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     - ¡Desde que ella llegó no eres el mismo!- se escuchó como chillaba una chica- nada es lo mismo y no quiero perderte.

     - No me vas a perder, pero tampoco podes pensar que teníamos una gran relación, tu más que nadie tenías que ser consiente que era por conveniencia.- le contestó él, y debo decir que hasta a mi me dolieron esas palabras.

     - Puede ser que empezara así pero ahora es mucho más para mi, me importas enserio, te quiero...- terminó susurrando ella con la voz quebrada, seguramente había empezado a llorar.

     - Sos una chica hermosa e inteligente y una increíble luchadora, pero siempre supiste que no te quería de esa forma.

     - ¿Y que fue la otra noche para vos entonces? ¿Soy sólo "una más"?

     El chico guardo silencio por unos momento y no pude evitar contener mi respiración esperando su respuesta.

     - Podes tomarlo como una despedida, un último intento, pero después de lo de esta semana no puedo estar más contigo, para nada.

     - Ni siquiera me diste una oportunidad para explicarme...

     - No había nada que explicar- respondió él molesto- ¡todos estuvimos allí y todos pudimos ver tu estúpida jugada por los dioses!

     - ¡Entonces si se trata de ella!- chilló la chica aturdiendome, no podía ni imaginar como él aún seguía escuchando.

     - ¡No, Katia! No, nunca se trató de ella, sino de ti y tu incapacidad de comprender que yo estoy contigo y con nadie más. No puedo ni imaginarme llevar adelante una relación con alguien tan inmadura- le escupió las palabras- puedes pasar por todas las camas que quieras, pero eso no te va a hacer mejor mujer ni mejor pareja.

     - Sos un imbécil y esa no va a tardar en morir como la anormalidad que es, pero antes me las va a pagar al igual que vos.

     Conseguí meterme en la sombra del edificio en el justo momento que Katia pasó hecha una furia devuelta a la fiesta, limpiándose las lágrimas de la cara. Aunque recién la había escuchado hacer una amenaza que seguramente iba dirigida a mi no pude evitar sentir un poco de lástima, podía ser una perra, pero no dejaba de tener una parte de chica perdida. Salí de mi escondite para encontrar a Bastian, quien se encontraba parado a unos metros por el otro costado del edificio, pasándose las manos por el cabello en gesto frustrado.

     - Hola... - dije bajito pero logrando obtener su atención, sus dos ojos brillantes como zafiros en la noche.

     - Supongo que lo que te llamó la atención acá afuera no tuvo nada que ver con el sonido de los grillos, ¿no?- preguntó mientras se acercaba un par de pasos a mi, su postura tan cansada y tensa al mismo tiempo.

     - La verdad en un principio si, pero luego no pude evitar escucharlos, lo siento.

     - No importa, de no ser por la música todos podrían haber escuchado esos gritos.

     - No soy una experta en relaciones ni mucho menos, pero estoy acá si llegas a necesitar hablar con alguien.- ofrecí sin poder contenerme, se veía que necesitaba un respiro, alguien que lo escuchara y poder sacar todas las cosas que contenía. Él me miró por unos momentos, recorriendome con sus ojos, pero por alguna razón su examen no me hacía sentir incómoda.

     - ¿Caminamos un rato?

     - Seguro- le contesté con una sonrisa y siguiéndole por donde me indicó.

     El predio estaba lleno de todo tipo de plantas y árboles, todos hermosos a su forma bajo la luz de la luna, formando un paisaje ligeramente sobrenatural, tan misterioso como bello. Caminamos en silencio un buen rato, sólo disfrutando de la noche, pude ver como de a poco Bastian se iba relajando, liberándose de la tensión de la pelea en silencio. Si lo pensaba fríamente no habíamos vuelto a hablar desde que estaba viviendo allí, en grupos y con otras personas si, pero no solos como en el viaje. Era increíble cuanto había cambiado desde entonces, sin darme cuenta ya tomaba toda esta locura como una parte más de mi vida y él era el único que me había visto antes de todo, en mi mundo previo, mi yo previo. Y ahora yo podía verlo a él en su verdadero mundo, uno del cual yo en realidad sabía muy poco.

En el amor y la guerra, todo se valeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora