Criada y entrenada en un bosque a las afueras de la ciudad de Musutafu, hija mestiza de uno de los tres principales dioses de la mitología Griega.
Takahiro Chiho, una joven preciosa de cabellos dorados como el sol y ojos azules como el mar, guerrer...
Corriendo como si sus vidas dependiera de ello, doblan en una esquina, haciendo que el gran ser derrapara, chocando contra un edificio, provocando la destrucción de la entrada de este. Mirando de un lado a otro, nuestra protagonista busca alguna rápida solución para poder salir de aquella peligrosa y mortal persecución.
Una idea se le cruzó por la mente pero debía poder ganar algo de tiempo, solo algo, una distracción, algo que pueda hacer que Cerbero se desoriente por unos segundos. Esa solución apareció como milagro de los cielos; Midoriya, utilizando su Smash, arremetió contra el enorme perro infernal, impactando como una bala al costado del ser, provocando que este tambaleara hacia un costado para luego caer sobre un pequeño "puesto de revistas".
Rápidamente frenó al igual que Katsuki, observando como las tres cabezas se comenzaban a sacudir, tratando de recuperar su orientación. La joven observó al cenizo y lo tomó de la mano para llamarle la atención, cosa que rápidamente logró.
Con enojo, Katsuki la tomó del tobillo izquierdo, haciendo que la chica caiga al suelo aunque pronto volvió a elevarse a causa del giro total que estaba haciendo el explosivo, aumentando velocidad y fuerza de lanzamiento. Por un momento se cubrió la boca, respiró hondo y sintió su cuerpo ser tirado como muñeca de trapo en dirección al ser mitológico. A duras penas se sostuvo del enorme collar, colgando de este mientras que Cerbero comienza a moverse de un lado a otro, tratando de que la chica soltara el collar.
Las cabezas de los lados se movían bastante mientras que la del medio trataba de alcanzar a la rubia con sus grandes fauces. La orden de escapar fue dada por All Might que había presenciado todo aquello con algo de horror. Los dos alumnos se negaron, pues eso sería volver a dejar sola a su compañera nuevamente, y ambos habían hecho una promesa, la promesa de nunca dejarla atrás otra vez.
-Izuku-kun! Katsuki-kun! -grita la joven mientras es zarandeada de un lado a otro- Vayan a un lugar seguro! Con ustedes aquí! Me es más difícil contenerlo!
-No lo haremos! -gritan los dos-
-¡LARGO!
El ex símbolo de la paz tomó a los dos jóvenes de los cuellos de sus camisetas, comenzando a retroceder; los dos no querían hacerlo pero al ver como el enorme perro comienza a correr tratando de sacarse a la joven colgada de su cuello, inician una carrera por no ser pisados por el enorme animal.
Chiho comenzó a recitar en griego sus palabras de domador, viendo también de paso como el animal va en dirección a un edificio para impactar contra el; no importó para nada aquello y siguió recitando, apoyando su mano en el cuello de Cerbero, provocando que este entrara en una especie de trance.
Las palabras fueron dichas en un grito y una luz cubrió por completo el área, ¿a qué se debía? Chiho había alcanzado el segundo nivel de su poder de domador e invocador de bestias. Pero no solo aquello, la luz que salió de las manos de Chiho se extendieron por el país rápidamente, como si fueran ondas en el agua creadas con la caída de una gota.
Despertando a seres que habían estado dormidos desde hace siglos.
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En la enfermería de la academia, un pecoso y un explosivo son retenidos por unas cintas manejadas por su profesor a cargo, quien de muy mal humor los regaña, habían interrumpido su sueño con la noticia de que sus dos alumnos estaban peleando y luego no sabe que mas. Temblando como cachorros, observan a su enojado profesor aumentar el agarre de sus cintas, haciendo chillar del susto al pecoso, sintiendo como la fuerza de agarre va en aumento.
-Ahora... ¿quién más estaba con ustedes? ¿Donde está su tercer cómplice?!
No querían decirlo pero apareció. Se abrió con tranquilidad la puerta, Chiho se hace presente, recibiendo una molesta mirada de Aizawa, haciendo que su piel se le erizara por completo, ella le tiene miedo, pero aún no entendía que le veía Afrodita.
-TA-KA-HI-RO. -dice su maestro haciendo que chillara en su lugar- Más te vale tener una buena explicación antes de que termines como estos dos.
-B-Bueno... -traga duro y sonrie nerviosa- Todo tiene una explicación muy convincente y estoy segura de que nos terminaremos riendo luego de esto! -traga duro al ver los ojos rojos de su maestro- Pues verá... yo fui a detenerlos p-pero surgió un problema~..
Antes de que pudiera seguir hablando, un pequeño Cerbero del tamaño de un cachorro de dos meses ingresa al lugar, moviendo de un lado a otro su cola mientras que sus tres lenguas se muestran fuera de su boca, babeando bastante. Aizawa bajó la mirada y luego la volvió a subir para observar a su alumna, repitiendo una y otra vez aquello. Las cintas fuero en direccion a la chica, cubriendola por completo como una momia, tirándola al suelo y atrayendola hasta su posición.
-Que se supone que hace un perro infernal en la academia, Takahiro?.
-¡Lo siento! ¡Pero las cosas se complicaron y tuve que domarlo! No sé que pasó pero está de este tamaño! Abrí un portal antes de venir y tiene miedo de volver al infierno! P-permita que se quede por favor! No hará daño!
-Y la infraestructura que? No soy estúpido, esa cosa es peligrosa. No por nada es el guardián del Tártaro.
Le sorprendía bastante que su maestro supiera que aquel, ahora, inofensivo ser tenga tal misión. Ahora que cae en cuenta ¿qué está pasando en el inframundo para que haya provocado el miedo al perro guardián?. El suspiro del mayor la hizo salir de sus breves pensamientos y poco a poco sus ataduras fueron cediendo hasta soltarla, dejando que Cerbero corra a los brazos de la rubia.
-Bien, pero estas castigada. Limpiarás junto a estos dos las instalaciones de la Height Alliance por cinco días, más te vale hacerlo bien o voy a aumentar los días de tu castigo.
-¡Si señor! -grita la joven en pose militar-
-Largate y llévate a ese perro, hazlo antes de que me arrepienta.
Como alma que se lleva el diablo, tomó a Cerbero entre sus brazos, miró a sus dos compañeros haciendo una seña de "Adiós" y corrió rápidamente, huyendo del lugar, aunque en realidad, quedó fuera de la enfermería, esperando a sus dos compañeros. Suspiró un poco y observó al cachorro, viendo como las tres cabezas se divierten bastante mordisqueandole el brazo; sonriendo suavemente, acarició bajo el cuello a los tres y luego observó las vendas que cubren la herida del perro.
Le enoja..., le enoja bastante saber que Hades pudo haber lastimado a Cerbero por puro enojo. Puede ser un ser despiadado con los humanos y almas en pena, pero nunca debió meterse con un animal.
-Te haré pagar por esto,...Hades. -levanta su mirada y sus ojos se tornan rojos-.
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