Epílogo

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Olivia caminaba nerviosa de un lado a otro en su habitación, vestida tan solo con su bata de baño blanca. Su habitación tenía una gran ventana que daba justo al jardín y decidió asomarse por ella para ver como marchaba todo en el jardín de su casa. Todo estaba en su lugar ya. Las sillas, los arreglos florales, la mesas y lo más importante, el altar, estaban perfectamente colocados donde habían quedado que estarían.

 Las sillas, los arreglos florales, la mesas y lo más importante, el altar, estaban perfectamente colocados donde habían quedado que estarían

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Respiró profundo y se paró delante del espejo. Ya estaba maquillada y peinada, sólo faltaba que se pusiera su vestido que estaba sobre la cama.

—Este es el día que tanto esperaste por más de 15 años, Olivia —se dijo limpiando una lágrima que había descendido por su mejilla que por supuesto era de felicidad.

Tomó el vestido y se lo midió por encima de la bata. Había demorado tanto en encontrar un vestido con el que se sintiera cómoda, ideal para esa ocasión. Un vestido blanco con un pronunciado escote en v con un fajín dorado justo debajo de su busto, lo que lo hacía un poco más pronunciado que antes debido a que seguía dando de lactar a sus bebés. 

Hace siete meses, luego del parto, no se sentía muy segura con su cuerpo pero poco a poco fue retomando sus curvas y su seguridad regresó. Elliot se la pasaba diciéndole lo hermosa que era pero el espejo no le decía lo mismo por lo que esperaron todos esos meses después del parto para la boda. Además que estaban mucho más preocupados en la salud de los gemelos que de cualquier otra cosa. Después de que Ethan y Livi nacieran... sí, Elliot se había salido con la suya y habían terminado llamando a la bebé así por todo lo que había pasado durante el parto con ella y con su madre, los bebés se habían quedado en incubadoras por un mes. Olivia no estaba dispuesta a irse a casa sin sus hijos pero había terminado aceptando porque no podía descuidar de Noah tampoco. Todos los días por reloj, Elliot y Olivia iban a ver a sus hijos durante el tiempo que Noah estuviera en la escuela y después de eso se turnaban para ir con los bebés. Los doctores al principio decían que tendrían que estar dos meses en la incubadora pero crecieron tanto en un mes que les dieron el alta diciéndoles que de prematuros ya no tenían nada. 

—¡Mami! ¡Mami! ¡Mami! —gritó Noah del otro lado de la puerta, sacándola del mar de recuerdos en el que había ingresado. Por lo general su hijo ingresaba a su habitación seguido de los gritos pero esta vez no lo hizo así por lo que dejó el vestido cuidadosamente sobre la cama y fue a abrirle la puerta.

—Cariño, esta abierto —contestó antes de abrir la puerta y notar por qué no había entrado como un torbellino—. Así que sólo vienen los tres —añadió ayudando al pequeño con el coche donde estaban los gemelos—. Hola mis amores.

—Ma, ma, ma —dijeron a la vez los gemelos y luego Ethan dio un gritito de felicidad.

—Están muy guapos ustedes tres, eh.

Sonrió.

Sus tres hijos estaban vestidos muy formal. Noah e Ethan con traje beige, camisa blanca y un corbatín, mientras Livi estaba con un vestido color beige tipo tutu y un gran moño en su cabeza.

Reencuentros amorososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora