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     El pequeño aviso en el gimnasio fue notificado a los dioses y limpiado en un santiamén, ya bastante malo era tener una amenaza en casa como para además dejar que todos la vieran, pero yo no podía dejar de verlo. Horas después seguíamos entrenando y yo no podía dejar de mirar el piso,casi esperando que la sangre volviera a salir entre las tablas. Aunque eso por lo menos le daba otra cosa en la cual concentrarse a mi mente.

     - Vamos Cath, has una ronda más de ejercicios de piernas y luego podremos pasar a cuerpo a cuerpo.- dijo Prometeo a la vez que pasaba junto al banco en que estaba recostada intentando recobrar mi aliento.

     Resignada me pare de mi asiento y arrastre mi dolorido cuerpo hasta las maquinas. Los muchachos ya habían terminado sus rutinas y se encontraban en las colchonetas, la animada charla se encontraba desde donde yo me encontraba pero había un aire de seriedad que los rodeaba; cuando se tratada de luchar mis chicos eran simplemente implacables, y hoy tenían un nuevo adversario con quien jugar.

     Terminé las repeticiones tan rápidamente como me fue posible para luego arrastrarme a un costado y poder observarlos mientras estiraba. Estaban luchando por parejas, de un lado se encontraban Eric y Andrés y del otro Diego con Prometeo, Enzo manteniéndose al margen por un momento. Nunca los había podido observar entrenar a todos juntos, y lo cierto es que casi daba miedo, tenían una fiereza y violencia en sus movimientos que nunca antes había visto en otro entrenamiento, cada uno de ellos tenía un estilo levemente diferente, pero se eran igualmente letales. Con puños y patadas y más volando de un lado a otro era algo hipnotizante, los hijos de Ares estaban claramente hechos para luchar y Prometeo no se quedaba atrás. Tan concentrada intentando absorber cada uno de los movimientos que estaban haciendo que no escuche como alguien entraba al gimnasio, hasta que se aclaró la garganta para llamar la atención de todos. 

     Me di vuelta para encontrarla parada allí, iba vestida con unos simples jeans oscuros y un buzo fino, su cabello dorado le caía rodeándola la cara de una forma preciosa, y sus ojos grises me miraban inseguros; tan sencilla como iba se veía más que cautivadora, era soñada y pensar que yo me encontraba empapada en sudor, totalmente despeinada y con la cara roja no ayudaba ni un poquito a mi autoestima. Verla simplemente parada, esperando a que alguno de nosotros reaccionase hacía todo mil veces más real, y un millón de veces más doloroso, ella se había llevado el corazón de mi lobo, y al hacerlo había destrozado el mio. 

      - Cathy ¿no es cierto? - comenzó al ver que nadie hablaba- mi nombre es Sofía, quería hablar un momento contigo...

     - Creo que estas fuera de lugar loba- la cortó rápidamente Prometeo, posicionándose a mi lado.- Será mejor que te vayas. 

      La loba no cedió ni un milímetro ante la intimidante presencia del moreno, que no dejaba de lanzarle miradas asesinas, y en cambio tenía sus ojos fijos en mi. 

     - En serio quiero hablar contigo Cathy, será solo por unos momentos. 

     - Te repito, mejor vete de aq...

     - Hablaré contigo - intervine antes de que Prometeo pudiese terminar se amenaza.- Será mejor que no desperdicies el tiempo.- dije viendo el gesto pasmado en su rostro ante mi afirmativa. 

     Con una mirada tranquilizadora a los chicos, que no se veían nada contentos con la situación tome una campera del banco para protegerme del fresco aire del exterior y lideré el camino, alejándonos a ambas del gimnasio. No sabía que estaba haciendo, no sabía por que había aceptado ir con ella, pero no pensaba ser yo quien comenzase la conversación y al parecer a ella ahora le estaba costando encontrar sus palabras. Cuando hubo suficiente distancia entre nosotras y el resto del mundo, paré mi caminata para enfrentarla haciendo acopio de todo mi auto control para no romperme en pedazos. 

En el amor y la guerra, todo se valeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora