Capítulo 117

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—¿Dónde están mis papás? —preguntó Noah refunfuñando mientras Kathleen lo ayudaba a ponerse el uniforme. 

—Tienen cosas que hacer, enano —contestó y empezó a peinarlo.

—Mami me peina siempre —se giró hacia ella y ella se agachó un poco.

—¿No quieres que tu hermana preferida lo haga? ¿Ni que te lleve a la escuela?

—Shhhhh —se puso un dedo en la boca en señal de silencio—. Mau y Lizzie no saben.

—Pequeño tramposo —rió y lo acomodó de nuevo con la mirada al frente para terminar de peinarlo y poder salir a desayunar fuera—. Seguro a ellas les dices lo mismo.

—Noooo. Tú eres mi preferida —susurró.

—Ya estás listo. Vamos.

Fueron a desayunar a una cafetería muy cerca de la escuela y de ahí caminando se fueron a ella. Kathleen no tenía auto por lo que tomaron un taxi, el resto de los días ella tomaba el metro pero con su hermanito no iba a hacerlo.

La joven dejó a Noah y habló con la profesora. Le explicó muy superficialmente lo de Olivia porque estaba segura que ni su padre, ni ella podrían ir a recoger al niño. Por suerte Trevor, su jefe, al pedirle tres días de permiso no tuvo objeciones, ella le había dicho que Liv estaba en el hospital y que seguro tendría que ayudar con Noah. Prefería anticiparse a las cosas sólo por si acaso, así que tenía tres días para ayudar a su familia en lo que más pudiera.

Elliot había pasado la noche en vela, en la sala de espera. Allan aparecía pasando unas horas para informarle del estado de su novia y sus bebés porque estaba seguro que se volvería loco sin información. Había pedido varias veces ver a Olivia aunque sea de la puerta de la habitación pero él se había negado alegando el bien de sus pacientes.

—¡Papá! —lo llamó Kathleen elevando la voz, lo había llamado varias veces pero él estaba sumido en sus pensamientos—. ¿Cómo están Liv y mis hermanitos? ¿La viste ya?

—Hola cariño —la abrazó fuerte y besó su frente, necesitaba ese contacto de alguno de sus hijos—. No los he visto. Allan dice que no es conveniente —volvió a sentarse derrotado, su aspecto para nada era agradable a la vista. Estaba despeinado, con ojeras y los ojos rojos.

—Papá, deberías irte a dormir. Yo me quedo por ti y te aviso —dijo acariciando su mejilla.

—No me moveré de aquí Kath —soltó el aire retenido y se pasó la mano por el cabello—. Además no tengo un maldito celular al que me puedan llamar.

—Eso ya lo arreglé yo.

—No entiendo.

La joven buscó en su bolso y sacó una caja.

—Tu nuevo celular con tu mismo número.

—Gracias cariño.

—¿Será que hoy si puede recibir visitas? —preguntó refiriéndosea la novia de su padre—. Ve al baño a lavarte la cara y después ve a tomarte un café papá. No querrás que Liv te vea así.

—Esta bien pero si...

—Si pasa algo te llamaré... sólo no vuelvas a perder tu celular y llama al trabajo para decir que no vas. No vas a ir, ¿no?

—No, no me moveré de este hospital.

Allan ingresó a la habitación de Olivia después de hablar con la enfermera de turno que le comunicaba que hace sólo una hora había cambiado los sensores de lugar porque los bebés habían cambiado de posición.Cada dos horas había estado entrando y saliendo de la habitación monitoreándolos. Alex lo había llamado apenas amaneció para preguntar cómo seguían. La presión de Liv seguía alta pero estaba estable y más relajada que cuando había llegado la noche anterior.

Reencuentros amorososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora