8-Intrigas y tramas

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-Adelante joven Camus...

El rey extendió sus brazos y el príncipe se acercó con una leve sonrisa, respondiendo a la muestra de cariño. -¿Cómo se encuentra de salud?

-Mejor, alteza... gracias...- su rostro estaba sombrío y el rey lo notó en seguida; ese chico destilaba alegría normalmente.

-¿Estás así por mi hijo? yo... no sé qué decirte... me acaba de confesar todo y aún no lo proceso como corresponde... es un príncipe! debe ser un ejemplo y siempre creí que lo era pero ahora...

-Majestad... yo... yo no diré nada que destruya lo que recién se está forjando... yo creo que la unión de los reinos es absolutamente necesaria...si es preciso me retiraré con Kanon para que puedan seguir con la logística; me lo llevaré de aquí para que no haya impedimento alguno...

Él es mi amigo y a pesar de que fue muy duro lo que le pasó, Kanon no quiere que tenga malos pensamientos para con el príncipe... yo le tenía tanta admiración a su hijo y todo eso se rompió de golpe al escucharlo amenazar a Kanon... él pudo haberse defendido pero prefirió dejar que lo agrediera y humillara a poner en riesgo la paz de los reinos... alegaré problemas de salud y volveré a Francia.

- Camus, esa decisión suya es muy loable pero no sé si es acertada...

-Hablaré con mi padre...

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Portugal

Escondidos en un callejón oscuro, cubiertos con harapos para no ser reconocidos, dos hombres hablaban en secreto:

-Avísale a Hades que nuestras sospechas eran ciertas y que en estos momentos la realeza francesa se encuentra en España entablando negociaciones.

-Pero eso es imposible! han sido años de odios! cómo pueden de golpe hacerse amigos?

-Al parecer estos dos reyes no aprueban las acciones pasadas y han decidido revertir ese odio en fraternidad.

-No lo permitiremos! debemos poner trabas en las negociaciones y ya sé lo que haremos; debo hablar con el señor Hades, seguro le gustará la idea.- una sonrisa malvada apareció en su rostro.

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Habían transcurrido varios días y todo se desarrollaba con normalidad... habían acordado que celebrarían el cumpleaños del príncipe Degel en el reino vecino y así sería una forma de serenar los ánimos. 

Camus seguía triste; su decepción ante el accionar del príncipe lo había afectado mucho más de lo que demostraba; sólo Kanon parecía darse cuenta y eso lo ponía mal porque consideraba que por su pasado, el pequeño príncipe sufría...

-Lamento tanto que todo esto sea por mi culpa, majestad...

-Nunca te disculpes ni te sientas mal por algo que no pudiste evitar... yo sé de la promesa que deben hacer y no me parece justo que sólo por tener un título nobiliario, podamos tener derecho a usar a los demás como si fueran cosas... es horroroso!

-De todos modos, lo lamento... usted tenía muchas ganas de conocerlo y todo salió mal...

-Kanon, luego del cumpleaños de Degel, esa misma noche, nos iremos de vuelta a Francia; díselo a Saga, en dos noches partiremos tú y yo... 

-Sí, majestad... yo lo lamento tanto...

Su voz se quebró y Shura, que había escuchado la conversación desde donde estaba oculto, no pudo evitar sentirse de lo peor... ese niño tenía razón en cada palabra que le había oído pronunciar...

Quiso acercarse a Kanon pero no se animó, lo vio muy triste y su corazón se oprimió. ¿Realmente se había enamorado del gemelo?

Krest y Degel platicaban con el rey Francisco en su despacho; éste había recibido una esquela en la que lo intimaban a esclarecer la nueva relación de amistad con el reino de Francia.

El texto añadía un pequeño documento adjunto en el que decía que los reinos que se unían luego de grandes luchas o enemistades, sólo podían sellar su lazo mediante un contrato matrimonial uniendo a dos miembros de ambas realezas...

Los reyes se miraban perplejos ante la nueva situación; Krest no atinaba a pensar en una idea de cómo solucionar el dilema... su hijo era demasiado joven para casarse y además, no sabía la razón por la que a Degel no le gustaba mucho el príncipe español... 

-Hablaré con Shura y veremos cómo lo solucionamos...

Al rey Francisco le gustaba la idea de casar a su hijo con el mayor de los príncipes franceses; su ideal hubiese sido Camus, a quien le tenía un profundo cariño, pero éste era aún muy joven...

-Pero yo no deseo casarme padre!- Degel se paró y se acercó a su progenitor. -Debe haber otro modo!

-¿Qué sucede aquí, padre? - Shura acababa de entrar y se encontró a un ofuscado príncipe. 

-Sucede que me quieren casar contigo y yo no quiero! apenas si te conozco, no creo que sea justo ni correcto!

-Degel... tranquilízate... joven Shura, sucede que nos han intimado con un documento en el que sólo con el casamiento de dos miembros de la realeza, se podrán lograr los vínculos que deseamos para nuestros reinos...

-Pero... no... eso no sucederá... verdad, padre?

Francisco no respondió en seguida, luego miró a su único heredero

-Si es la única manera, entonces lo siento, Shura...

-No lo haré... nunca... entiendes? jamás!

-Lo mismo digo... eso no pasará...

Ambos príncipes salieron muy enojados con sus respectivos padres porque era obvio que, más allá de sus rabietas, ellos los podían obligar a hacerlo...

Llegó la noche de la celebración de cumpleaños; Degel se sentía preocupado por Camus, lo veía triste y distante, pensativo... lo había visto cerca de Kanon todo el tiempo y éste no se hallaba de mejor humor que él.

Buscó a Saga y lo encontró arreglando su uniforme para la fiesta de disfraces.

-¿Sabes qué les sucede a Camus y a Kanon? ambos están raros, tristes...

-No me corresponde a mí decírselo, alteza... 

-Te lo exijo, Saga... qué sucede?

-Bien... tras su fiesta de cumpleaños, el príncipe Camus volverá a Francia acompañado de mi hermano... tomó esa decisión y no hubo modo de hacerlo cambiar.

-¿Pero por qué? ¿Qué pasó?

-Eso lo debe hablar con ellos pero sí le debo confesar que, en parte, el príncipe lo hará por mi hermano...

-Iré a tratar de hacerlo recapacitar... gracias Saga...

Degel salió en busca de su hermano pero no lo encontró; ya era tiempo de cambiar su vestuario y se encaminó a los aposentos de Camus porque habían decidido cambiar de cuartos, al tener éste unos espejos gigantes donde podría ver su reluciente traje.

Mientras tanto, Camus no se había cambiado aún, tenía puesto sólo el pantalón y la camisa blanca.

Escuchaba una tenue melodía y sin pensarlo, tomó la parte de arriba de su traje y empezó a girar, como si bailara con una compañera; sonreía y sus ojos estaban cerrados...

Sólo escuchó que se abría la puerta y salió corriendo al encuentro de quien suponía serían Degel o Kanon.

Una mano a su boca para silenciarlo y otra con una daga incrustándose en su abdomen y ya no supo más.

-Idiota... no debías herir al príncipe! debías dejar la daga para que culpasen al príncipe Shura... ahora el heredero al trono está en peligro de muerte... llevémoslo... rápido...

-No te preocupes por el príncipe... de todos modos, nunca llegarán a encontrarlo con vida y la guerra se desatará... nuestro regente estará feliz...

-Príncipe... mi joven majestad... ya está listo?

Enemigo íntimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora