𝑬𝒓𝒘𝒊𝒏 𝑺𝒎𝒊𝒕𝒉

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Suspiré, mirando la puerta cerrada de la habitación de mi hija.

—Cariño, no puedes seguir ahí dentro toda la vida.

—¡Pues lo haré!

Rodé los ojos y sentí una mano en mi cintura.
Mi esposo me miraba preocupado.

—¿Aún no sale?

Negué y él me dio los papeles que tenía en la mano y pegó a la puerta.

—¿Dalia? Soy papá, ¿puedo entrar?

Esperó unos segundos, esperando su respuesta.

—Si quieres —dijo ella, indiferente.

Él abrió la puerta lentamente y entró, volviéndola a cerrar tras de sí.
Pegué mi oído a la puerta para intentar escuchar lo que decían.

—¿Ocurrió algo? Llevas unos días sin salir...

—No es nada.

Conocía a mi hija, no estaba bien. Era obvio que le pasaba algo. Rogué para que Erwin insistiera un poco.

—¿Estás segura?

Hubo una pausa. Escuché unos pasos y un peso sobre la cama. 

—Yo...

Se me rompió el corazón escuchar la voz quebrada de mi hija. Parecía que iba a llorar en cualquier momento.

—¿Estás asustada por haber entrado en el Cuerpo de Exploración? Puedo pedir un traspaso y-

Sabía perfectamente que no era eso. Ella era muy fuerte y testaruda, así que en cuanto terminó la instrucción no dudó en ingresar al Cuerpo de Exploración, como sus padres.

—No es eso —interrumpió ella—. Estoy muy segura de que quiero estar aquí.

—¿Entonces? Puedes contarme lo que sea... a mamá también —esperé pacientemente, pero ella solo sollozó—. No llores, cielo.

Quise entrar, pero respeté su privacidad... aunque estaba escuchando su conversación.
Alejé mis pensamientos cuando la escuché.

—Es que... creo que estoy enamorada.

—¿Y por eso estás triste? —rió levemente el rubio.

—De una chica.

Hubo unos segundos de silencio.

—¿Y qué pasa? Es normal enamorarse.

—Pero creo que a ella no le gustan las chicas.

—No te preocupes... Verás, ella puede ser tu primer amor, pero vendrán más después de ella. Y te aseguro que si no ve lo genial que es mi pequeña, no te merece.

Hubo unos segundos más de silencio, donde solo se escuchó unos susurros y una leve risa de nuestra hija

—Puedes pasar, amor. Sabemos que estás ahí —dijo Erwin.

Abrí la puerta y asomé la cabeza en la habitación sonriendo.
Corrí hacia mi hija después de cerrar la puerta y la abracé.

—Tranquila, si esa chica no se ha vuelto lesbiana al verte, es porque ella no merece la pena.

—Mamá —se quejó Dalia.

Estuvimos un tiempo hablando en familia, hasta que a la hora de la cena, al fin se animó a salir y se reunió con sus compañeros.
Erwin y yo nos sentamos junto a los jefes de escuadrón.

—¿Así que era eso? ¿La mocosa está enamorada?

—Y según ella, no es correspondido —explicó el rubio al azabache

Hablamos sobre eso hasta que salió otro tema de conversación que a Levi no le gustó.

—Ni hablar. Vuestra hija será muy buena, pero no estará en mi escuadrón.

—¡Venga! Si está contigo y tu escuadrón, estará a salvo —dijo Erwin.

—Será una carga, aún no tiene mucha experiencia en las expediciones.

—Pues irá con Hange —dije.

—¡Bien! —celebró la morena.

Levi sonrió de lado.

—Sabes que ellas comparten neurona, ¿será bueno dejar a tu hija a su cargo?

Hubo un pequeño silencio y él azabache sonrió aún más.

—Tiene razón, lo siento, Hange.

La morena se quejó, pero acabó hablando sobre un nuevo experimento y dejó de lado el tema.

Cuando la cena terminó, acompañé a Erwin a su despacho para así terminar el papeleo juntos.

—Al menos, conseguimos que saliera de su habitación —dije mirando por la ventana, viendo a Dalia caminar con sus amigos—. ¿Dónde crees que irán?

—No lo sé, pero espero que se diviertan y tengan cuidado.

Me di la vuelta y sonreí. Me apoyé en el escritorio y le miré.

—Hoy has hecho muy bien de padre, como siempre.

Él sonrió y me miró.

—Haría cualquier cosa por ella, por las dos —aclaró, besando el dorso de mi mano.

—Eres un amor.

—Te agradezco que insistieras en formar una familia —besó de nuevo mi mano—. Soy muy feliz, gracias a ti.

—Tú también participaste —reí.

Se levantó y me abrazó, levantándome un poco del suelo.

—Te quiero —susurró.

—Yo también te quiero.

Él se quedó en su escritorio para terminar sus tareas, pero yo preferirí sentarme en el sillón junto a la ventana.

Cuando ya pasó la media noche, me asomé y vi a Dalia, corriendo hacia el interior del cuartel.

Pocos minutos después, la puerta se abrió de repente, dejando ver a nuestra hija.

—¿Pasó-?

—¡No os lo vais a creer! —gritó Dalia, interrumpiendo a mi esposo—. A ella también le gustan las chicas, ¡tengo una oportunidad!

—Me alegro —sonreí—, ¿pero nos vas a decir su nombre?

—Ni hablar, seguro que papá cambiaría mis tareas para que estemos juntas.

—Yo nunca haría eso, a menos que quieras —dijo sonriendo de lado.

—Me lo pensaré —sonrió.

Me alegré de ver a nuestra hija feliz.
Se fue unos segundos después, dejando un rastro de felicidad.

—Estoy orgulloso de ella. Seguro que lloraré mucho el día que se case —dijo, aún mirando a la puerta.

—Yo llevaré los pañuelos.


•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora