•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shots

𝒀𝒆𝒍𝒆𝒏𝒂 𝑨𝑼

—No digas eso, Zeke. Acabará creyéndoselo —advirtió Yelena.

La rubia apareció en el salón, donde Zeke y yo discutíamos sobre alguna tontería.
Ella dejó la bandeja sobre la mesa y nos sirvió el té.

—Gracias —dije aceptando la taza que me ofrecía.

Comencé a beber, viendo como ella echaba mucho azúcar en su taza. Adoraba el té muy dulce y eso me parecía muy tierno.
Tapé mi boca para ocultar mi sonrisa.

—¿Deberíamos hacer algo este verano? Ahora que hemos terminado la universidad y que mi hermano aún seguirá en el instituto, tengo unos días libres.

—¿Queréis pasar unos días en la casa de verano de mis padres? —dije tras unos segundos—. Solo debo pedirles las llaves y nos dejarán quedarnos allí.

—Me parece genial —dijo Yelena antes de terminar su té.

Como acordamos, fuimos juntos a la casa que mis padres tenían en la costa.
Fue un viaje en coche largo, pero nos turnamos para conducir y al fin llegamos.

—¡Es increíble! ¡Hay una piscina y todo! —dijo el rubio, impresionado.

—Si, el negocio de la inmobiliaria de mis padres va muy bien.

Como era por la tarde, simplemente nos quedamos en casa, hablando de cualquier cosa y jugando al Uno.

—Como es la primera noche que pasamos aquí, debemos ver las mejores películas...

—No pienso ver ninguna de terror, idiota —dije, lanzando un cojín a Zeke.

—¡Será divertido! —dijo Yelena, moviendo mi brazo para animarme.

Acabé cediendo y, después de cenar, Zeke puso la primera película.

No lo pude soportar.
Al primer susto me marché a mi habitación.

Ellos siguieron en la sala, saltando en algunas escenas y luego riendo de su reacción.

Realmente, eso me ponía celosa.

Llegados a este punto, no iba a negar que me gustaba mi mejor amiga.
Desde pequeñas estábamos muy unidas y... son cosas que pasan, supongo.

Cuando comenzamos la universidad conocimos a Zeke y Yelena se llevaba bien con él.
No tenía ningún problema con eso, incluso yo me llevaba bien con él.

Nosotras seguíamos teniendo la misma relación y en parte, gracias a Zeke, descubrí que me gustaba Yelena.

Él lo descubrió e intentaba hacer que acabáramos juntas.

Aún así, al verlos tan unidos, no podía evitar estar celosa.

Me tumbé en mi cama y leí un rato, hasta que escuché que apagaron la tele.
Me sorprendí al ver que ya eran casi las cuatro de la mañana.
No sabía que había estado tanto tiempo leyendo.

Decidí dormir, pero alguien abrió la puerta y entró en mi habitación con descaro.
Incluso en la oscuridad, reconocí la altura de la rubia.

—¿Qué haces, Yelena?

—¿Qué pasa? Siempre que voy a tu casa dormimos juntas... ¿Prefieres que me vaya a otra habitación?

—No... Está bien.

Me aparté para hacerle hueco y ella puso sus manos tras su cabeza, mirando al techo.

—¿Cómo estuvo la película? —pregunté tras unos segundos.

—No daba tanto miedo... podrías haberte quedado.

—Sabes que no me gustan ese tipo de...

—Te he echado de menos.

Sonreí, desviando mi mirada.

—Estaba literalmente a tres metros de vosotros.

Ella revolvió mi pelo y rió.

—Es mejor que durmamos, mañana hay que ir a la playa un rato antes de la hora de comer.

Me acomodé en la cama y tras unos segundos pude dormir, sintiendo el aire fresco que entraba por la ventana.

Por la mañana, noté un brazo sobre mí y vi que Yelena me abrazaba desde atrás, abrazándome.

—Yelena... despierta...

No lo hizo, así que me dispuse a llamarla de nuevo, cuando la puerta de la habitación se abrió.

Zeke nos miró y sonrió.

—Como sea, levantaos y vayamos a la playa —dijo antes de irse.

Al final del día, Zeke propuso de nuevo ver alguna película de terror, pero Yelena me convenció de que me quedara.

—Si tengo pesadillas, caerá en vuestra consciencia.

—Que mal —dijo el rubio, restando importancia a lo que había dicho y viendo la pantalla.

Yelena me agarró la mano desde el primer salto que dinhaciendo que algunas palomitas cayeran al suelo.

Me aferré a su brazo y me escondí tras ella cuando aparecían escenas que me hacían sufrir en mi asiento.

Ella tenía una pequeña sonrisa y cuando terminó la película, besó mi frente.

—No ha sido tan malo, ¿a que no?

Arrugé el ceño y aparté mi vista.

Después de ese día, no me pareció tan mala idea ver películas de terror si eso implicaba estar abrazada a Yelena.

Los días pasaron y llegó el día en el que nos iríamos.

—Ha sido increíble, deberíamos hacerlo más a menudo —dijo el rubio, cogiendo su maleta para llevarla al coche.

Yelena y yo aún estábamos guardando nuestras pertenencias, así que él esperó fuera.

—Me ha gustado... Ha sido como vivir juntos.

—Si, ha sido genial —contestó Yelena.

Se veía algo distante, así que decidí preguntarle.

—¿Qué pasa? —al no recibir respuesta, me preocupé—. Soy tu mejor amiga, sabes que puedes contarme lo que sea, ¿no?

—¿Por cuánto tiempo más serás mi amiga?

La habitación se quedó en silencio y ella se sentó en la cama, junto a la maleta abierta donde estaba guardando su ropa.

Alzó su vista y tomó mi mano.

—No quiero que siempre seamos amigas. Yo... desde hace tiempo te quiero de otra forma.

Comencé a comprender a dónde quería llegar.

—Sé a lo que te refieres... Yo siento lo mismo.

Me sonrió y me acercó a ella, abrazándome por la cintura.
Aún sentada, su cabeza llegaba a la altura de mi cuello, donde escondió su rostro.

Se separó lentamente para mirar mis labios.
Me agaché un poco y acabé uniendo nuestros labios, moviéndolos en un ritmo lento.

Acabé sentada sobre ella, pero me separé y la abracé.

—Te quiero...

—Te quiero, [Tn].

Unos minutos después, salimos de la casa, encontrando a Zeke impaciente en el asiento del copiloto.

—¿Ya venís? Menos mal.

Cerré con llave y activé la alarma antes de subirme al coche.

—¿Y? ¿Ya se lo has dicho?

Yelena, desde el asiento trasero, se sonrojó y asintió.

—Menos mal, llevaba desde el primer día sabiendo que os gustabais la una a la otra.

Me sonrojé y agaché la mirada.

—Adelante, volvamos a casa.

Comencé a conducir por la insistencia de Zeke y finalmente nos pusimos en camino.

Durante el viaje, juré mentalmente que siempre haría feliz a Yelena.
La haría la mujer más feliz.