una tienda que parecía tener millones de vestidos, cada uno más hermoso que el anterior, y junto a Sele y las demás nos pusimos a revolver todo, las chicas sacando vestidos sin parar entre risas para luego llevarlos todos a los probadores, afortunadamente no había casi gente en la tienda así que estábamos a nuestras anchas. Yo apenas había agarrado dos vestidos negro simples, no estada demasiado segura de la etiqueta ni nada, además de que no tenía mucha experiencia comprando vestidos, y ya estaba por entrar cuando Sele llego corriendo y traía en sus manos un vestido rojo vibrante que era simplemente hermoso.
- Tenes que probarte este vestido. - Exclamó ella tendiéndomelo
- Es hermoso Sele, pero no creo que pueda usar un vestido tan pegado, no tengo cuerpo para eso.- Le dije yo tímida, tenía mis cosas pero nunca había usado algo así.
- Bobadas, tenes que probártelo por lo menos, vas a parecer toda una diosa - me dijo empujándome dentro del probador con un guiño.
Termine por aceptarle el vestido y todas comenzamos a probarnos, y salíamos de a tandas con nuestros modelos. La mayoría de los vestidos eran verdaderamente hermosos y a las chicas les quedaban perfectos, Sele de primera se decidió por un vestido que tenia tipo un corset hasta la cintura y después caía como gasa hasta el piso, con su cabellera rubia parecía un ángel, uno del que cuidarse. Luz se decidió por uno corto, de falda rosa pálido y escote corazón y cintura adornada, entre tierno y sexy era perfecto para ella, todas la aplaudían mientras ella se paseaba por la tienda como una modelo, hasta la dueña de la tienda estaba encantada y se reía con nosotras. Alessia se terminó decidiendo por un delicado vestido de gasa azul todo adornado, pocas veces en mi vida había visto un vestido tan delicado y hermoso, y a ella le quedaba como pintado al cuerpo. Finalmente quedamos Juli y yo para decidirnos, mis dos primeros vestidos negros no habían sido la gran cosa así que las chicas me habían animado a probarme el rojo y con Juli lo mismo, finalmente ambas salimos con los últimos modelos del probador y las demás comenzaron a chillar como locas.
El vestido de Juli era en dos partes, un top y una falda de la misma tela, que dejaban la piel de su cintura al aire y mostraban su hermosa figura, le quedaba simplemente espectacular. Todas habían encontrado vestidos hermosos que las hacían ver aun más hermosas de lo que eran, y por más de que al verme yo mi vestido una parte lo había amado, otra se sentía ultra insegura, nunca antes me había puesto algo así. La tela roja se pegaba a mi cuerpo como una segunda piel, pero contorneandolo de una forma que no creía posible, unas finas tiras lo anclaban a mis hombros dejando un gran escote en v, que debía admitirlo hacía que mis pechos se vieran fabulosos, la parte trasera dejaba la mayoría de mi espalda al descubierto cosa que me encantaba, y cerca de las rodillas la tela se ampliaba dejándome moverme con comodidad. Nunca me había puesto nada parecido, me sentía realmente expuesta, todo, y cuando digo todo es literal,se marcaba. Pensé en mi pequeña pancita que se negaba a irse, pero ella era tan parte de mi como mis pechos o piernas, tenía que acostumbrarme a ella y amarla también. Sin pensarlo mucho más salí del vestidor.
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En el amor y la guerra, todo se vale
FantasyCon 18 años todavía no me siento un adulto, pero definitivamente no soy ni una niña ni una adolescente desquiciada, aunque probablemente todavía tengo un poco de la ultima viviendo en mi. La mayor parte de mis preocupaciones se centran en el estudio...