34- Destinos unidos

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El reino de Francia celebraba la coronación del nuevo rey.

Degel había tomado el lugar de Krest como soberano del país galo y a su festejo se le sumaba el nacimiento de su primogénito, Antoine, heredero directo al trono.

La reina sonreía feliz, con su pequeño retoño entre sus brazos, mientras su esposo la abrazaba con amor y presentaba su hijo en sociedad...

Marié era muy dichosa, Degel era todo lo que ella siempre había soñado en un esposo y la había hecho madre...

Su historia de amor era contada entre los nobles y en el pueblo, donde las doncellas soñaban con encontrar a su príncipe azul, casarse con ellos y ser felices como lo eran sus soberanos...

Ya llevaban dos años de casados y en el reino muchas cosas habían sucedido...

Krest, tras abdicar al trono y coronar como sucesor a su primogénito, viajó a España junto a Francisco y se instaló allí... habían formalizado su unión y fue aceptada como símbolo de la unión de los reinos.

Aparte de que Francia había demostrado su disposición de ayuda al enviar sus ejércitos para luchar contra Portugal, cuando éstos atacaron nuevamente el reino ibérico.

La guerra se desató y Shura fue al frente de su ejército, dejando a un angustiado Camus en el palacio...

Tras meses de cruentas luchas y muchas pérdidas humanas, los portugueses aceptaron su derrota y firmaron la rendición.

Shura había sido herido de gravedad... lo traerían lo antes posible pero era peligroso.

Camus salió al encuentro de las caravanas que volvían y buscó desesperadamente a su príncipe... lo traían en una caravana aparte, un doctor y dos personas más lo asistían pues estaba inconsciente.

Camus subió al carruaje y sus ojos se llenaron de lágrimas inmediatamente al verlo tan débil e indefenso; estaba muy pálido pero su respiración era tranquila... se acercó y le besó la frente

-Shura... amor mío... despierta...

-Pronto lo hará, mi pequeña majestad... no se preocupe...

Esa voz... Camus giró inmediatamente para mirar a los jóvenes que venían junto a él y se encontró con la hermosa sonrisa de Kanon...

-¡Kanon!- se tiró a los brazos de su amado amigo llorando y riendo al mismo tiempo...

No lo había reconocido, bueno en verdad ni siquiera lo había mirado en su afán por ver el estado de Shura; su cabello lucía corto, apenas debajo de los hombros, estaba más delgado pero sus ojos brillaban de felicidad por ver a su amado príncipe.

-¿Qué haces aquí?

-Me alisté en el ejército y terminé peleando al lado del príncipe Shura... él... él recibió la herida por salvarme, alteza...

Fue una emboscada y cayeron casi todos, sólo dos jóvenes, el príncipe y yo salimos con vida... cuando nos atacaron, él me tiró al suelo y recibió el ataque que venía en mi dirección... estaba inconsciente y yo lo saqué del campo de batalla... le he cuidado desde entonces...

-¿Shura salvó tu vida?

Camus se volvió a acercar a su prometido y le acarició el pálido rostro.

-¿Crees que va a estar bien?

-Sí alteza, creo que ya está fuera de peligro pero debe descansar porque estuvo muy débil y se le hicieron transfusiones de sangre... yo doné para él por ser universal...

-Gracias por estar siempre presente de un modo u otro en mi vida! él fue herido en tu lugar, pero tú lo salvaste al sacarlo de allí... ¡gracias Kanon!

-De nada, alteza! si a Shura le sucediera algo, usted sufriría mucho y yo no lo podría soportar...

-¿Cómo has estado en todo este tiempo? ¿qué pasó con Sag...

-Ahora no, mi alteza... luego hablaremos... el príncipe necesita tranquilidad y no es bueno que hablemos aquí...

-Tienes razón, Kanon, pero me debes una charla...

Le acarició el rostro a Shura una vez más y se dedicó a velar su sueño.

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Francisco esperaba con ansias el matrimonio de su único hijo, para luego abdicar y cederle el trono de España...

Con casi veinticinco años, Shura estaba más que preparado para tomar el liderazgo del reino junto a su consorte, el príncipe de Francia.

Sus planes se habían visto pospuestos por las heridas recibidas por el príncipe, de las que ya se estaba recuperando con la ayuda constante de Camus y también de Kanon, quien había vuelto a dar su sangre para transfundir a Shura.

Era cuestión de tiempo para que estuviese completamente bien.

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Kanon estaba sentado en la sala de estar al lado de la habitación de Shura; esperaba a Camus pues se debían una charla y el príncipe había insistido en que lo esperase allí.

Se sentía raro, el estar allí junto a su adorado amigo y su futuro esposo...

Lo vio venir y por costumbre se paró e hizo la reverencia provocando una cara de molestia en Camus, que rápidamente cambió por una sonrisa sincera.

Pidieron café y se sentaron en un silencio incómodo y bastante extraño...

-¿Dónde has estado todo este tiempo, Kanon? desde que vine a España no tuve más noticias tuyas...

-Me alisté en el ejército cuando empezó la guerra y he estado en batalla desde entonces, alteza... no deseaba molestarlo...

-Después de tantos años de amistad, pretendes que te crea lo que me dices? qué pasó contigo? y Saga?

-Yo... en verdad lo siento... no podía traerle problemas cuando usted estaba tan preocupado por su príncipe, quien luchaba en el frente... yo no deseaba molestar...

-¿Es eso o algo cambió después de lo que pasó entre nosotros?

-Alteza, Camus... yo tuve mucho miedo que el príncipe no lo aceptara por haber estado conmigo y que eso trajera dolor a su vida...

Cuando nos encontramos en batalla, él me hizo saber que estaba todo bien entre ustedes y que sabía la verdad...

Me sentí aliviado y feliz por ti... luego ya no pude comunicarme con usted en verdad...

-Aún no me contestas cómo están tus cosas con Saga...

-Él está en Grecia, en nuestra antigua casa... me espera cuando el príncipe se recupere... aún no hemos superado lo de aquella noche...

Fue a buscarme, volvimos a estar juntos pero creo que aún se siente inseguro de mis sentimientos por usted...por eso me alisté para la guerra, no podía ver la duda en su rostro... sus celos...

-¿Por mí?

Camus se sorprendió ante esto.

-Tú y yo tenemos una unión muy fuerte pero no podría compararse al amor que sientes por Saga! Shura y yo te ayudaremos, amigo mío... te debo mucho y no podré pagarte en mi vida... al menos te quiero ver feliz para que mi felicidad también sea completa... sabes que te adoro!

-Gracias majestad... yo también lo quiero mucho, siempre ha estado en mi corazón!

Sonrió dentro de su tristeza y Camus lo abrazó fuerte.

-Te he extrañado tanto, Kanon... y ya, por favor, deja de decirme así! ¿Cuándo me dirás sólo Camus?

Y allí estaba la hermosa sonrisa de su amado amigo otra vez en su rostro.

-Como digas, Camus!

Enemigo íntimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora