49- Regresa a mí

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Las balas caían sobre la trinchera; llovía intensamente y no se podía ver ni hacer mucho en esa situación climática... de seguro el enemigo estaba exactamente en las mismas condiciones...

Se levantó despacio de su lugar y trató de limpiarse los ojos que se sentían cegados por la copiosa lluvia, sólo para darse cuenta que sus manos estaban llenas de lodo y en lugar de mejorar, empeoraron su visión...

Caminó a tientas por la trinchera hasta llegar al final, donde se fue apoyando en la pared hasta salir al campo abierto. Levantó la vista al oscuro cielo para que el agua cayera sobre su rostro y lo liberara del barro.

Estando así no pudo percibir qué tanto se había alejado de sus compatriotas y qué tanto estaba en terreno enemigo...

Escuchó con pánico el crujir de las ramas y voces en un idioma que no era el suyo; ráfagas de fuego se oían cada vez más cerca y sintió la punzada aguda cuando el proyectil impactó en su cuerpo.

Cayó de rodillas sin poder ver ni defenderse; estaba a merced del enemigo que aprovechaba la lluvia para atacar y tomarlos desprevenidos como a él en aquel momento...

Esperó frustrado por el tiro de gracia y éste se escuchó en seguida aunque nunca impactó en él.

Sintió su cuerpo siendo arrojado contra el suelo mojado, ser arrastrado a través del fango y sólo escuchaba una respiración agitada por el esfuerzo de llevarlo a rastras...

Perdió la noción del tiempo y el espacio, su cabeza dolía y también su pecho donde se alojaba el proyectil que había recibido...

Por fin se detuvieron y sintió el agua correr, seguido por un paño que recorría su rostro limpiando los restos de mugre...

Con miedo entreabrió los ojos y se encontró frente a un niño, apenas un adolescente que le miraba con curiosidad mientras ponía paños mojados en la herida...

-¿Quién eres?-

Preguntó el herido, perdido entre el dolor y la imagen del ángel que tenía delante...

El chico no respondió pero siguió curándolo... le vendó lo mejor que pudo tras parar el sangrado y lo ayudó a incorporarse...

-¿Quién eres?

Volvió a preguntar, mirándolo fijamente; las esmeraldas del chico parecían hablarle pero sin decir una palabra, lo hizo parar y colocó su brazo rodeando su cintura mientras hacía que lo abrazara por el cuello.

Caminaron en la oscuridad, tratando de no ser vistos por los que luchaban sin tregua...

Lo fue llevando hasta cerca de su trinchera y allí se dio cuenta de lo mucho que se había alejado y en el riesgo innecesario en que se había puesto a sí mismo...

-Vaya con los suyos y que le curen bien la herida, señor...

-¿Quién eres? Por favor, necesito saberlo... tu nombre...

-No es importante pero... me llamo Kanon... y soy tu enemigo...

-¿Y por qué me salvaste entonces?

Su voz se quebró entonces

-Porque estabas herido, no por mi mano sino por esta guerra inútil que sólo se lleva jóvenes almas...

Tengo una obligación con mi país y aquí estoy cumpliéndola, pero no puedo ser ajeno al sufrimiento...

-Soy Radamanthys, soy portugués e hijo de Hades, quién es el culpable de comenzar esta guerra... lo siento... mi vida no vale nada y aún así me salvaste... gracias...

Enemigo íntimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora