Capítulo 100

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—No —se acomodó, esta vez de su lado de la cama y le dio la espalda—. Hasta mañana, Elliot.

—Sabes que no puedo dormir si estamos peleados o tú no estás abrazándome, como cada noche —dijo Elliot después de varios minutos en silencio—. Sé que no estás durmiendo todavía.

—¿Cómo puedo dormir si no apagas la lámpara de tu lado y sigues hablando?

Tomó aire y apagó la lámpara de su velador. Se acomodó de lado detrás de ella, muy pegado. Ella sentía su respiración en su cuello y eso no la estaba dejando respirar.

Él tenía razón, ella tampoco podía dormir de esa forma y sus bebés estaban muy inquietos como si esperaran que alguien les diera las buenas noches para dormirse.

—Te amo —susurró muy cerca de su oído con la esperanza que se diera la vuelta y pudiera ver esos ojos color café que lo hipnotizan—. Sé que un "te amo" no arregla mucho o nada, depende —respiró profundo. Ella ni siquiera se había movido después de eso y estaba frustrado—. Si llegabas 5 minutos después no hubieras visto eso...

—No. Seguro que veía algo peor —se giró y quedaron frente a frente—. Quizás ella o tú sobre su escritorio. Es hermosa, rubia, joven y lo mejor de todo, no está embarazada. ¿No?

Volvió a darle la espalda, estaba furiosa por lo ocurrido. Elliot cerró los ojos y contó hasta 10. Quería organizar sus ideas para expresarlas correctamente.

Sin duda tendría que hablar con la profesora y pararle sus pretensiones también pero primero tenía que arreglar las cosas con el amor de su vida. Se rascó la cabeza frustrado y se levantó de la cama. La rodeo y se sentó en el piso del lado de la cama de ella.

—No hubieras visto eso porque iba a pararme para esperarte. Lo admito, no iba a decirle nada pero no iba a dejar que continuara. Para mí no existen más mujeres que tú y mis hijas, claro.

—Estoy cansada, Elliot.

—Bien —resopló—. Voy a hablar con los bebés.

Ella le iba a decir que ya era tarde pero se demoró demasiado en reaccionar, él ya estaba sentado más abajo, cerca de su barriga y le había levantado la blusa un poco para descubrirla.

Los bebés al escuchar su voz se habían movido más fuerte que antes.

—Hola mis amores. Papi los extrañó mucho, mucho hoy —acarició su barriga y ella se estremeció—. Los amo tanto al igual que a sus otros hermanos, a mami ni se diga eh —acercó sus labios y besó su barriga—. No quiero que por mi culpa se sientan mal, no me lo perdonaría. Mami, Noah y ustedes son lo mejor que tengo en la vida y no quiero perderlos nunca, menos por un malentendido —se quedó unos minutos pensativo, sin hacer ningún movimiento, de algún modo se tenía que hacer escuchar por Olivia—. Si hubiera sacado el coraje suficiente ustedes quizás ya habrían nacido y fueran muy grandes. Quizás mami y yo les hubiéramos dado más hermanos... Amo tanto a su mami que si lo hubiera dicho hace mucho llevaríamos juntos ya diez años. No actúo muy rápido cuando de ella se trata ¿saben? Es que la amo tanto que me bloquea el sólo pensar que la puedo perder.

Ella estaba quieta escuchándolo y después de la segunda frase había empezado a llorar en silencio. Odiaba pelear con él pero se había sentido tan mal al ver a la profesora ir con todo sobre él y que no hubiera hecho nada.

—Lo lamento. Te juro que iba a pararla. No me esperaba que haría eso. Yo... ella... Liv, sé que debí parar sus intenciones conmigo desde el principio...

—¿Ahora si crees que te coquetea desde que te vio? —inquirió limpiándose las lágrimas, enojada.

—Lo lamento —tomó su mano y la besó—. Hablaré con ella.

Reencuentros amorososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora