•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shots

∆Zeke Jaeger∆

—No puede ser —susurré.

La luz se reflejó en las gafas de Zeke cuando alzó su mirada del libro que tenía en sus manos. Me levanté tímida y me dirigí a él.

Suspiró y se levantó, aún con la pelota de béisbol en la mano. Porco sonrió mientras nos llevaba, aunque había una leve mirada de preocupación. Eché una mirada atrás para ver a mi hermana pequeña.

Pieck solo me animó, alzando sus pulgares.

El portador del Titán Mandíbula nos guió hasta la habitación del vagón del maquinista. Era muy pequeña, además había una caja aparentemente grande en una de las esquinas.

Entré nerviosa y me pegué a la pared lo más que pude. Aún así, cuando el rubio entró, fue inevitable tocarnos.

—No hagáis algo que no debáis, sino tu hermana me matará, [Tn].

—Yo ni siquiera quise jugar desde un principio —susurré.

Zeke alzó una ceja y apartó la mirada. La luz abandonó la habitación cuando la puerta se cerró.

Quise salir de allí, no me importaba lo más mínimo el juego, pero Zeke estaba entre la puerta y yo.

—Bueno, al fin en casa, ¿no? Debiste estar preocupada por tu hermana —dijo lanzando la pelota para que aterrizara en su mano.

—Si, al menos llegó a salvo. Todos llegaron a salvo —respondí nerviosa.

La razón de mi nerviosismo era bastante extraña.

Yo estaba afiliada al ejército, pero no era guerrera. Solo aconsejaba sobre nuevos ataques y armas. Había tardado mucho en conseguir ese puesto, aunque había algunos hombres con altos cargos que seguían oponiéndose a que una mujer liderara una parte del ejército.

Además, era la encargada de los guerreros marleyanos. 

El señor Xaver fue una especie de mentor para mí, por lo que sabía muchas cosas sobre los titanes.
Eso me llevó a conocer a Zeke desde pequeño. Teníamos casi la misma edad y el señor Xaver pensaba que haríamos una buena pareja, por lo que intentaba que pasáramos tiempo juntos, aunque fuera forzadamente.

También tuve una buena relación con el resto de los guerreros, por lo que se convirtieron en algo así como mi familia.

Desde siempre estuve confusa cuando estaba cerca de Zeke. Justo antes de que partiera a Paradis para ayudar a los guerreros, me besó. Eso me confundió aún más.

No habíamos hablado desde entonces, aunque yo estuve en el frente de la guerra contra el Medio Oriente.

Pensé que estar allí durante ese tiempo sería bueno para hablar de ello, pero estaba aterrorizada.

—Te veo... rara, ¿estás bien?

—Solo... estaba pensando en lo duro que ha tenido que ser vuestros meses en la isla. Reiner me dijo que casi te matan.

—Eso fue un pequeño contratiempo, pero ya estamos aquí y la próxima vez que vayamos a Paradis, será la definitiva —dijo apretando la pelota de béisbol en su mano.

Suspiré y miré hacia otro lado.

—No debes preocuparte —dijo apoyando una mano en mi hombro—. Ser un guerrero es peligroso, pero en Marley estamos protegidos, esos eldianos no se acercarán aquí.

Mi voz tembló, quise creerle, pero esas personas de la isla tenían una buena tecnología para matar titanes. No superaban a Marley, pero estuvieron a punto de matarle.

—Lo sé...

Agaché la mirada y mi cabeza se apoyó en su pecho. Me puse nerviosa, no quise hacer eso, pero al estar tan cerca de él, fue inevitable.

Él llevó su mano a mi cabeza y la presionó suavemente.

—¿[Tn]?

—¿Si?

—¿Te acuerdas de... cuando éramos pequeños?

—Sería difícil olvidarlo.

Eso era cierto, nunca olvidaría los momentos con él y el señor Xaver. Nunca me creía lo mucho que Zeke había cambiado.

—Recordarás entonces lo que dijo el señor Xaver...

—Nos dijo muchas cosas —bromeé.

—Sobre nosotros —dijo directo.

Me sorprendió su tono frío.

—¿A qué te refieres?

—Dijo que cuando creciéramos...

Nos siguió la frase, aunque ya sabía a qué se refería.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Claro —dijo acariciando mi pelo.

—Aquel día... ¿por qué me besaste?

—Fui tan idiota que creí que corresponderías.

Alejé mi cabeza y apoyé mi barbilla en su pecho para mirarle a los ojos.

Intentó no mirarme, pero acabó cediendo.

—En ese momento no pude reaccionar...

—¿Y ahora?

—¿Mm?

—¿Reaccionarías si te beso ahora?

Me dejó sorprendida, pero sonreí y asentí. Lo tomó como una señal y acercó sus labios a los míos.
Fue un beso rápido, pero me sentí satisfecha.

En ese momento, Porco abrió la puerta y nos obligó a salir.

—No le diré nada a tu hermana, pero deberías decírselo tú —susurró Porco a mi oído mientras regresábamos al grupo.

—¿A qué te refieres?

—Sé que te has besado con el señor Zeke. No pienso cargar con la culpa por obligarte a jugar.

Me sonrojé un poco y me senté junto a mi hermana. Estaba algo somnolienta y apoyó su cabeza en mis piernas mientras abrazaba la botella vacía que tenía en sus manos.

Alcé la mirada y miré a Zeke, que me miró con una pequeña sonrisa antes de volver su vista hacia su libro.