•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shots

∆Annie Leonhart∆

—¿Y bien? —dijo Hange emocionada.

—Me ha tocado a... Annie.

La busqué con la mirada y vi que estaba sentada tranquilamente algo alejada de todos.

—Dije que no iba a jugar —dijo mirando de forma indiferente.

—Venga, Annie. Será divertido —animó Reiner.

Fue hasta ella y le ofreció la mano para que se levantara. Ella rodó los ojos y se levantó bufando.

—Hagamos esto rápido —dijo agarrando mi camiseta y arrastrándome un poco hacia el almacén.

Entré primera y cerró la puerta, nuestras respiraciones se juntaron por nuestra proximidad.
Ella era un poco más pequeña que yo, pero no había tanta diferencia de altura.

Cruzó sus brazos y miró hacia otro lado. Su silencio me hizo saber que no diría nada durante los siete minutos, así que yo comencé a hablar.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Ya la has hecho, pero haz lo que quieras.

—Esto... ¿Dónde aprendiste esos movimientos? Te vi luchando contra Eren el otro día y...

—Oh —dijo mirándome—, mi padre me entrenó.

Vaya, no era muy habladora. Desistí y comprendí que pasaríamos todo ese tiempo sin hablar, así que me recargué en la pared, apoyándome en ella.

—¿Tú crees que deberíamos...?

Me dejó sorprendida el hecho de que hablara y además que su tono no era frío como siempre.

—¿A qué te refieres?

—Ya sabes... Se supone que deberíamos hacer algo aquí dentro.

Mi corazón se hundió por un momento y luego comenzó a palpitar más rápido.

—N-no sé... ¿tú quieres...?

—Solo quiero salir de aquí, pero...

Sentí su aliento más cerca y su nariz rozar con la mía. Una de sus manos se posó en mi mejilla y acercó mi cara a la suya.

Nuestros labios se rozaron antes de que acortara el espacio entre nosotras, provocando un presión suave entre ellos.
Mis manos se posaron en su cintura y disfrutamos de la sensación.

No pasó ni un minuto cuando se separó de mí y dio una patada a la puerta tras de sí.
Salió de la pequeña habitación y escuché a muchos quejarse de que no habían pasado los siete minutos.

—Callaos, dije que no quería jugar.

Sus pasos se alejaron y escuché como Sasha se acercaba.

—¿Estás bien? —dijo al ver que me quedé paralizada dentro del almacén.

—No sé... que ha pasado...

Me acerqué a ella y la abracé.
Fuimos a la cabaña de las chicas y al comprobar que estaba vacía, pudimos hablar tranquilas.

—¿Estás bien? —preguntó de nuevo preocupada.

Se me formó un nudo en la garganta y ella se sentó a mi lado, pasando su mano por mi espalda.

—Estábamos ahí dentro y... nos besamos.

—¿En serio? ¡Eso es genial, [Tn]!

—Lo sé, pero... Justo después se fue sin decir nada más.

—Oh...

Me abrazó y derramé una lágrima que rápidamente sequé.
Hablamos unos minutos más hasta que la puerta se abrió repentinamente.

La chica rubia se acercó a nosotras y miró a través de su flequillo hacia abajo, donde estábamos sentadas.

—¿Puedo hablar un momento contigo... a solas?

Me quedé paralizada, pero Sasha reaccionó y se levantó.

—Estaré fuera por si necesitas algo —dijo agarrando mi mano antes de caminar hacia la puerta.

Hasta que no la cerró, Annie no se movió.
Después se sentó a mi lado y suspiró.

—¿Qué pasa? —pregunté tímida al ver que no reaccionaba.

—Siento haberme ido así de repente. Es que...

El silencio volvió a reinar hasta que llevó una de sus manos a su cabeza.

—Yo... me he asustado.

—¿De qué?

—Pensé que todo eso solo sería un juego, besarnos y salir de allí. Pero... he sentido algo. Me has hecho sentir algo.

No pude reaccionar. Mi respiración se cortó y me quedé mirándola.

Una de sus manos se posó sobre la mía y di un salto por la sorpresa.

—No tenía pensado tener ninguna relación con nadie, pero no puedo ignorar lo que he sentido.

—¿Qué es exactamente lo que sientes...?

Esas palabras salieron solas de mi boca. Me sorprendí al ver que ella sonrió.

—Ahora mismo solo quiero volver a besarte.

—Pues... nada te lo impide.

Me miró sorprendida, incluso yo me sorprendí por lo que había dicho. Su mano subió por mi brazo hasta llegar a mi nuca. Allí hizo que me inclinara para que nuestros rostros quedaran más cerca.

Esta vez fui yo la que eliminó el espacio entre nuestros labios. Esta vez los moví un poco, provocando un suave roce que me hizo suspirar.
Poco a poco se acercó más a mí y me tumbó en la cama en la que estábamos sentadas.

Cuando se separó para tomar aire se apoyó en mi pecho, respirando con dificultad y sonrió.

—Supongo que tú también sientes algo por mí, ¿me equivoco?

—Me gustas, si —respondí sonriendo.

Nos quedamos un rato así hasta que salimos para tomar el aire. Ella me llevó a un sitio en la linde del bosque donde nos sentamos en un tronco de madera.

Antes de eso, tranquilicé a Sasha que me esperaba en la puerta de la cabaña con un trozo de pan que mordía de vez en cuando.

La noche fue tranquila y silenciosa, pero me sentí bastante cómoda con ella.