Amor probable

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POV Calle

Me encontraba camino a casa de Johann, donde después de una laaarga y reconfortante plática con Poché quien me motivo a ir, buscarlo y aclarar las cosas con él.

Insistí mucho en querer contarle la verdad sobre lo que estaba pasando entre Poché y yo pero la peli azul me hizo entrar en razón.

No era el momento, ni el tiempo de decirle la verdad.

Si bien era cierto, Poché y yo teníamos muy poco tiempo de haber comenzado con esto, una semana y un par de días exactamente, lo que significaba que lo de nosotras todavía era muy incierto, era como una montaña rusa en estos momentos.

Esa sensación que te da en el estómago cuando te montas por primera vez al carrito, subes y en tan solo un segundo ya vas en picada a miles de kilómetros por hora.

Poché y yo estábamos montadas en ese carrito por primera vez, podíamos ir subiendo un poco más, cada vez más, llegar a la cima si queríamos pero estaba más que claro que en cualquier momento íbamos a caer tal vez una y otra vez mientras veíamos que pasaba.

Aunque debía admitir que eso me daba tanto miedo, miedo por mí, miedo por Johann, miedo por Paula, miedo por mi familia, miedo por el colegio, miedo por todo.

Pero principalmente mi mayor miedo era hacerle daño a Poché, ella estaba siendo cien por ciento linda, tierna y única conmigo. Yo intentaba ser igual de esa forma pero a decir verdad me estaba costando un poquito.

No acostumbraba a involucrar sentimientos en ninguna de mis relaciones, como ya se lo había dicho a Poché. Mis relaciones se basaban solo en sexo, unos cuantos cariños y conveniencias pero...

Una parte de mi comenzaba a desprenderse, un pedacito de mi corazón comenzaba a tener sensaciones extrañas con cada palabra, cada movimiento, cada beso, cada pequeño detalle que emanaba de ella.

Y eso también me aterraba, me daba miedo no saber qué hacer, como actuar si mis sentimientos por primera vez se desprendían.

Nunca antes había visto ni escuchado sobre relaciones mujer con mujer, tenía miedo de equivocarme y cagarla toda.

Y la noche que pasamos juntas en su casa había sido un claro ejemplo de que lo que sentía por ella comenzaba a tomar otro camino.

Esa noche me había sentido con paz, alegría con el simple hecho de dormir junto a ella.

Lo único que sabía era que mi instinto, mi mente y parte de mi corazón me decían que iba por buen camino.

Sentía esa necesidad de protegerla, besarla, tocarla, sentirla, escucharla, cuidarla y sobre todo respetarla...

Bueno, respetarla con algunos pequeños insultos que de repente salían de mi boca por la costumbre que tenía de odiarla pero ese no era el punto. También teníamos que disimular, así que no cuentan.

Me bajé del taxi pagándole al señor que me había traído hasta acá y pronto mis piernitas empezaron a temblar.

Me aproxime a la entrada de la maravillosa casa de mi mejor amigo y curiosamente el auto de Paula estaba estacionado fuera de aquí.

Sabía que me estaba ayudando en controlar a Johann pero ni en sábado podía dejar tranquilo a este idiota.

Cuando iba a tocar el timbre, la puerta se abrió como si hubiera sido arte de magia. La mamá de Johann estaba saliendo de la casa asombrándose por mi presencia.

─¡Pequeña no tan pequeña Dany!─me saludó efusiva la señora de cincuenta años.─¡Que milagro tenerte por acá!─me abrazó sonriente, le devolví el abrazo apretando un poco sus huesos indicando mi alegría por verla.

EL ARTE DE AMARTE (CACHÉ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora