Capítulo 80

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Almorzaron junto a sus amigos y luego de una hora se fueron todos a sus casas. Olivia y Elliot los acompañaron a la entrada para despedirse de ellos y agradecer por todo lo que los ayudaron. Los chicos se quedaron en la sala descansando. Habían procurado acomodar las cosas grandes de toda la casa y las pequeñas dejarlas para después. 

—Estoy muerta —dijo Kathleen dejándose caer en el sofá.

—Y yo pero por lo menos ya no falta mucho —añadió Maureen cayendo sobre ella.

—Mau no siento mi cuerpo sino te sacaría de encima.

—¿Te quedarás Mau? —preguntó Elizabeth sentándose encima de sus hermanas.

—¡Auch! Ahora si morí.

—Creo que si me quedaré 

—¡Oh vamos! No exageren. Yo hice más que ustedes.

—Pero tú haces ejercicio, Richard —se quejó Eli sonriendo.

—Eso —dijeron sus tres hermanas a la vez.

—Lizzie yo quiero —dijo Noah alzando sus brazos para subir encima de sus hermanas. Elizabeth lo sentó encima y él se movió feliz por sentarse tan alto.

—¿Creen que pueda quedarme a vivir aquí? —preguntó Eli y sus hermanos se quedaron en completo silencio.

—Liv, creo que no tenemos más sofás —rió Elliot al ver a sus hijos uno encima de otro, todos se habían quedado mudos después de lo que Eli había preguntado. Él no podía vivir con su padre y su novia sino con su madre, así lo habían decidido ellos.

—¿Pasó algo? —preguntó Olivia al ver como se veían entre todos, ellos estaban en el marco de la entrada de la sala abrazados.

—Sólo que me están asfixiando. Me ayudan aquí abajo —pidió Kathleen dramatizando para que no preguntaran y a su hermano menor no se le ocurriera preguntar de nuevo lo de vivir con ellos.

—Mami estoy alto.

—Ya lo veo cariño. Anda baja de ahí —respondió riendo y extendiendo los brazos para ayudarlo a bajar.

—¿Quieren dormir o ver una película?

—Dormir —respondieron los mayores en una sola voz.

—Película.

—No, Eli, todos vamos a dormir porque mañana iremos al parque y tenemos que descansar —indicó Richard.

—Quiero ir al parque.

—Mañana Noah. Ahora vamos a dormir.

Todos se dieron las buenas noches y se fueron a sus habitaciones. La mudanza los había dejado agotados.

—No puedo creer que estemos aquí por fin. Es increíble.

—Sabía que esta era la casa perfecta para nosotros, Liv —besó su mejilla.

—Sí, es perfecta. Aunque aún hayan cajas por todos lados.

—Sabíamos que la mudanza no iba a ser tan rápida con todas las cosas que tienes. ¡Dios, Liv! Salieron muchas cajas de tu departamento.

—No eran tantas. Tenían que ser menos que las tuyas ya que viví más tiempo ahí. Además necesito todo lo que trajimos —aclaró cruzándose de brazos.

—Creo que en el fondo sabía que me invitarías a vivir contigo ya que no te resistirías a mis encantos. Por eso no compré tantas cosas.

—¿Perdón? Creo que acabas de cambiar la historia, engreído —le lanzó una almohada.

Reencuentros amorososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora