Criada y entrenada en un bosque a las afueras de la ciudad de Musutafu, hija mestiza de uno de los tres principales dioses de la mitología Griega.
Takahiro Chiho, una joven preciosa de cabellos dorados como el sol y ojos azules como el mar, guerrer...
El día después de la prueba, los reprobados estaban que lloraban por el suelo por no haber logrado el objetivo de pasar. Kirishima y Satou se mantenían de rodillas con la cabeza pegada al suelo, pidiendo disculpas a una muy nerviosa Chiho. Quien con pánico les pide que se tranquilicen pero simplemente aquellos no cedían.
La puerta del salón fue abierta, dejando ver a su maestro encargado, siempre con su cara cansada y de pocos amigos.
-Muy bien, tengo algo que anunciarles... ¡Todos irán al campamento! -anuncia el profesor, provocando gritos de felicidad de aquellos reprobados-
Con delicadeza, la rubia se tapó los oídos y observó el escándalo que hacían sus compañeros, felices de que podrán compartir con los demás la comida, fuegos artificiales, aguas termales, juegos nocturnos y demás cosas. La joven ojiazul por un momento maldijo estar sentada justo en medio de los jóvenes escandalosos del momento. Pero pronto su alegría se fue al tacho, pues en el campamento tendrían un esfuerzo doble para llegar hasta el nivel de sus compañeros.
Cuando la clase terminó, Toru dio la magnífica idea de ir al centro comercial para conseguir las cosas faltantes para el campamento; concentrada en anotar todo lo que necesitará en el campamento, se sorprendió bastante al sentir unos brazos rodearle los hombros y su piel se erizó por completo.
-Chiho-chan~ ¿nos acompañarás al centro comercial ? -la vicepresidenta apoya su mentón en el hombro de la chica, observando la lista de la joven-
-A-Am... si, Momo-chan, iré con ustedes -sonrie levemente sonrojada mientras observa a la vicepresidenta y piensa-
¡Está muy cerca! ¿Tengo algo en el rostro?
Con aquel pensamiento, se tocó la cara y la pelinegra se desanimó un poco, pues la rubia no capta o no se da cuenta de sus sentimientos a flor de piel. Ahora que había recuperado su seguridad en si misma, estaba segura que podría demostrárselo a la rubia y que podría mostrarle sus sentimientos, pero lamentablemente para ella, Chiho no se da cuenta de las indirectas y mucho menos de las personas que están interesadas en ella.
Muy buena en pelea y demás cosas relacionadas a ello, pero muy mala en captar sentimientos.
Con una leve sonrisa, la rubia se puso de pie y fue llevada como una muñeca por Mina y por Toru en dirección a la cafetería, pues a ambas les encantaba ver a la chica comer y que tenga las mejillas cargadas de comida.
Cuando la sala quedó casi vacía, la única persona que estaba allí suspiró triste y observó un sobre que tenía en la mano que quería dársela a la chica, pero su oportunidad se había ido al tacho.
Solo esperaba tener otra chance.
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Muy temprano del fin de semana en un edificio departamental, un pecoso se encontraba aburrido observando su móvil, pues no había recibido respuesta al mensaje que había enviado. Revisando las redes sociales y videos nuevos, la notificación que tanto esperaba había llegado.
