∆Pieck Finger∆

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—No puede ser —susurré.

Pieck alzó la mirada y sonrió perezosamente.

Se levantó despacio y yo me acerqué a ella. Fue Porco quien nos obligó a seguirle hasta una pequeña habitación cerca de la cabina del maquinista.

Cuando cerró la puerta, todo se quedó a oscuras, al menos, una pequeña ventana nos otorgaba algo de luz.

Respiré nerviosa mientras pensaba en lo cerca que estábamos.

—Estoy muy cansada... ¿te molesta si me apoyo en ti?

—Claro que no —dije sonrojada.

Se acercó a mi y apoyo su cabeza en mis pechos. Una de sus manos se posó en mi hombro y sonrió mientras se acomodaba.

Iba a matar a Porco por obligarme a jugar a este maldito juego.

Estar encerrada ya me ocasionaba bastante ansiedad, pero además estaba encerrada con Pieck. 

Estaba enamorada de ella desde hacía años, y Porco lo sabía.

Yo era una de las personas que montaban en el Titán de Carga, por eso tenía algo de molestia al estar tanto tiempo encerrada, porque me recordaba a esos momentos.

Pieck me había ayudado mucho cuando me agobiaba en la armadura del Titán, por lo que entablamos una buena relación.

Me dirigía hasta la oficina del general Magath, quien estaba a cargo del ejército de Marley y de los titanes que poseía.

Hace poco tuve un altercado con mis compañeros y temía que fuera por eso por lo que me llamó, pero era una falta menor. Al menos eso pensé para tranquilizarme.

Al entrar, le vi en su escritorio, mirando algunos documentos mientras bebía café.

—Soldado, la estaba esperando.

—¿He hecho algo mal? —pregunté educadamente, intentando controlar el tono de mi voz.

—Al contrario —esa respuesta me dejó confundida—. Hemos analizado tus resultados en la última prueba y son excepcionales.

—¿Hemos?

—Si, decidimos hace unos días que te unirás a la división panzer. Pensamos que servirías mucho en esa posición.

—Y-yo... Será un honor.

Me despedí y volví a mi habitación.

Estaba muy asustada. Desde pequeña había detestado los espacios cerrados y ahora...

Subí las escaleras lentamente, pensando en mis traumas infantiles, cuando vi un cuerpo tirado en el suelo. Era una chica con pelo negro.

—¿Estás bien? —dije acercándome.

Al parecer estaba dormida.
No había nadie al rededor y no sabía quién era.

La sacudí y se despertó.

—¿Ha pasado algo?

—Oh, me quedé dormida —dijo tranquila.

Se desperezó y se levantó. Caminó con dificultad hasta el final del pasillo y entró en una habitación.
Eso había sido raro.

Al día siguiente, me presentaron al resto de la división y a la portadora del titán. Era la misma chica que vi tirada en el suelo.

—Un placer —dijo al verme. Parece que no me había reconocido.

Como primera toma de contacto, debía entrar en la estructura de la armadura para acostumbrarme. Sin embargo, la chica no se transformó, solo se quedó fuera, esperando con el resto de hombres.

Al entrar, empecé a respirar con dificultad.
Decidí ignorar el miedo y me senté a los mandos. Agarré el mango de la metralladora y apreté mis puños, soltando el aire poco a poco.

—¿Estás bien?

Pieck había entrado para ver cómo me iba. Se acercó a mí y puso una mano sobre mi hombro.

—Te ves algo pálida, ¿qué sucede?

—No me gusta mucho los espacios cerrados...

—Pero... ¿por qué aceptaste este puesto?

—No tengo un lugar donde ir, el ejército es mi hogar y... si rechaza esto, dudo que mis condiciones mejorarán.

Sonrió con empatía y se agachó, quedando nuestros rostros a la misma altura.

—En ese caso, te ayudaré a superar el miedo y la ansiedad. Tú también me ayudaste ayer —dijo guiñando un ojo.

Salió de allí y me quedé paralizada... Si que se acordaba de mí.

Sonreí ante el recuerdo y alcé una de mis manos para tocar su cabeza. Acaricié su cabello despeinado y suspiré.

—¿En qué piensas? —dijo tras unos minutos.

—Cuando nos conocimos... Me ayudaste mucho con...

—Oh, si —interrumpió. Después levantó su cabeza, aún estaba abrazada a mí, para mirarme—. ¿Qué sentiste?

—¿Al conocerte? —pregunté nerviosa. Ella asintió y yo tragué saliva—. Yo... Al principio pensé que estabas loca por dormirte en el suelo de un área común, pero después... me gustaste mucho.

Solté eso último sin pensar. Alcé las cejas sorprendida y me dispuse a rectificar.

—Tranquila, tú también me gustaste... Y me sigues gustando.

Esa respuesta me dejó aún más nerviosa. Una de sus manos pasó por mi cintura y me pegó a ella.

Sonreí y besé su cabeza.
Nos quedamos el resto del tiempo abrazadas, disfrutando del silencio.

Apareció Porco, con una botella en la mano y aún más borracho que antes.

—¿No os habéis besado? Que aburridas sois.

Se alejó para volver al grupo y nosotras también nos acercamos.
Estuvimos un rato observando el transcurso del juego hasta que Pieck me tomó de mano.

—Voy a mi habitación, ¿vienes?

Yo asentí sonrojada y caminamos juntas, escuchando los vítores de Porco.

Esa noche dormimos abrazadas.

•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora