39- Una boda real

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A pesar de la incertidumbre por el embarazo de Camus, habiendo vuelto Shura al palacio, todo estaba listo para la boda real y el reino se vestía de fiesta.

Jamás habían imaginado que el egocéntrico e indomable príncipe ibérico sería conquistado por el más joven de la realeza francesa, pero lo más importante, era que Shura sería feliz y que había cambiado en todo sentido para bien...

España aceptaba al joven galo como su futuro consorte y ya deseaban conocerlo más que de palabra...

Todo estaba listo y un elegante Francisco acompañaba en el altar a su único hijo y heredero al trono.

Shura sonreía pero sus nervios eran muy grandes, la enorme puerta de la Catedral no se abría y ya se estaba desesperando.

El Himno al amor comenzó sus acordes y las puertas se abrieron para dejar ver a Krest, trayendo del brazo a su hijo menor, quien venía vestido con un traje clásico color blanco.

Parecía irreal la imagen que aparecía en las pantallas que mostraban al pueblo ibérico quién sería el consorte de su futuro soberano...

Hubo un murmullo generalizado, no parecía ser más que un adolescente y tenía una belleza increíble.

Su larga cabellera aguamarina iba peinada suelta, sólo con una hermosa tiara de oro blanco y un zafiro incrustado que le adornaba...

Sus ojos azul violáceos brillaban en su felicidad y sus mejillas tenían un ligero rubor al sentirse centro de las miradas de todo el pueblo español.

Una figura delgada pero bien definida y una sensualidad innata que inconscientemente seducía a todos a deleitarse en la imagen...

Camus avanzaba seguro hacia Shura, que lo esperaba vestido en su traje militar de gala, con todas sus condecoraciones luciendo en el frente y una sonrisa que mostraba su amor y felicidad por estar allí, deseoso de unir su vida al ser que le robó la voluntad...

Llegó a su destino, pasando una ojeada a la primera fila donde se encontraban las personas que más amaba en la vida: Degel, Marié y su pequeño sobrino, Saga y Kanon, quién era el vivo rostro de la felicidad y le tocó la mano al pasar...

-Dios te bendiga, Camus!

Subió los dos escalones que lo separaban de Shura, Krest le dio un beso en la frente y lo entregó a su casi esposo, quedándose a un lado, al igual que Francisco.

Todo el protocolo se llevó a cabo, se juraron los votos de amor eterno, el sacerdote bendijo las alianzas y con voz segura, Shura habló:

-Yo te tomo como mi esposo, Camus, mi ángel amado, no te haré promesas que ya te he hecho, no te diré cuanto te amo... pero juro ante Dios que todo de mi te pertenece, que soy tuyo para que dispongas como desees...

No permitiré que nada ni nadie ose lastimarte ni herirte de modo alguno, ni a ti ni a nuestros herederos... somos una unidad, tú y yo y así lo seremos aún más allá del fin de los días... mi vida te pertenece y con esta alianza sello mi promesa de amor eterno.

Sin dejar de ver a Camus a los ojos, perdido en su mirada cristalizada en emoción, colocó el anillo en el dedo anular para luego tomar la mano y besarla con devoción. El menor sonrió feliz y tomando la palabra dijo:

-Yo te tomo como mi esposo y rey, Shura, mi príncipe amado... eres el dueño de mi corazón desde hace tanto tiempo, todo de mi te pertenece y soy tuyo por toda la eternidad...

Juro que no haré más que hacerte feliz, cuidarte y amarte por siempre, formaremos la familia que hemos soñado y sello mi juramento con esta alianza.

Tomó el anillo y lo colocó en el dedo anular de su esposo, quién lo miraba fijo sin poder despegar los ojos de su copo de nieve.

Era el momento más importante de sus vidas y se sabían observados por todos, pero no les importaba...

Eran ellos dos sólo, un instante en el tiempo en que no existía nada más; sólo escucharon las palabras del sacerdote haciendo la pregunta de rigor sobre si alguien se oponía y como una briza llegaron las palabras que los unían con la bendición de Dios:

- Los declaro esposos ante la ley de la iglesia... que el hombre no separe lo que Dios ha unido... puede besar a su consorte, príncipe...

Shura no necesitó que se lo dijera dos veces, tomando a Camus de la cintura y besándolo con todo su amor, siendo correspondido de igual modo, sonriendo ambos en el beso compartido.

Salieron tomados de la mano, siendo felicitados por los reyes, familiares y al llegar a las afueras de la Catedral, el pueblo ibérico estalló en gritos de júbilo, ovacionando a los recién casados y aceptando formalmente a ese ángel que había conquistado el corazón indómito de su príncipe.

Las celebraciones comenzaron y Camus buscaba entre los muchos invitados a su amigo pero era imposible hallarlo entre la multitud.

Los representantes de los diversos países se acercaban para felicitarlos, los colmaban de bendiciones y ellos recibían los halagos con sonrisas sinceras.

Llegó el brindis y tanto Francisco como Krest les dirigieron hermosas palabras, calando profundo en el corazón de Camus, cuando se acercaron a él y poniendo sus manos en su aún plano vientre, bendijeron y pidieron por el bienestar de su nieto.

El joven príncipe sintió que un nudo se formaba en su garganta y se abrazó a ambos sollozando emocionado.

-No llores hijo... es un día de mucha felicidad y este bebé no puede quedar ajeno a nuestras bendiciones... lo amamos tanto como a ustedes... sólo deseamos eso, que sean felices siempre...

Shura no podía contener las lágrimas pero en ese instante, el vals comenzó a sonar y quitando las traviesas lágrimas del rostro de su esposo, lo llevó al centro del escenario, donde lo tomó por la cintura y lo fue guiando suavemente.

Camus, lo tenía sujeto con sus dos brazos rodeando su cuello y se perdían uno en la mirada contraria, se amaban sin palabras, se sonreían cómplices...

Fueron interrumpidos por unas voces conocidas, al voltear encontraron a los gemelos que lucían radiantes en sus trajes militares de gala francesa.

Shura tomó a Kanon rápido de la mano y comenzó a bailar, sorprendiendo a los demás... Saga entonces hizo lo propio con Camus .

Shura lo había alejado un poco del centro del escenario mientras bailaban al compás del vals y entonces habló tranquilo:

-Perdón por ésto, sé que deseas estar con Camus pero hoy, que por fin se cumple mi sueño de casarme con la persona que amo y con quién voy a formar una familia, debo cerrar mi historia contigo.

Yo... quiero que dejemos el pasado atrás, quiero estar en tu vida sin tener que agachar la mirada por culpa...

Eres el tesoro de Camus, su otro amor y siempre estarás presente, por lo que quiero pedir tu perdón y que me brindes tu amistad...

Kanon no veía engaño en su mirada, lo miraba tranquilo y no vio rastros de aquel monstruo de sus pesadillas...

Le sonrió abiertamente y le dio la mano, sorprendiendo al ibérico.

-Mi nombre es Kanon, guardia y mejor amigo del príncipe Camus de Francia... un placer...

Shura entendió el mensaje y sonrió agradecido

-Mi nombre es Shura, príncipe de España y esposo de su mejor amigo... el placer es todo mío...

Unos metros más lejos, Camus veía la escena y sonreía feliz junto a Saga.

Una historia se cerraba y una nueva daba inicio.

Enemigo íntimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora