16º

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     Luego de volver al edificio con Ian habíamos subido a nuestro apartamento a apropiarnos del sillón y hacer un día de películas. Había traído una manta desde el cuarto mientras el lobito resignado ponía 10 cosas que odio de ti en la televisión, lo había convencido de ver una de mis películas favoritas ya que no podía creer que nunca la hubiese visto. A cambio tuve que acceder a luego ver Madagascar 3, una de sus películas favoritas, aunque realmente cuando había pedido eso a cambio no pude evitar reírme de él.

      Una vez todo estuvo acomodado me sentí un poco tonta por no saber como debía sentarme junto a Ian, quien con una sonrisa se había estirado cuan largo era en el sillón, así que tímidamente me acosté a su lado, tras lo cual el pasó una mano por mi cintura atrayéndome a su pecho con un leve gruñido de satisfacción.

     - Si realmente me vas a hacer mirar esta película lo menos que espero es poder abrazarte cariño.- me susurró con voz ronca al oído arrancándome un suspiro.

     - Y es todo lo que vas a obtener- le conteste con una risa, aunque lo cierto es que no me molestaba nada estar así de pegada a él.- ahora shhh que esta por aparecer Heath.

     A mitad de la película pude escuchar como Ian comenzó a roncar bajito, y la verdad es que no podía culparlo, todos claramente seguíamos cansados de la pelea, más aún él que tenía que recuperarse de una herida. En la calidez de sus brazos no pude evitar ponerme a pensar nuevamente en la pelea, lo extraña que había sido, comenzando de la nada y terminando de forma demasiado fácil. Si, por supuesto que habíamos tenido bajas y gente herida, pero si iban a atacar un complejo lleno de semi-dioses en entrenamiento, deberían haber prevenido que íbamos a dar una pelea decente. No hacía demasiado que estaba en todo esta locura, pero algo de la situación no terminaba de convencerme, y eso me preocupaba.

     Dado que mi cerebro parecía no tener intensiones de descansar me levante trabajosamente del sillón, dejandole un almohadón en mi lugar a Ian para ir a la cocina, si no iba a dormir podía aprovechar y hacer comida para todos cuando se despertaran. Revise los estantes y termine decidiendo hacer un pizza, algo bastante sencillo y que estaba segura que les iba a gustar a todos, y había helado en el congelador así que también iba a hacer unos brownies como para tener para el postre.

     Me puse rápidamente manos a la obra, preparando la masa para poder dejarla leudar, tras lo cual me puse a picar las cosas para la salsa de la pisa. Odiaba con mi alma cortar cebolla ya que me ponía a llorar lagrimas de cocodrilo, pero la amaba en la salsa así que a aguantarse. Cuando termine de hacer todo me sentía un poco mareada, tal vez era un bajón de presión por la actividad, pero a los pocos segundos los bordes de mi visión comenzaron a oscurecerse y tuve que agarrarme de la mesada para no caer. Intentando regularizar mi respiración me quede allí parada, y pude sentir claramente como si alguien acariciara mi brazo. Instantáneamente un escalofrió bajo por mi espalda y me di la vuelta buscando al responsable, pero la cocina se encontraba vacía; con los nervios a flor de piel continué mirando al rededor, la sensación había sido demasiado clara. Tenía el pelo recogido en un moño suelto, dejando mi cuello al descubierto, y cuando me volví a la mesada para continuar con mi tarea podría jurar que sentí una respiración cálida en él, que me sacó un pequeño quejido, pero al darme vuelta seguía estando sola. Algo estaba definitivamente mal.

- Buenos días Cathy.- dijo Diego entrando a la cocina con cara de dormido, lo que me hizo saltar pegando un grito para amenazarlo con la cuchilla que había estado usando para picar la cebolla.- Me rindo - dijo él rápidamente levantando las manos, a lo que yo baje mi improvisada arma y calmando mi respiración.

- Perdóname Diego, yo solo... creí que había alguien más conmigo en la cocina hace un rato.

- ¿Viste a alguien? - me preguntó poniéndose serio.

En el amor y la guerra, todo se valeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora