29- Pasión 2° parte

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Kanon besaba el torso níveo del príncipe, acariciaba con sus labios uno de los suaves botoncitos mientras con su mano le daba el mismo tratamiento al otro.

Camus creía perderse en el placer que sentía se apoderaba de su cuerpo... nunca había imaginado lo que sentiría al estar con otro hombre y hasta había temido que lo considerasen débil o ser rechazado...

Pero en ese momento, el gemelo le demostraba con su boca y sus manos que era preciado para él, que le gustaba lo que veía y lo hacía sentir muy bien... parecía venerarlo con cada toque...

Los labios del mayor fueron bajando hacia su abdomen, sin dejar parte de su piel sin besar ni acariciar; su lengua jugaba en su ombligo provocando cosquilleos y una ansiedad extraña que pronto descubriría como la gloria suprema.

Kanon levantó su rostro para mirarlo fijo a los ojos y pidió permiso sin palabras para quitar la última prenda que el menor llevaba puesta.

Con un poco de temor, asintió pero el mayor se colocó a su lado, apoyado sobre su codo, mirándolo con ternura.

-No haré nada que usted no quiera... lo dejamos aquí mismo...

-No... por favor... sigue pero antes...- lo atrajo hacia sí mismo y lo besó con ansias -gracias por cuidarme tanto...

Kanon sólo sonrió y respondió al beso mientras su mano volvía a recorrer desde su rostro hasta deslizarse por su hombro, brazo y continuar su viaje por la línea de su cintura, cadera hasta llegar al muslo.

Con pereza fue acercando su mano hacia la cintura de su boxer, pasó su dedo índice por el borde, rozando su piel y cortando la respiración del menor por unos segundos...

El gemelo fue bajando su propio cuerpo hasta situarse entre las piernas de Camus, bajando con delicadeza la prenda que lo separaba de su premio, provocando un intenso rubor en el chico.

Kanon le sonrió con ternura pero con una mueca de malicia, acercando sus manos a su sexo, acariciándolo sin apuro, disfrutando de los temblores que recorrían al inexperto joven bajo suyo.

Poco a poco fue acercando su rostro, aspiró el dulce aroma ahora mezclado con la excitación y el deseo que despertaba él mismo en su amigo...

Pasó su lengua probando, saboreando, haciendo que las sensaciones desbordaran a Camus hasta hacerle perder el control y tomar sus cabellos para exigir más contacto...

Entendiendo el mensaje, con una sonrisa, Kanon tomó todo del muchacho en su boca y comenzó la felación, disfrutando de poder acariciarlo y hacerlo gozar, sintiendo nacer el orgullo de ser su primer hombre, su primera vez en todo.

Camus sentía que estaba soñando, Kanon le estaba dando un placer que no conocía, sensaciones nuevas pero por sobretodo, se sentía cuidado y eso lo hacía volar alto sin miedo a caer...

Su cuerpo comenzó a temblar y Kanon supo que su orgasmo se acercaba por lo que redobló sus esfuerzos, tomándolo bien dentro de su boca y acariciando todo de él hasta hacerlo explotar de placer, con la respiración entrecortada, cubierto de sudor y llenando la habitación de suspiros.

El gemelo agradecía que Degel no se encontraba en la habitación lindera, sino lo habrían escuchado...

-¿Cómo te sientes?

Preguntó Kanon sonriendo

-En el cielo, volando...

Le acarició el rostro y al tratar de besarle, el gemelo se movió.

-¿Qué sucede?

-Nada, sólo que no sería correcto que me bese luego de lo que acabo de hacerle...

Kanon se sonrojó y el príncipe le miró con ternura. Le abrazó y le besó los labios con pasión, sintiendo su propia esencia.

-Enséñame a complacerte... no sé si puedo hacer lo que tú me hiciste... muéstrame...

-Sí... majestad...

Se recostó y atrajo a Camus hacia él, haciendo que quedase encima suyo, moviendo su cuerpo de modo que sus erecciones se rozaban, aunque Kanon aún tenía puesto su bóxer...

Se acariciaban, besaban y mantenían el contacto visual... se amaban en silencio...

-¿Desea que me quite el resto de la ropa ya?

Camus no respondió, se separó del abrazo y bajó hasta el abdomen bien trabajado del gemelo; besó todo a su paso sintiéndose correspondido en cada gesto y cada suspiro que sacaba al mayor con sus acciones.

Sin pensarlo mucho, quitó la ofensiva prenda y con sus manos acarició la prominente erección delante suyo.

Él provocaba aquello, nadie más y eso lo puso feliz... hizo un primer intento de lamerle pero Kanon lo detuvo.

-No es necesario que lo haga...

-Pero quiero hacerlo...

Pasó su lengua una vez, luego se animó a más y no le resultó repulsiva la acción por lo que, de a poco, se fue haciendo espacio entre las piernas del gemelo y lo fue engullendo en la medida que podía porque no le entraba todo en la boca.

Kanon se revolvía en la cama, ese niño lo estaba enloqueciendo con su boca inexperta, con esa lengua que no sabía cómo acariciarlo pero tocaba sin querer sus puntos más erógenos, con esos labios que lo rodeaban y los dientes que a veces le raspaban...

Era lo más erótico e inocente a la vez que había visto en su vida! La voz de Camus lo sacó de sus pensamientos

-Kanon, prepárame para ser tuyo.

-¿Está seguro mi príncipe?

No pudo evitar pensar en su primera vez, el dolor de ser tomado por la fuerza por alguien que no conocía...

Camus leyó la mente de su amigo

-No será lo mismo, Kanon... tú jamás me forzarías y yo te lo estoy pidiendo... tú me amarás esta noche, sólo tú y yo te haré mío para siempre...

Volvieron los besos apasionados, las caricias cada vez más atrevidas... los gemidos de placer se multiplicaban y aumentaban en la medida que los cuerpos sucumbían al placer...

Kanon tomó los recaudos necesarios para preparar con cuidado y amor a su pequeña alteza, nervioso del momento que vendría luego...

Primero un dedo, viendo su rostro palidecer de dolor hasta acostumbrarse, luego dos y tres, abriéndolo lo más posible para no lastimarle de manera alguna mientras Camus gritaba su placer al ser rozada su próstata.

Kanon quitó los dedos y se posicionó con las piernas del menor sobre sus hombros, apoyando su miembro en la entrada y empujando de a poco, sintiendo el rechazo inicial, la contracción de sus músculos y luego, la rendición ante el deseo de ser poseído, dándole acceso hasta lo más profundo de su ser.

Ambos quedaron estáticos, no podían respirar, el sudor cubría sus rostros y cuerpos y Camus que le miraba con adoración, le sonreía y le decía que estaba bien, que siguiera...

La noche sólo supo de besos y caricias, gritos de placer y necesidad, gemidos pidiendo por más, una y otra vez, amándose hasta quedar saciados, felices de haber dado ese paso inesperado en sus vidas...

Amigos y amantes, confianza y lealtad, pasión, amor y lujuria entrelazados, mientras ellos se amaban en la intimidad de la habitación, ajenos al mundo externo...

Se durmieron abrazados, seguros y tranquilos... el lazo que los unía ahora era inquebrantable...

Enemigo íntimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora