Capítulo 65 (+18)

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—Te traje aquí para hablar y para que te tranquilices un poco. Luego nos vamos a mi departamento. Es temprano aún —informó Elliot respondiendo a la pregunta no formulada cuando se estacionaron frente al edificio de Olivia, él sabía que ella quería preguntar.

—Bien.

Subieron en el ascensor hacia su departamento. Él envió un mensaje a Lucy diciéndole que quizás se demoraban un poco más en llegar. Ella lo miraba fijamente tratando de encontrar la tranquilidad que necesitaba en sus ojos.

—Te puedo preparar algo de comer al llegar si quieres —ofreció sonriendo.

Ella asintió. Estaba más calmada que cuando salió de la oficina de Dodds.

"Sigo sin poder creer lo que nos dijo Dodds. Odio llorar de esta manera porque lo que quería era golpearlo. ¡Dios! Estoy embarazada, no tengo una enfermedad terminal que me limita" pensó sin poder quitarse las palabras de Dodds de su cabeza. "Él no hará que me arrepienta de la hermosa familia que estoy formando con Elliot. No podría estar más feliz de estar a su lado. Es lo que siempre quise y nunca me atreví a aceptarlo." se dijo mientras lo contemplaba.

Él la miraba por ratos y sólo acariciaba su mano, la cual tenía agarrada desde que bajaron del auto. Ese simple contacto había calmado más a Olivia, lo amaba y no estaba arrepentida de su amor por él o de estar embarazada de gemelos de él.

—¿Quieres algo especial para comer? —preguntó con una sonrisa encantadora que la enamoraba más cada día, como si eso fuera posible.

Abrió la puerta y ella lo miró a los ojos, aún sin responder. Su mirada esta vez tenía algo diferente que cuando salieron de hablar con Dodds, era más profunda, más intensa. Ella había decidido que se quería olvidar de esa estúpida conversación con el jefe, era feliz con lo que tenía y nadie iba a hacerla cambiar de opinión. Sólo le faltaba quitarse esa rabia, esa impotencia y ya había decidido cómo hacerlo.

—Quiero algo en especial —contestó y pegó su cuerpo al de él dejándolo contra la puerta—. A ti —susurró y atrapó sus labios en un intenso beso pero antes mordió su labio un poco.

Elliot giró minutos después dejándola a ella contra la puerta.

—Tus deseos son órdenes para mí —aseguró y le sonrió tomando aire para continuar la ronda de maravillosos besos que le estaba dando su amada.

Él no se acercaba demasiado a ella ya que no quería poner su peso encima y ella se empeñaba en atraerlo y pegarlo más a su cuerpo.

—Te prometo que no voy a romperme —giró para dejarlo de nuevo contra la puerta de la entrada, lo necesitaba cerca, muy cerca—. No quiero... que me... trates... como una... muñequita... de cristal —pidió y entre cada pausa besaba y mordía levemente su cuello, sus cuerpos cada vez más unidos, como si fueran uno—. No hoy por favor —añadió susurrando en su oído y mordió su lóbulo.

Elliot giró nuevamente dispuesto a darle lo que quería con tal de hacerla feliz y hacer que se olvidara de todo, claro que no sólo ella estaría feliz por su decisión de como sacar su rabia acumulada ya que él adoraba tenerla entre sus brazos.



Suspiró y se estremeció al sentir a Elliot mucho más pegada a ella. Sus manos ascendieron de su cintura a su espalda por debajo de la blusa. El solo contacto de las manos de él sobre su cuerpo la hacía temblar. Elliot empezó a bajar por su barbilla dejando besos por su cuello hasta dirigirse al escote de su blusa. Sus latidos eran cada vez más rápidos, su respiración acelerada. Ella mantenía sus ojos cerrados, disfrutando de los labios de Elliot sobre su piel. Empezó a sacar su blusa y la dejó justo en sus muñecas, las cuales subió y pegó a la puerta. La besó en los labios apasionadamente y fue descendiendo por su barbilla lento, besando, mordiendo, lamiendo, hasta llegar a sus pechos. Aún tenía su brasier puesto pero no fue impedimento para atrapar uno de sus pechos entre sus labios.

Reencuentros amorososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora