41- Dulce espera y miedo

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Camus estaba aburrido en su cama, no le permitían levantarse por mucho tiempo; sólo lo necesario para ir al sanitario, higienizarse y tal vez sentarse un rato cerca de su ventanal para ver el exterior del palacio. 

Cursaba el sexto mes de gestación y no había sido fácil, los dolores llegaron junto con la debilidad de sus huesos y eso provocó que tuviese que tomar muchas vitaminas y tés medicinales para sustituir los medicamentos.

Se sentía atado, Shura no lo dejaba hacer nada y cuando él debía ausentarse, llegaba Kanon para hacerle compañía y cuidarlo...

Ese día tenía muy mal humor, ya no deseaba estar postrado pero no le quedaba otra.

Su vientre ya pesaba, el pequeño bulto se hacía sentir y temía que si se levantaba y mareaba, como le solía suceder, lastimara a su preciado tesoro...

Lo acariciaba con dulzura, le susurraba y cantaba en francés, canciones que recordaba de su niñez y que lo transportaban junto a su madre...

-Madre, no permitas que le suceda algo a mi bebé, cuídalo desde donde te encuentres y dame fuerzas para que nazca sano... luego, si es mi destino, me iré a tu lado... te amo...

-No debes hablar así, Camus... tu bebé nacerá fuerte y tú estarás allí para verlo crecer...

Kanon entraba justo para oír la plegaria al cielo del príncipe.

-¿Y si no es así? ¿Y si me faltan las fuerzas en el parto?

Kanon... prométeme, júrame, que si pasa algo que pone en riesgo a mi bebé, lo salvarán a él primero... sé que Shura no lo hará, por eso te lo pido a ti... júralo...

-No me pida eso majestad... yo moriría si usted muere...

Kanon no quería ni pensar en esa posibilidad

-No puedo jurarle algo que no sé si podré hacer llegado el momento...

-No me defraudes... nunca lo has hecho... sólo te pido que primero salven al niño y luego a mí...

Camus lo miraba con los ojos cristalizados en su angustia y Kanon sonrió entre las lágrimas que rodaban por sus mejillas.

-Si eso llegara a pasar, mientras los doctores salvan a su bebé, yo velaré y cuidaré de usted... eso sí se lo juro!

Tratando de quitar el ambiente triste en que estaban, el gemelo sugirió

-¿Qué le parece si hacemos un picnic?

-Aquí adentro no sería un picnic!

Argumentó Camus haciendo un puchero de disconformidad

-¿Y quién dijo que sería aquí dentro? le ayudaré a vestirse y saldremos a pasear...

Se acercó al menor y quitando la parte superior del pijama, le colocó una camisa suave y fresca, luego corrió la sábana que lo cubría y le ayudó con el pantalón y los zapatos.

Tenían esa confianza que hacía que ninguno de los dos sintiera pudor frente al otro...

Tomó un abrigo, lo cubrió y dejando la puerta abierta, volvió por su príncipe y lo cargó en brazos.

Salieron del palacio y se dirigieron a los jardines traseros donde el sol acariciaba sus rostros...

Hacía tanto que no salía que no pudo contener la emoción y se acurrucó en los brazos de Kanon, sollozando...

-Tranquilo Camus... todo pasará rápido y volverás a tener una vida plena, al sol, montando tu corcel y yo le enseñaré a montar a tu retoño...

Le acariciaba el cabello, sus mejillas hasta que sintió que se tranquilizaba.

-Shura fue el que me dio permiso para que te traiga aquí, él sabe lo que estás sufriendo y lamenta que no puede estar tanto tiempo contigo... serán muy buenos padres juntos, eso lo sé muy bien...

-Gracias amigo... ¿qué haría sin ti? extraño mucho no tener cerca a Marié para leer, a Degel para discutir por tonterías...

Gracias a Dios que mi padre está aquí con Francisco y que ustedes decidieron quedarse junto a nosotros...

-Ya no hay nada que lo impida, Camus... sabes que estaré siempre para ti, para lo que sea... y ahora, joven majestad, debemos alimentar a su "pequeño milagro", no le parece?

Le sonrió y lo ayudó a acomodarse en los almohadones que había llevado.

Comieron y rieron, Kanon lo recostó sobre su falda de manera que el sol siguiera acariciando su rostro y, mientras le leía historias fantásticas, le acariciaba el cabello suavemente...

Pasado un buen rato, sintió la respiración profunda del príncipe dormido y dejando el libro de lado, se acomodó mejor para sostenerlo entre sus brazos y se adormeció también...

Así los encontró Shura al regresar y no pudo evitar sonreir ante la imagen que tenía enfrente... 

-Si yo no fuese tu esposo, Camus, y no supiera de tu amor por mi, diría que Kanon es tu amor verdadero...

Salió de sus cavilaciones y tocó el brazo del gemelo para despertarlo sin asustarlo   

-Ya regresé... gracias por cuidarlo tanto...

Le dijo en un susurro.

-Es un placer majestad...

Shura tomó a Camus en sus brazos y Kanon se incorporó y comenzó a juntar las cosas que habían llevado, pero el ibérico le pidió que lo acompañase.

Tras recostar al menor en su cama, salieron y se sentaron en la estancia. El silencio se había vuelto incómodo de repente y no había razón, pero tras tantas cosas pasadas el príncipe debía preguntar:

-¿Amas o deseas a Camus?

El rostro del gemelo se desfiguró en desconcierto y rabia

-¿De qué me habla majestad? sabe que yo amo a mi príncipe pero no como usted insinúa... yo daría mi vida por él y ese hijo que lleva en su vientre... él... él es lo más importante para mí, junto a Saga, la persona que amo y he amado toda mi vida... ¿cómo se atreve a insultar a su esposo con su desconfianza?

-No fue mi intención ofenderte ni insultar a Camus, sólo que a veces siento celos de su relación... los vi dormidos abrazados y créeme que otra persona ajena al palacio hubiese creído que eran amantes...

-Pero no lo somos y usted sabe bien quienes somos y a quienes amamos...

-Lo siento... en verdad te pido disculpas por esta escena... Camus está muy sensible y me desborda, en lugar de buscar consuelo en mi, lo busca en ti...

-Camus empieza a temer al momento del nacimiento, majestad... me hizo jurar que si algo sale mal, primero salvarán al bebé...

-No lo hiciste, verdad? dime que no se lo juraste...

Shura lo había tomado del cuello de la camisa y lo zarandeaba vigorosamente

-Sí... sí lo hice... le juré que nunca lo dejaré solo y que si eso sucede, mientras los doctores ponen el bebé a salvo, yo lo cuidaría y lo protegería a él... que no permitiré que nada malo le pase y que va a disfrutar de ver crecer a su retoño... eso le juré y no le voy a fallar...

Shura aflojó su agarre y en un mismo movimiento se abrazó a él temblando, llorando como hacía mucho no lo hacía.

-Tengo mucha suerte de que te tenga a su lado... yo quiero mantenerme fuerte pero tengo mucho miedo, Kanon... 

-Lo sé alteza, yo también tengo miedo pero sé que mi pequeña alteza no se dará por vencido jamás, menos ahora... tenga fe en él...

-Lo haré Kanon... lo intentaré... gracias... y perdón...

Enemigo íntimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora