64º

746 65 17
                                    

Me pateé internamente sin parar, odiando la forma en que reaccionaba a su presencia, como el aliento pareció cortarse en mi pecho, nervios y tranquilidad inundándome por igual; la forma en que toda yo parecía responder a él era maldita mente molesta. Como si hubiera estado coordinado todos a nuestro al rededor comenzaron a entablar conversaciones entre ellos, intentando darnos el más pequeño resquicio de intimidad. A su lado pude ver la elegante figura de Astrid enfundada en un diminuto vestido de encaje color azul oscuro que modelaba su figura como un guante y me hacía sentir francamente celosa, quien me lanzó una mirada significativa y dándole un pequeño apretón en el brazo se alejó también.

Intentando parecer lo más relajada posible camine hacia donde estaba Prometeo parado aun mirándome, intentando parecer lo más relajada que podía, hasta quedar a unas pocas decenas de centímetros de distancia.

- ¿Cómo estás? - pregunté cuándo pareció claro que él no iba a ser el primero en hablar.

Esa mirada moteada brillaba de manera hipnotizante, y si antes sus ojos ya me habían parecido preciosos ahora no podía quitar mi mirada de ellos, y aunque todavía no era capaz de descifrar que ocultaban, si veía la intensidad; no había siquiera dejo de la sonrisa socarrona y los ojos burlones, de la actitud de chico malo a la que me había acostumbrado pero que de alguna forma había conseguido perforar y cambiar, volviéndolo al mismo tiempo más impredecible pero también más real.

-¿No debería estar yo preguntándote eso mismo? No soy yo quien acaba de despertarse luego de estar en coma por un par de días - dijo pasando de mis palabras, sus brazos cruzándose firmemente sobre su amplio pecho.

-Yo pregunté primero, así que perdiste - dije sabiendo que sonaba como una niña, pero no había cedido terreno antes así que mucho menos dispuesta estaba a cederlo ahora.

Molestia y creo que un poco de diversión se filtraron en sus rasgos a la vez que negaba con la cabeza, haciendo que algunos cabellos cayeran sobre su frente adornando sus rostro. Por los dioses se veía bien, el cabello ahora bastante largo y la barba recién afeitada, le daban un aspecto bastante más relajado que el de soldado que llevaba la primera vez que nos habíamos visto, aunque no podía terminar de decidir cual de los dos me gustaba más; a medida que más experiencias iba teniendo la oportunidad de compartir con el más partes de su personalidad conseguía vislumbrar, aunque estaba segura de que aún todavía quedaba mucho más por conocer, no podía evitar tener la sensación de que se contenía conmigo, como si no quisiera dejarme ver quien era realmente. Las barreras que mantenía entre nosotros se sentían más altas que nunca, pero a su vez nuestra conexión se sentía más intensa de lo que jamás había sido.

- Me encuentro bien, perfecto de hecho - respondió luego de haberse tomado un buen momento para meditar sus palabras. - Te lo agradezco, pero no debería haber hecho eso, fue demasiado arriesgado, no lo...

- Me alegro de que estés bien, de verdad Prometeo - contesté antes de que pudiera seguir con su pequeño discurso. - Y fue mi decisión, conocía los riesgos y yo quise hacerlo de cualquier forma, no era tu lugar para interceder. - le dije de forma calmada, sabía que llegado el momento iba a ser una conversación que íbamos a tener y era algo por lo cual no iba a disculparme.

Pude ver su gesto endurecerse aún más, y por un momento pensé que en realidad era yo la que debía estar molesta de que él estuviera tan dispuesto a tirar su vida por la borda sin ningún miramiento, de lo frustrante que era quererle y ver que no quisiera su propia vida.

- ¿Qué hubiera pasado si yo despertaba y tu estabas muerta?- me dijo ahora en voz más grave, acortando aun más la distancia entre nosotros, permitiéndome sentir el calor que emanaba de su cuerpo- ¿Qué se suponía que tenía que hacer al despertar si me enteraba que habías dado tu vida por mi? ¿Qué por salvarme habías muerto? ¿Eh? ¿Simplemente agradecer y seguir adelante?

En el amor y la guerra, todo se valeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora