Una puerta metálica se abrió y la mujer que estaba en cautiverio se puso a la defensiva, mirando con enojo al invitado inesperado que trae consigo a una niña de cabellos blancos, mirada rubí y un muy tierno cuerno que sobresale de su frente.
La pequeña al ver a la mujer, pensó por un momento que es su madre, pero las ilusiones rápidamente se esfumaron cuando su mirada azul se encontró con la suya.Sí, es una madre pero no la suya.
-Buenas noches...Yumi~ -toma asiento en una silla y obliga a la niña a sentarse en la única cama de la habitación- me he enterado de un par de cosas sobre tu kosei que me puede ser de una gran utilidad~.
-Ja! Y que se supone que te sería de utilidad?. -sonrie de lado mientras se apoya por la pared y se deja caer lentamente por este-
-Por ejemplo... transferirme todos tus monstruos y dioses mitológicos domados.
La sonrisa de la mujer se borró.
Verán..., el poder de los domadores de Dioses y seres mitológicos se pueden ser transferidos cuando el portador de este magnifico y muy peligroso don, ya no puede más y desea dárselo a alguien más. También, si el portador se encuentra al borde de la muerte, con unas palabras y la sangre de este, todo lo que ha sido domado a lo largo de los años, son pasados a la persona que se desea.
No se puede hacer a la fuerza, pues los monstruos apenas ser transferidos, asesinarían al nuevo y viejo domador, solo se puede hacer una herencia si ambas partes están de acuerdo.- ¿Quién demonios te dijo esa tontería?. -sonrie leve mientras se masajea uno de los moretones-
-Te suena el nombre... Kyogi Yami?...
La seriedad en el rostro de Yumi se hizo presente nuevamente. Ese nombre había quedado en el olvido hace años, desde que su madre había ordenado olvidar al que se llama de esa manera.
Por breves instantes, recordó su niñez, volviendo a cuando tenía 12 años, en la que aquel hombre llamado Kyogi Yami, quería venderla como mercancía a unos "importantes" políticos americanos.
Agradecía que su madre la había rescatado y advertido al que alguna vez fue nombrado padre, que no se volviera a acercar.
Pero ahora no le sorprende que haya dado tan secreta información a unos Yakuzas por una alta suma de dinero. Maldita sea, si ahora sabe sobre la transferencia, sabe perfectamente que la querrá convencer sobre ello.-¿Crees que te daré a mis domaciones? Pfff jajajajajajajajaja- ríe divertida mientras se acomoda el cabello- crees que me arrodillaré frente a ti ofreciéndote mi poder? No me hagas reír, yakuza. No soy cualquier mujer, he domado a bastantes dioses y monstruos como para invocarlos y dar la orden de que te maten, pero no soy así. -sonrie de lado- Soy una mujer de familia, tengo los más grandes ovarios que las pelotas que te cuelgan, niñato.
La vena de enojo se hizo presente en la frente de Chisaki, esa mujer no iba a cooperar. Si tan solo tuviera en su poder a la semidiosa, la mujer aceptaría y le daría su poder para ser más poderoso de lo que ya es.
Con tranquilidad se puso de pie y miró a la pequeña Eri, quien temblando, se pone de pie rápidamente y se acerca a la mujer para revisarle las heridas que apenas van sanando.Yumi observó el temor de la pequeña así que suavemente la tomó entre sus brazos y la acunó, mirando con seriedad al villano que al ver como la niña se tranquiliza con la madre de Chiho, suspiró un poco para luego salir de allí sin decir nada, no puede matar a la mujer que es la llave de su grandeza.
Eri al ver que Kai salió de allí, miró con sorpresa a la mayor, recibiendo una suave sonrisa.
-¿Como te llamas, pequeña? -le acomoda los cabellos-
-E...Eri... -la pequeña juega con sus manos mientras agacha la mirada-
-Eri-chan~ un gusto conocerte -sonrie y le da un toque en la nariz-tranquila, ese tipo feo no te hará nada mientras yo esté aquí. Hasta que los héroes vengan a salvarnos.
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⚡Zeus Daugther⚡||BokunoHero||
FanfictionCriada y entrenada en un bosque a las afueras de la ciudad de Musutafu, hija mestiza de uno de los tres principales dioses de la mitología Griega. Takahiro Chiho, una joven preciosa de cabellos dorados como el sol y ojos azules como el mar, guerrer...