37- Regalo de amor

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-Camus... necesito tenerte... ahora....

-Mi vida, estás convaleciente aún, no sería correcto... tus heridas podrían abrirse...

-Por favor... sé que serás tierno conmigo...

Una sonrisa pícara apareció en los labios de Shura, pero su rostro mostraba que hablaba en serio.

Camus se levantó, fue hacia la puerta y le puso seguro. Se acercó sensualmente a su futuro esposo con una mirada llena de amor y lo acarició con mucha ternura.

-Te amo tanto...

Terminó su frase sobre sus labios, los que mordió apenas para luego besar con pasión; se quitó lentamente la ropa y subió a la cama con él, acomodándose a su lado y comenzando a acariciar todo de él...

Shura tenía un cuerpo bien formado, parecía tallado por los mismos dioses y Camus se perdió en esa belleza varonil que tenía por novio.

Besó y acarició todo de él, lo amó con sus manos pequeñas y sus dulces labios, haciéndolo estremecer de deseo y lujuria...

Él mismo se lubricó y preparó para ser penetrado, haciendo todo un show para los ojos de su amante que no podía creer lo que veía...

Cuando lo consideró suficiente de hacer esperar a su amado que lo miraba perdido en deseo contenido, se subió sobre sus piernas y acomodándose encima de su enhiesto miembro, se fue autopenetrando...

Shura gemía sin reparos y Camus se sentía en la gloria, por estar dándole placer al ibérico...

Él era quién sacaba esos suspiros, jadeos, alaridos de pasión de su boca y los temblores en su cuerpo a medida que su orgasmo se acercaba.

Camus se movía sensualmente pero con un ritmo frenético y profundo, mientras lo besaba con desesperación...

Sintió que estaba por acabar y su cabeza se tiró hacia atrás... creyó perder el sentido pero Shura lo sostuvo y atrajo hacia su pecho.

Sus espasmos repercutieron en su esfínter que lo apretó con fuerza, provocando el orgasmo propio...

Su amado príncipe le había dado un placer que jamás imaginó y se sentía tan bien al tenerlo entre sus brazos, aún dentro suyo, mientras recuperaba el aliento... 

-Eso... fue increíble!

Shura halagó y Camus se sonrió cansado, saliendo lentamente de encima suyo y recostándose a su lado para quedar profundamente dormido.

-Pronto serás mi esposo y te haré el hombre más feliz de todos! te amo, mi ángel...

El ibérico le hablaba mientras acariciaba su cabello y lo veía dormir...

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Krest y Francisco estaban felices porque la boda real ya tenía fecha y ambos monarcas esperaban ansiosos ese momento.

Shura había viajado hacia donde el ejército se hallaba reunido, acompañado de los gemelos y ya no debían tardar en regresar...

Camus se probaba su traje de novio frente al espejo, ante la mirada dulce de su padre, que veía cómo su hijo había crecido y madurado.

Su enfermedad parecía haberse calmado, hacía tiempo que no tenía episodios de debilidad y eso llenaba de esperanza y felicidad a Krest.

Camus lo observaba a través del espejo y le sonreía

-¿En qué tanto piensas, padre?

-En cuanto has crecido, madurado y que te ves bien, sano... sobretodo, te ves feliz!

Enemigo íntimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora