5-Kanon y el principito

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El rey Krest y ambos príncipes, acompañados de la guardia real que encabezaban los gemelos ya se encontraban cerca de su destino; una comitiva oficial del reino español salió a su encuentro y así llegaron hasta el palacio.

El rey Francisco los recibió con una gran sonrisa pero pudo notar que Camus se hallaba pálido y parecía enfermo.

Tras saludar afectuosamente a la realeza gala, preguntó si deseaban llevar al pequeño príncipe a su recámara a descansar o bien, que lo viera un doctor.

 Krest aceptó la oferta y Kanon tomó a Camus en sus brazos y siguió a los lacayos que le guiaron por lujosos pasillos hasta llegar a los aposentos destinados a las visitas reales...

Lo recostó en la gran cama y notó que tenía fiebre, obviamente el viaje no le había sentado bien pero era justo el joven príncipe el que tenía mayor deseo de hacer ese viaje.

Kanon sabía perfectamente cuánto deseaba estar allí el jovencito... habían hablado mucho del tema de interés de Camus, habían comenzado con simples pláticas sobre el príncipe español, su poderío militar, su gallardía y valor en batalla...

Kanon lo había conocido, más de lo que él quería recordar, y muy a su pesar, le había hablado maravillas del futuro regente español; sin sospecharlo, había fomentado un amor platónico en Camus.

En ese momento, ambos estaban allí, uno con ganas de salir corriendo y no toparse con el insufrible príncipe y el otro lleno de anhelos por conocerlo.

Camus se movió afiebrado y pidió agua, cosa que Kanon obedeció al momento; llegó el doctor y lo hizo retirar para revisarlo.

Esperaba en el pasillo por el diagnóstico del médico cuando una voz conocida lo sobresaltó

-Esa cabellera, ese cuerpo, te reconocería entre miles... me estás buscando? qué haces aquí, belleza...

Kanon sintió cómo cada palabra le causaba repulsión en su interior pero se mantuvo firme en su postura de guardia, al lado de la puerta; no le daría el lujo de que viera cómo lo afectaban las palabras antes oídas

-Kanon belleza mía... porque eres mío...

Shura se acercó peligrosamente al gemelo y le acarició el rostro, pero él movió la cabeza rechazando el gesto.

-Sabes que nadie puede negarme nada belleza... podría mandarte a azotar por tu impertinencia pero... eres demasiado hermoso para arruinar tu piel con latigazos...

-No soy tuyo, nunca lo fui... sólo fui un juguete que usaste a tu antojo...

-No digas eso... yo te amé cada una de esas noches que compartimos

-¿Me amaste? Tú me violaste! me forzaste a entregarme haciendo uso de tu poder soberano y mayor rango en el ejército... yo no quería estar contigo, yo...yo era virgen y tú destruiste mi vida...

Kanon se había salido de sí, le gritaba al príncipe como si fuera cualquiera y Shura lo tomó de un brazo y lo alejó a un recodo del pasillo, apartado de los dormitorios.

-Déjame remediar eso... cuando te alejaron de mí, yo...  yo entendí lo mucho que me importabas

-Te importaba? me violaste, humillaste... te reías de mi sufrimiento... cuando él me encontró esa noche, yo... ya no quedaba nada de mí... él me curó, sanó mi corazón...

-Vuelve conmigo... eres mío, tú lo dijiste... fui yo tu primer hombre...

Lo quiso besar y Kanon trató de alejarlo pero esta vez Shura puso resistencia y comenzaron un pleito airado.

Shura había puesto contra la pared a Kanon, usaba una pequeña daga apretada a su garganta para mantenerlo quieto mientras le besaba el cuello y lo sujetaba fuerte contra el muro, de espaldas a él.

-Jaja, es bueno saber que se te tiene prohibido lastimar a un príncipe... cuanto más rudo, mejor, mi belleza... serás mío de nuevo...

-Déjelo en paz...

Shura volteó a ver de dónde provenía la voz y se encontró a un joven que le miraba fijo; no lo conocía y no le dio importancia...

Siguió apretando a Kanon contra la pared y puso su mano en su cuello, cortándole el aire...

-Vamos a mis aposentos, belleza...

-Dije que lo deje tranquilo...

Shura se dio vuelta con fastidio y sin darle tiempo para reaccionar, lo empujó brutalmente contra la pared del corredor, haciendo que golpeara su cabeza para luego caer inconsciente...

Kanon, que había sido liberado del agarre, trataba de recuperar su aliento, cuando vio a su príncipe en el suelo.

-No... por qué?- se tiró al piso para levantar al menor mientras le acariciaba con ternura y nerviosismo.-No debió tratar de defenderme...

-¿Te interesa un mero sirviente? ni siquiera lo había visto antes y me enfrentó! haré que mi padre lo mande a azotar.

Su palabrerío acabó cuando vio a Kanon levantarlo con una delicadeza extrema y sin mediar palabra, lo llevó nuevamente al dormitorio que ocupaba.

-¿Osas dejarme con la palabra en la boca? ¿Quién es ese niño?

-Es mi príncipe... mi joven alteza, está bajo mi protección...

-El príncipe de Francia? ese es el príncipe de Francia? es un debilucho insignificante...

No pudo terminar de hablar porque un puño bien acertado lo tiró de bruces al piso.

-No... no vuelvas a hablar así de mi pequeño príncipe... él... él es más fuerte que todos nosotros juntos... él... es una persona hermosa por dentro, no tiene maldad y es todo amor hacia los demás... trataba de defenderme, mi adorado ángel...

Su puño se cerró y temblaba de impotencia y dolor

-Jamás... jamás... vuelvas a insultarlo y mucho menos tocarlo porque olvidaré que también eres un príncipe y te mataré.

Desde el piso, Shura no daba crédito a lo que escuchaba y menos ver que Kanon hablaba con adoración de ese niño.

Algo en su pecho le hizo sentir que había actuado mal... se incorporó y en silencio se acercó al gemelo, que acariciaba el largo cabello de Camus.

-Lo lamento... lo siento... enviaré a mi médico personal para que lo revise y vea que todo está bien... en verdad siento lo ocurrido Kanon...

Sin decir más comenzó a retirarse de la habitación, el gemelo ni siquiera volteó a ver.

-¿Y sabes algo más, Shura? Él te admira y respeta mucho... no es irónico?

Shura no dijo nada, bajó la cabeza y se fue... ni siquiera había visto bien el rostro del príncipe pero era obvio que aún era muy joven.

Se sintió una completa basura por sus acciones pero recobró su compostura y bajó a la presentación oficial de la realeza francesa...

Allí estarían ausentes las únicas dos personas que en verdad deseaba aprender a conocer mejor: una, para que le perdonase y poder así ganar su corazón y la otra, para que le enseñase a ser mejor persona.

Enemigo íntimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora