El cuerpo me ardía después de más de 4 horas de entrenamiento, estaba agotada, adolorida y frustrada; las últimas horas de entrenamiento con Prometeo habían terminado siendo mucho más que estresantes, después del fracaso con grappling había intentado comenzar a trabajar en Krav Maga, algo que me había interesado mucho, pero que ahora me hacía sentir un fracaso. No había conseguido desarmarlo ni una misera vez, y había sido apaleada hasta el cansancio, y aunque no quería que fuera suave conmigo, estaba verdaderamente dolorida y frustrada, los nuevos entrenamientos me hacían sentir que estaba yendo para atrás en lugar de avanzar. Finalmente Prometeo, quien había estado con un humor espantoso todo el rato, me había dado un sermón sobre mejorar mis capacidades: " Supongo que Ian fue más blando contigo porque le diste lástima, pero esperaba mucho más de una hija del dios de la guerra, a este ritmo solo vas a conseguir morir apenas salgas". Ouch, enserio que ouch, y sin más me había dejado sola en el medio del gimnasio.
Pero no quería dejar que todo esto me agobiase, no podía permitir que me afectara porque lo único que iba a hacer era empeorar aún más mi rendimiento, tenía que ser fuerte y seguir adelante. Por más que ahora planeaba tomarme un pequeño respiro.
Después de un par de días de apenas poder vernos con Ian había decidido planear una pequeña merienda juntos, como una excusa para tener un rato solos, después de todo no iba a contar el tiempo que pasábamos juntos en los entrenamientos, por más que las risas e indirectas volaban entre nosotros, como una cita. Por ello después de pedirle vernos en el borde del río donde había plantado la lavanda para mi abuela me había dedicado a planificar una serie de tonterías. Había cocinado sus galletas favoritas y también preparado todo tipo de golosinas, y en caso de que se pudiese quedar más rato ya tenía una película elegida arriba. Todas las cositas me hacían sentir extrañamente feliz, se sentía bien hacer algo especial por alguien que quería.
Luego de bañarme y enfundarme en unos vaqueros oscuros y un buzo algo grueso clarito, baje hacia el parque con todas las cosas en una mochila, y cuando me iba aproximando al lugar ya podía verlo. El sol de la tarde conseguía aplacar el frío que estaba comenzando a invadir el ambiente, haciendo que su cabello castaño brillara con mil tonos distintos; estaba sentado en el pasto de espaldas a mi, su amplia espalda enfundada en una chaqueta de cuero me sacó una sonrisa boba, Ian era mucho más para mi, pero diablos que era malditamente atractivo. Escuchando mis pisadas se dio vuelta enseñándome su característica sonrisa y esos increíbles ojos, haciendo que mi corazón diera un saltito, no sabía como aún conseguía tener ese efecto en mi, nunca iba a aburrirme de ver esos preciosos ojos. En cualquier otra situación me hubiera sentido como una tonta enamorada, pero con él hasta eso parecía insignificante.
Llegando a su lado no pude evitar estamparle un beso en esos preciosos labios sin timidez, poder estar así juntos y solos parecía todo un lujo, no teníamos porqué contenernos. Dejando un poco todas las preocupaciones de lado y desparramando la merienda en un mantel en el pasto nos deshicimos en risas por horas, mirando tonterías en nuestros celulares o simplemente hablando incoherencias y rodando por el pasto como dos niños. Alguien en algún lado había decidió dejarme descubrir que Ian era extremadamente cosquilloso y ahora esa era mi táctica para escapar de sus brazos.
- Me rindo, me rindo- chillaba el lobo entre carcajadas, recostado en el pasto como estaba no tenía chance contra mi.
Entre risas de los dos paré mi pequeña travesura rodando lejos por el pasto, sabía que no iba a quedarse así y que era mi turno de correr. Ni siquiera pude llegar a pararme cuando ya tenía su enorme cuerpo sobre el mío, aplastándome contra el suelo de la mejor forma posible, pero sin dejarme escapatoria.
- ¿Qué vas a hacer ahora gatita?- me dijo al oído con la respiración aún agitada de tanto reír.
- ¡Injusticia!- le grité riendo- estábamos en tregua.
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En el amor y la guerra, todo se vale
FantasyCon 18 años todavía no me siento un adulto, pero definitivamente no soy ni una niña ni una adolescente desquiciada, aunque probablemente todavía tengo un poco de la ultima viviendo en mi. La mayor parte de mis preocupaciones se centran en el estudio...