Hoyo 10

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POV Calle

Eran las tres de la tarde aproximadamente, tenía justo media hora que había llegado del colegio y como siempre, se me había hecho tarde para ir a mi primer entrenamiento para el torneo.

Había quedado con Poché de vernos a las tres en punto y yo seguía como loca pensando en que conjunto deportivo ponerme.

─Hija, María José acaba de llegar.─dijo mi padre entrando a mi habitación sin permiso.─¿Qué haces?─preguntó curioso observándome tumbada en la cama.

Ya estaba resignada a irme desnuda a ese estúpido e importante entrenamiento. Ninguno de los quince conjuntos me convencían al cien por ciento.

─No tengo ropa papá.─lloriqueé acariciándome la cabeza.─Todo está tan viejo.─tomé una de las prendas y la aventé a sus pies.

Me incorporé a la cama y pude ver a mi papá con la playera deportiva en sus manos, estaba aguantando una risa.

─Dany, la mitad de tu ropa tiene menos de un mes que la compraste.─me recordó sentándose junto a mí, eso no era suficiente para mí, eso ya era considerado viejo.─Mira, más tarde pueden ir de compras Poché y tu pero por lo mientras ponte lo que sea.─bufé desanimada.─Pero para que no te desanimes más y te alegres más el día, tengo un regalo para ti que sé que te va a gustar.─sonrió poniéndose de pie.

─¿Qué es?─pregunté curiosa casi pegando un salto. Papá no era una persona de dar muchos regalos y cuando lo hacía no eran para nada buenos.─Si es otra licuadora te recuerdo que no me meto para nada en la cocina, Elena me asesina.─le advertí señalándolo.

─Oh no, créeme que esto es mucho más grande y mejor que una licuadora.─se aproximó a la salida de mi habitación, llegó a la puerta y volvió a girarse hacia mi.─Tienes cinco minutos niñita, el campo, tu entrenador, Poché y tu regalo esperan.─finalizó cerrando la puerta detrás de él.

¿Qué clase de estúpido o "maravilloso" según él, regalo podía ser?

Aun sin muchas ganas, tomé el primer conjunto azul bebé que vi tendido en la cama y me lo coloqué, seguido de unas gafas, zapatillas deportivas blancas y por ultimo acomodé lo necesario para el entrenamiento como mi vaso con agua, toallas para secar el sudor, bloqueador etc.

Bajé encontrándome a Poché en el pasillo principal hablando con Elena, llegué hasta la planta más baja y lo primero que hizo Poché fue saludarme con un beso rápido en los labios dejándome totalmente sorprendida.

─¡Bebé!─la regañé nerviosa de que alguien más pudiera vernos, Elena tenía una tremenda sonrisa después de ver ese beso.

─Lo siento, no me resistí, te ves tremendamente linda.─me halagó mirándome rápidamente de pies a cabeza.─Germán está en la sala, te está esperando.─asentí y las tres nos dirigimos al lugar donde mi padre se encontraba.

─Y bien, ¿Cuál es ese regalo tan increíble que tienes para mí?─pregunté cruzándome de brazos, papá se levantó y comenzó a caminar de lado a lado frente a nosotras.─Papá, ya es tarde y el taxi que nos llevará al campo está afuera esperándonos desde hace cinco minutos.─

─Le pedí al taxi que se fuera.─dijo tranquilamente mi padre, iba a responderle desconcertada pero continuó hablando.─No necesitaras de más taxis.─abrí los ojos como platos.

─¿Qué? Papá si piensas que tomaré el autobús estás loco, eso jamás.─amenacé negándome rotundamente.

─¿Quién habló de autobuses?─preguntó soltando una carcajada.─Hija, tú y Poché necesitarán transportarse todos los días hasta el campo y que fastidio estar pidiendo taxis a cada rato.─miré a Poché y ella también estaba igual de confundida que yo.

EL ARTE DE AMARTE (CACHÉ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora