⚡Zeus Daugther⚡||BokunoHero||

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Ese mismo día después de la prueba para la licencia provisional, los alumnos regresaron muy felices -exceptunado quienes reprobaron-, cenando todos juntos, aunque bueno, siempre guardaban un lugar para la rubia.
Ella lo primero que hizo al llegar fue ir a su habitación y allí se quedó, a pesar de que varias veces fueron a su puerta a tocar, diciendo de que la cena estaba lista.

Ella se encontraba dormitando cuando un gruñido la despertó de golpe, sentándose en su cama y observando a los lados, justo en el preciso momento en que alguien más tocaba la puerta, ¿acaso no podían rendirse y ya?.
Rodando los ojos se acomodó en la cama y se cubrió con las sabanas hasta la cabeza; espero a que se vaya la persona, quería descansar, pero al parecer eso no ocurriría.

-Chiho-san..., soy Uraraka... a-am... te estamos esperando en el comedor como todos los días. Es curry, lo hicimos Iida, Momo y yo, espero que...esta vez nos acompañes... -suspira un poco- por favor...

Al no recibir respuesta, la joven de gravedad cero suspiró con tristeza y alejó su mano que tenía apoyado por la puerta, comenzando a caminar hacia las escaleras, abandonando el lugar para ir al comedor donde la esperan los demás.
Cabizbaja llegó al lugar y negó cuando sus compañeros posaron sus miradas sobre ella, haciendo que muchos bajaran la mirada y otros observaran el asiento vacío que le pertenece a la joven.

-No vendrá..., verdad? -se desanima mucho el pelirrojo del grupo- ¿qué más tenemos que hacer para poder acercarnos?

-Dejar de poner esas caras largas tal vez, lo triste no te queda, Eijiro.

La voz de la rubia hizo que todos desviaran la mirada hacia la entrada del comedor, encontrándose con su compañera semidiosa apoyada en el marco de la puerta, cruzada de brazos y con una leve sonrisa.
La mayoría se puso de pie, Kirishima y Denki son los más emotivos del momento, mirándola con los ojos llorosos y uno que otro moco amenazando con salir de sus narices.

-Puedo...no sé... ¿sentarme a cenar con ustedes? -se rasca la nuca levemente y desvía la mirada- Cenar sola es algo... incomodo.

Como si fueran niños, Kaminari y Kirishima se acercaron rápido, abranzandola con fuerza, repitiendo una y otra vez la palabra perdón, haciendo que la joven quede confundida.
Miró a sus demás compañeros y un signo de exclamación apareció sobre su cabeza, viendo a todos, -incluyendo a Bakugou- arrodillados y con la cabeza apoyada en el suelo, teniendo a Iida y Momo al frente del grupo.

-Takahiro Chiho, por favor, perdónanos, fuimos y somos unos malos compañeros. Te abandonamos cuando más nos necesitabas, no merecemos tu amistad, merecemos el castigo más grande del mundo. Fue nuestro error no estar allí, ni siquiera intentamos traerte de vuelta. Estábamos tan asustados que olvidamos lo más importante de ser héroe. No dejar atrás a nuestros compañeros, ir en su ayuda, no abandonarlo. Como delegado de clase, acepto mi error y merezco un castigo por no haber cumplido mi rol e ir a rescatarte... lo siento mucho, Chiho-sama. No nos importa si eres alguien superior a nosotros o no, lo que realmente nos importa es tu amistad y la maravillosa persona que eres, la alegría de nuestro grupo y el alma de nuestras llamas del heroísmo.

Mirando a los alumnos, sonrió levemente, negó con tranquilidad, arrodillándose y levantando al delegado de clases.

-Levántense, dejen de arrodillarse frente a mi, puedo ser hija de una deidad pero odio que se arrodillen, no vale la pena hacerlo. Quiero que levanten bien en alto la cabeza y hagan frente a las adversidades que el camino hacia el heroísmo tiene preparado para todos nosotros. Cambien esas caras y pongan su mejor expresión guerrera, como debe ser. Sigan adelante y no se detengan por cosas como estas. -se pone de pie- Levántense por favor.

Los alumnos empezaron a levantarse y observaron a la chica, quien les regaló una sonrisa cálida, haciendo que algunos comenzaran a lagrimear, yendo hacia ella para abrazarla con fuerza.
La risa suave de la joven se escuchó y los dos amigos de la joven comenzaron a llorar a mares, haciendo que la rubia se acercara y le palmeara los hombros, buscando tranquilizarlos.