Con paso lento hice mi vuelta al apartamento, a medida que los últimos cosquilleos abandonaban mi piel el cansancio me golpeaba, nunca había salido tan agotada de un entrenamiento. Era odiosa la forma en que está estúpida conexión de hermanitos de tatuaje me hacía sentir bien, por más que mentalmente estar junto a Prometeo era agotador, una parte de mi no podía evitar sentirse bien en su compañía. Me preguntaba si a él le pasaría lo mismo, tal vez ello tenía que ver con esa pequeña parte que había logrado ver debajo de su actitud de idiota empedernido.
Sin darme cuenta ya me encontraba abriendo la puerta, tan ensimismada que sólo una vez dentro me di cuenta de lo que estaba pasando. Enzo y Sele se encontraban enredados en el sillón, sus ropas tiradas por el piso, el blanco trasero de mi hermano era la primera plana y por los sonidos de mi amiga o algo le estaba doliendo mucho o él estaba haciendo algo muy muy bien.
- ¡Por los dioses es que no podían hacer esto en el cuarto!- les grité tapándome los ojos, ya había visto más de lo que quería ver de cualquiera de los dos.
Escuche como los dos maldecían y ruidos de gente moviéndose,pero no quería quedarme ni un segundo más, claramente no era necesario, así que a trompicones me refugie en la cocina.
- Llévense su fiesta a un dormitorio ¡y CUÍDENSE!- grite antes de cerrar de un portazo.
Sentía mis mejillas arder y aún no podía creer lo que había visto, por qué diablos tenían que hacerlo en el sillón, el mismo sillón en que nos sentábamos todas las noches. Definitivamente no sabía como iba a verlos la próxima vez sin pensar en sus cuerpos moviéndose en el sillón.
En un intento desesperado por distraerme prendí fuerte la música de mi celular y me puse a preparar la cena; podía bañarme después, por ahora no pensaba abandonar la seguridad de la cocina. Rápidamente sacando ingredientes de todos lados me puse a cocinar pescado, siempre había amado el pescado y me sabía varias recetas, seguro podía hacer alguna con lo que tenía allí.
Me encontraba cantando y bailando por la cocina cuando la puerta se abrió, mostrando a Eric aún enfundado con la ropa semi formal en que siempre lo veía llegar del trabajo. Depositando un beso en mi cabeza rápidamente se remangó para ponerse a picar verduras a mi lado.
- ¿Cuál de todos está con una amiguita en su cuarto?- inquirió con una semi sonrisa asomando en su rostro,toda la situación claramente le parecía graciosa.
- Son Enzo y Sele, los encontré en pleno acto en el sillón cuando llegue, es una imagen que espero poder borrar de mi mente.- le contesté sacandole una carcajada.
- Bueno, se veía que esos dos no iban a poder mantener sus manos fuera del otro por mucho tiempo.
- Apenas hace unos días que están saliendo...- me queje como una niña pequeña.
- Para tiempo de los mortales puede ser, pero en nuestro mundo es perfectamente normal Cath, todo se mueve más rápido, eso incluye los sentimientos.-intentó explicarme él, en la típica postura de hermano mayor dándome bastante ternura- estamos acostumbrados a otros ritmos, nadie nunca nos limita cuando se trata de estas cosas pero no nos enseñan a expresar lo que sentimos, por lo que la mitad de las veces una expresión se mezcla con la otra... Nunca había visto a Enzo tan enloquecido con una chica como lo esta por Sele, ella le hace bien, y si su forma de demostrarlo es esta bueno.
- Si lo decís así suena mucho mejor que lo que yo vi hoy... esta bien que hagan todo lo que quieran pero los dos tienen cuartos perfectamente buenos para hacerlo.
- Tenes razón, pero lamentablemente no creo que esta vaya a ser la última vez que alguien se encuentra con una imagen así, este era un apartamento de solteros, todos hacíamos esas cosas...
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En el amor y la guerra, todo se vale
FantasyCon 18 años todavía no me siento un adulto, pero definitivamente no soy ni una niña ni una adolescente desquiciada, aunque probablemente todavía tengo un poco de la ultima viviendo en mi. La mayor parte de mis preocupaciones se centran en el estudio...