𝑪𝒐𝒍𝒕 𝑮𝒓𝒊𝒄𝒆

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Desde que era pequeña, me negaron muchas cosas solo por haber nacido mujer.
Además era eldiana, lo que me cerraba aún más puertas.

Yo nunca había sido del todo "femenina", como decían mis padres. Prefería entrenar con mis hermanos en el jardín antes que quedarme en casa para jugar a las muñecas como hacían mis amigas.

La poca libertad que tenía para hacer lo que quería desapareció cuando mi hermano se fue de misión a Paradis.

Con mis padres en casa no podía hacer mucho y mi otro hermano no estaba de humor para jugar conmigo, por lo que estuve un tiempo relacionándome solo con mis amigas, lo que me afectó.

Cuando mis padres murieron, mi hermano ya no quiso entrenar como cuando éramos pequeños, él no entendía que mi objetivo en la vida no era casarme y tener hijos. Yo quería ingresar en el ejército.

Sin embargo, unos años después conocí a un gran chico. A él no le importaba que fuera distinta a otras chicas.

—Buenas noches, Porco —dije a mi hermano, que apenas había llegado a casa, antes de subir a mi habitación.

—¿Ya vas a dormir? —dijo quitándose la chaqueta con la banda amarilla del brazo.

—Estoy agotada —dije bostezando falsamente.

Subí las escaleras y entré en la habitación, quitándome la bata que cubría mi ropa.

Me escapé por la ventana y corrí por las calles hasta llegar a las puertas de Liberio. Allí me esperaba Colt.

—Hola —sonrió.

—¿Nos vamos? —pregunté emocionada.

Hoy iríamos a entrenar juntos donde él se formaba como próximo portador del Titán Bestia.
Obviamente a escondidas, ya que no estaba del todo permitido.

Se acercó al guardia de la puerta y habló con él para que pasáramos ambos.
Este accedió y nos escabullimos, con cuidado de no ser descubiertos.

Las calles estaban vacías y no nos encontramos con nadie hasta estar frente al cuartel.
Pasamos casi desapercibidos, aunque una civil que acompañaba a un cadete claramente reconocido llamaba un poco la atención.

Llegamos al exterior y cogimos algo de material para luchar.

—Veamos si has mejorado desde la última vez —dijo el rubio con una sonrisa juguetona.

Teníamos unos palos de madera con los que los soldados luchaban al entrenar, por lo que lo primero que hizo fueron unos movimientos para intentar impresionarme.

—Eso lo hace cualquiera —bromeé.

Ataqué primero, aunque logró esquivarlo, como siempre.

—Buena esa—dije viendo como se preparaba para atacar.

Intenté analizar sus movimientos para prevenir su golpe, pero no funcionó. Siempre que intentaba analizar la situación sin hacer caso a mi instinto acababa en el suelo.

Me ofreció su mano para levantarme. La agarré e hice fuerza con mi cuerpo para tirarle al suelo e inmovilizarle con mis piernas al rededor de su cuello.

Tocó mi muslo dos veces seguidas y aflojé mi agarre, le liberé y me alejé, recogiendo las armas del suelo.

—¿Apenas hemos empezado y ya estás sin aire?

Sonrió de lado y le lancé su arma. Me preparé para atacar, pero no pude reaccionar hasta estar de nuevo en el suelo. Dio vueltas a mi alrededor mientras yo procesaba lo que había pasado.

Había golpeado la parte trasera de mis rodillas y me hizo caer sobre mis brazos y rodillas.

Puso el arma bajo mi barbilla y me incorporé, quedando de rodillas.
Cuando miré hacia arriba, vi que tenía una pequeña sonrisa.

—Borra esa sonrisa, en unos minutos también te dejaré de rodillas —dije retándole con la mirada.

Sus mejillas se tornaron rosas y aproveché el momento que vaciló para tirarle al suelo. Trepé por su cuerpo y presioné mis piernas en sus costados para atrapar sus brazos.

Se quejó por la presión y abrió los ojos.
Me sentí poderosa viéndole debajo de mí con un leve sonrojo, por lo que sonreí abiertamente.

Movió sus brazos un poco y se liberó de mis piernas, haciendo que las separara un poco y quedara sentada sobre su abdomen.

No duré mucho en esa posición, ya que me giró y quedó sobre mí, sujetando mis manos sobre mi cabeza.

—Creo que voy ganando —dijo provocándome.

—Cállate, eres odioso. Apuesto a que por eso no tienes una pareja.

—No tengo pareja porque ya estoy interesado en alguien —dijo levantándose.

Al quedar de espaldas a mí, me levanté rápidamente y agarré sus muñecas, inmovilizándolas en su espalda baja.

—¿Se puede saber quién es? —no recibí respuesta—. ¿Acaso conozco a esa persona?

—La conoces muy bien.

Se liberó y dio unos pasos atrás. Dejamos de lado las armas y luchamos cuerpo a cuerpo.

—¿Es mi hermano? Está bien, os doy mis bendiciones.

—No bromees —dijo lanzando uno de sus puños a mi cara.

—No lo hago, solo me alegro por vosotros.

Tras unos golpes, Colt agarró mi brazo y me atrajo a él.

—Estoy interesado en ti. Me gustas, [Tn] —aclaró.

Me alejé, sorprendida. Él me miró, esperando alguna respuesta.

—Yo... no soy como las demás. Debes saber que no seré una buena novia o...

—Sé cómo eres, y eso es exactamente lo que me gusta.

Sonreí y quise demostrarle mi afecto, pero en su lugar golpeé su abdomen, haciendo que se doblara.

—Supongo que eso es que no sientes nada por mí.

—Creí que me conocías —bromeé—. También me gustas, pero no te acostumbres a escuchar cosas así, sabes que odio las cursilerías.

Se incorporó con una sonrisa y seguimos luchando.

Ambos sabíamos que nuestra relación no sería del todo normal, pero igualmente lo intentamos.

•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora