𝑭𝒖𝒓𝒍𝒂𝒏 𝑪𝒉𝒖𝒓𝒄𝒉

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—Ten cuidado, por favor.

Me despedí por última vez de mi novio. Furlan iría de expedición fuera de los muros y estaba muy nerviosa.

Isabel y Levi estaban a su lado, preparando sus caballos.

—Cuidáos todos, quiero que volváis sanos y salvos.

—No te preocupes tanto, amor —dijo el rubio con una sonrisa.

Besó mi frente y acarició mi vientre.
Nuestro hijo se encontraba alli.

Los cuatro nos conocíamos desde hacía mucho tiempo, prácticamente que nos conocimos comencé a salir con Furlan. Hace unos meses acabé embarazada. No nos arrepentimos en absoluto, pero temíamos por la vida que le daríamos a nuestro hijo o hija.

Por suerte, cuando les sacaron del subterráneo para alistarse en el Cuerpo de Exploración, pude ir con ellos.

También sabía manejar el equipo de maniobras, pero no podía utilizarlo por mi estado.
Aún así ingresé en este cuerpo militar y podría comenzar mis tareas en cuanto diera a luz.

Furlan me abrazó hasta que el jefe de su escuadrón los llamó.

—Te estaré esperando, ni se te ocurra morir.

—Volveré antes de lo que te imaginas —susurró a mi oído.

Me besó por última vez antes de montar en su caballo.

—¡Adiós, [Tn]! ¡Cuídate! —dijo Isabel.

—¡Tened cuidado! —grité cuando se alejaban.

Me quedé en la habitación que me asignaron durante el resto del día.
No pude dormir en toda la noche, por lo que a la mañana siguiente estaba agotada. Aún así salí para recibirlos.

Los caballos llegaron al cuartel, pero venían menos soldados montados en ellos.

Esperé nerviosa hasta ver a Levi. Suspiré, pero fruncí el ceño al ver que llegaba solo.

—¡Levi! Me alegro que estés bien... ¿dónde están...?

Paré de hablar cuando me di cuenta. Su rostro estaba inexpresivo como siempre, pero su mirada expresaba dolor.

—Lo lamento...

Bajó del caballo y se quitó la capa, manchada de sangre, para abrazarme.
Aún seguía sin poder reaccionar, pero al sentir una presión en mi pecho, comencé a llorar.

—¡No! No puede ser... me dijo que volvería.

Levi apretó su agarre y escondió su cara en mi cuello.

Los meses pasaron y nació nuestra hija. La pequeña tenía el pelo rubio como su padre y una sonrisa muy parecida a la suya.
Era un rayo de sol que me alegraba. Y no solo a mí.
Aunque Levi no lo admitiera, quería a esa mocosa.

Ahora mismo estaba persiguiendo a la pequeña Isabel por el cuartel. Se había escapado de su habitación, pero yo necesitaba llegar al entrenamiento.

—¡Ven aquí ahora mismo! ¡Tienes cinco años y debes saber que...!

El enfado se fue rápidamente al ver que chocó con una persona y cayó al suelo.

—¡Isabel!

Corrí aún más y llegué cuando el Comandante Erwin se agachó para levantar a mi hija.

—¿Estás bien, pequeña?

—Oi, mocosa, debes ir con más cuidado.

Levi estaba a su lado, mirando con una sonrisa como la pequeña miraba hacia arriba, viendo a los adultos.

—¡Que alto eres! —dijo ella con una sonrisa, provocando una sonrisa del rubio.

—Lo lamento, Comandante. La he perdido de vista un momento y...

—No es problema, sabes que no me molesta. Y ya te dije que me llames Erwin —sonrió.

Bajé la mirada avergonzada y mi hija se adelantó al mayor, alzando los brazos.
Erwin la cogió en brazos y ella sonrió.

—¡Mira que alta soy, mami! —dijo alzando los brazos.

—Eres muy gritona, mocosa —dijo Levi con una sonrisa.

Mi hija le sacó la lengua y yo reí. Ella bajó de los brazos de Erwin y corrió hacia mí, abrazando mi pierna.

Hange apareció de la nada cargando algunos documentos y chocó con Erwin.

—¡Te estaba buscando! Oh, hola pequeña —dijo mirando a mi hija después de apartar la mirada de Erwin.

Nos despedimos y volví a mi habitación para dejar a mi hija.

—No salgas hasta la hora de la comida, vendré a buscarte y después podrás acompañarme.

—¡Guay!

Corrí hasta el área de entrenamiento, donde el resto del escuadrón ya había empezado.

—Lo siento, Mayor Mike. No volverá a pasar.

—Está bien, únete al equipo.

Pasaron unos años y mi bebé se hizo mayor. Hoy empezaría su instrucción. Ella quería seguir los pasos de su familia.

—No te pongas nerviosa, tu puedes —dije acompañándola hasta el cuartel—. Y en cuanto te den un permiso...

—Lo sé, mamá. Iré a visitaros en cuanto pueda.

Nos despedimos y vi cómo se marchaba.

Habíamos tenido bastantes disputas sobre este tema. Yo no quería que se alistara y mucho menos que ingresara en el Cuerpo de Exploración, pero era muy cabezota y no pude luchar contra ella.

Suspiré y miré al cielo. Dos pájaros sobrepasaron las nubes y volaron alejándose.

—Por favor, cuidad de ella —dije refiriéndome a Isabel y Furlan, aunque ellos no estaban allí—. Estéis dónde estéis...

En mi mente se formaron sus sonrisas. El último recuerdo que tenía de ellos se repitió una y otra vez.
Ojalá estuvieran aquí y vieran lo mucho que ha crecido mi pequeña...

•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora