Capítulo 116

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—Buenas noches, Kathleen. Estoy muy bien —dijo con sarcasmo—. ¿Cómo estás tú?

—Me alegra que estés bien porque Olivia no lo está y no se si los bebés lo estén —contestó y puso sus manos sobre su rostro.

—¿Qué?

—Que Allan tuvo que venir por ella para llevársela al hospital porque tú no contestabas el maldito celular —respiró hondo, estaba descargando toda su preocupación y frustración por no recibir noticias de Olivia ni de sus hermanitos—. ¡Hace más de tres horas se fueron y no sé nada!

—¿En el hospital donde trabaja Allan?

—Sí, supongo —contestó y se sintió culpable por decirle así como así la noticia a su padre.

—¡Quédate con Noah, por favor! —gritó corriendo hacia la puerta.

—¡Me llamas! ¡Quiero saber cómo están! —gritó también desde la puerta viendo como su padre arrancaba el auto a toda velocidad.

Elliot iba rezando en todo el camino a todos los santos e iba maldiciendo a la vez por haber perdido su celular. Habían ido a Jersey y la víctima con la que tenían que hablar se había mudado fuera de la ciudad. Cuando fueron a buscarla no los recibió muy bien y en un forcejeo para calmarla había perdido su celular. Se dio cuenta de ello cuando iban entrando en Nueva York y no había cómo recuperarlo.

Se estacionó pésimo de la desesperación, ocupando dos lugares. Bajó del auto y empezó a correr hacia el hospital, por suerte había llegado en tiempo récord. Ingresó gritando al hospital, pidiendo información de Olivia y de sus bebés o de Allan.

—¡¿Dónde demonios estabas?! —se paró al instante de ver a Elliot ingresar a la sala de espera, por suerte no había nadie o de seguro la mandaban a callar—. ¿Cómo se te ocurre no contestar el estúpido celular cuando tu prometida está embarazada de mellizos?

—¿Cómo están, Alex? —preguntó, sintiéndose todavía más preocupado y culpable que antes. Era su culpa que "Es mi culpa que Olivia esté en el hospital, debía estar a su lado" pensó y se pasó una mano por el cabello—. Yo... necesito verla —añadió rompiendo en llanto en media sala.

—Estarán bien —susurró la rubia más calmada mientras lo abrazaba—. Ellos estarán bien.

—¿Qué pasó? —se separó de ella un poco y limpió sus lágrimas, tenía que ser fuerte por su prometida y por sus hijos—. Es mi culpa, debí estar con ella.

—Está estable... o eso fue lo que me dijo Allan —resopló, hace una par de minutos había ido a darle noticias sobre Olivia y los bebés—. Están monitoreados. Ella y los bebés.

—¿Qué tienen? ¿Es por su presión alta?

—Fue una amenaza de parto. Siguen con ella.

—¿Tú ya...

—No. No me dejan verla —tomó aire—. Allan salió a avisarme cómo estaban porque le pregunté a todas las enfermeras y me paré fuera de la sala a esperar información alguna.

—Tengo que verla.

—No creo que te dejen entrar... no todavía.

Elliot fue por una enfermera y se encontró con Mary, la enfermera que había aconsejado a Olivia cuando se enteró de su embarazo. Ella se preocupó por la salud de ellos así que le prometió que conseguiría información o que al menos uno de los doctores con el que estaba el Dr. Montgomery saliera para hablar con él. 

Regresó a la sala de espera y caminó de un lado a otro. Casi media hora después recordó a Kathleen, la joven estaba tan preocupada y tenía que informarle al menos lo que sabía. Le prestó el celular a Alex y llamó a su hija. Intentó sonar lo más sereno posible para que la chica estuviera más tranquila pero no podía. No tenía mucho tiempo hablando con ella cuando Allan volvió a aparecer en la sala de espera.

Reencuentros amorososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora