Polaroid

12.2K 876 358
                                    

POV Poché

Todo a mi alrededor parecía tan irreal.

Me sentía como en una película.

Una película donde no sabía a la perfección de cuál sería el desenlace.

Estaba más que en shock, mi cuerpo estaba presente pero mi mente estaba perdida.

Sentía miedo, era una adulta pero me sentía la persona más pequeña del mundo.

Me encontraba detenida, con las esposas en las manos esperando a que papá terminara de hablar con las personas aquí adentro intentando arreglar el mal entendido.

No sabía cuánto tiempo había transcurrido pero ya había pasado bastante, lo sabía porque todavía era muy temprano cuando puse un pie dentro de la residencia Calle y ahora ya se podía ver la luna por una de las ventanas abarrotadas impidiendo cualquier tipo de salida.

─Poché, escúchame.─papá pidió sentándose junto a mi. Estaba siendo custodiada por un policía, no podíamos tener tanto contacto mi padre y yo.─Tu abogado está arreglando unos papeles e incluso hicimos todo lo posible por que no te retuvieran aquí pero prácticamente es imposible impedir eso así que tendrás que pasar la noche en los separos preventivos.─intentó sujetar mis manos pero el policía no lo permitió.─Mañana mismo comenzaremos el proceso.─siguió hablando.

─Sssi papá, ssi.─respondí con nerviosismo, la verdad tenía miedo de quedarme aquí dentro pero lo que más me estaba dando vueltas en la cabeza era el bienestar de mi novia.

Papá notó ese nerviosismo, tomó aire y exhalo con dificultad sintiéndose triste e impotente.

─No entiendo como una persona como Germán pueda ser tan cruel, no entiendo cómo pudo interponer esa demanda en tu contra a base de mentiras.─habló sintiéndose impotente, solté una risita desvaneciendo un poco ese nerviosismo.

─Germán es una persona muy explosiva e impulsiva que solo se mueve conforme a sus propios intereses.─contesté moviendo mis manitas como pude con las esposas en mis manos.─En pocas palabras le importa una mierda joderle la vida a cualquier persona que pueda afectarlo como persona, incluyendo a su familia.─

─Ya veo...─contestó pensativo mi padre, el abogado llegó junto a él y tomó su hombro.─¿Pudiste ver a Daniela?─preguntó asintiéndole al abogado. Ya era hora de irse.

─Si, algo así.─contesté sin muchas ganas recordando esa última escena donde el trabajador cubría por completo la ventana de su habitación.─Su papá la tiene encerrada por lo que pude ver.─papá abrió los ojos sorprendido.─Tienes que ayudarla.─pedí con dolor en mis palabras.

Mi papi acarició mi espalda, el oficial nuevamente le quitó la mano.

─Veré que puedo hacer, pero lo principal ahora es sacarte a ti de aquí.─asentí sin muchas ganas. Se levantó y yo hice lo mismo sintiendo el jalón del policía obligándome.─Te amo hija y sé que Valentina también te ama, cuídate mucho, mañana a primera hora me tendrás aquí.─volví a asentir y finalmente desaparecí siguiendo a dicho policía.

Me sentía como una asesina serial, como si fuera un peligro para la sociedad.

Por lo que me estaban acusando era un tema muy grave, quizá por eso me trataban con ese poco cuidado.

Había más chicas dentro de la celda donde me habían ingresado provisionalmente, dos con muy mala cara y solo una apartada de las otras dos arrinconada en una esquina.

Me acerqué a esa esquina donde estaba la otra chica asustada y me senté a su lado manteniendo una distancia favorable donde no se sintiera amenazada o con mayor miedo.

EL ARTE DE AMARTE (CACHÉ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora