𝑨𝒓𝒎𝒊𝒏 𝑨𝒓𝒍𝒆𝒓𝒕

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Llegué a la enfermería y toqué a la puerta antes de entrar. Una voz ruda me invitó a entrar y eso hice.

—Ah, [Tn]. No te esperaba a estas horas. Creí que estarías cansada del entrenamiento.

—Estoy bien, pasé para preguntar si necesitaba ayuda.

El hombre con el que hablaba era uno de mis superiores. Era un doctor que se encargaba de los cadetes de la instrucción. Yo estaba en mi último año de instrucción y le ayudaba siempre que podía. 

Según él, tenía un talento innato para la medicina y me recomendó que al acabar la enseñanza como cadete ingresara en el Cuerpo de Exploración como doctora. Allí necesitaban a muchos doctores.

—La verdad es que si. Hoy los de la tropa 106 han tenido una pelea y hay varios heridos. Yo iré a atenderlos, pero necesito que te encargues de ese chico.

Señaló a una de las cortinas de la enfermería. Asentí y me dirigí allí. Agarré la tela y la aparté para ver a un pequeño chico rubio que se abrazaba las piernas sobre la camilla.

—Hola, soy [Tn]. ¿Qué ha pasado?

Él alzó la mirada y se sorprendió. Tartamudeó un poco antes de contestar.

—Soy Armin Arlert —dijo tímido—. En el entrenamiento de hoy me he caído y me duele mucho el tobillo.

Me senté en una silla junto a él. Y le indiqué que me mostrara su tobillo. Estaba bastante hinchado y un poco morado.

—No pasará nada, te pondré unas vendas y en unos días podrás andar bien —sonreí para tranquilizarle.

Apartó la vista con un sonrojo mientras yo cogía las vendas. 

—¿Estás en tu primer año de instrucción? Te ves muy joven...

—En realidad, solo me falta un año para terminar, soy de la división 104.

—Oi, no esperaba eso —reí—, ¿ya sabes a qué cuerpo militar te unirás?

Volvió a mirarme y esta vez tenía una mirada decidida.

—El Cuerpo de Exploración.

Me sorprendí por su respuesta. Juraría que se veía como un soldado de la Guarnición o de la Policía Militar, pero no debía juzgar un libro por su portada.

—Que valiente, no muchos cadetes se deciden por él —dije revisando su tobillo y quitando el paño frío que mi mentor le había colocado.

No dijo nada más. Noté que era muy tímido y no quise insistir.

—¿Y tú... dónde irás? —dijo unos minutos después.

—El año que viene iré al Cuerpo de Exploración como doctora. Supongo que fuera de los muros también me necesitarán, así que nos veremos —sonreí.

—S-si —sonrió.

Terminé de vendar su tobillo y le ayudé a levantarse. Le acompañé a la puerta y mi mentor me habló.

—Terminé antes de lo previsto, puedes ir a descansar, [Tn] —dijo con un tono paternal.

—Gracias, señor —sonreí mientras abría la puerta—. Supongo que te puedo acompañar a tu cabaña.

Pasé su brazo por mis hombros y comenzamos a andar. Él intentó no apoyarse mucho en mí, pero eso era malo.

—No debes forzar tu tobillo, apóyate en mí, que no te de vergüenza necesitar ayuda —intenté convencerle.

—No... estoy bien. En realidad, ese es el problema por el que estoy así —eso último lo dijo muy bajo, pero lo pude escuchar.

—¿Estás bien?

No habló por unos segundos, solo miró al frente.

—Yo... no soy muy fuerte, así que necesito mejorar en todo para no morir cuando salga al exterior. Hoy me excedí en el entrenamiento y acabé haciéndome daño. Soy inútil...

—No digas eso. Estoy segura que eres sobresaliente en otras actividades. Además, está bien querer ser más fuerte, pero no te excedas, ¿vale?

No contestó, solo siguió caminando en silencio, esta vez apoyándose en mí.

Llegamos a la cabaña donde los cadetes de la división 104 dormían. Al acercarnos, un chico moreno se acercó corriendo.

—¿Cómo estás, Armin?

—Bien, solo necesito descansar.

—No dejéis que se sobresfuerce mucho, necesita recuperarse bien.

El chico asintió y se abrió paso hasta el interior de la cabaña. Dejé a Armin sobre su cama y aproveché que el moreno se alejó para avisar a una tal Mikasa para hablar con él.

—Si necesitas hablar de cualquier cosa, sabes que puedes contar conmigo.

—E-está bien —dijo con un leve sonrojo.

—Puedes pasarte si necesitas que cambie el vendaje —dije guiñándole un ojo mientras me alejaba.

—Oi, Armin —dijo un chico bajo mientras se acercaba con otros dos chicos. 

—¿Cómo estás? —dijo el chico pecoso al lado del chico anterior.

El tercer chico era más alto. Él no se preocupó por Armin ya que no apartaba la vista de mí.

—Bueno, puedes ir a verme cuando quieras, Armin —dije haciendo un ademán con la mano y saliendo de alli.

—Que guapa era —escuché al bajo decir.

—¿Puedes presentármela, Armin? —supuse que esa era la voz del alto.

Reí al escuchar como el rubio se ponía nervioso ante tantas preguntas de sus compañeros.

Pasaron unos días y Armin se presentó en la enfermería. Llevaba una flor en la mano y sonrió al verme.

—No pude darte las gracias el otro día, así que... gracias.

—No es nada —sonreí.

—Viniendo hacia aquí vi esta flor y... me recordó a ti, porque también es bonita.

Me sonrojé y la acepté.

—¿Y cómo va tu tobillo? —dije avergonzada.

—Mucho mejor.

—¡Armin, ven! —gritó el chico moreno desde lejos.

—Tengo que irme, yo... espero verte pronto.

—Preferiría que no fuera en la enfermería. Algún día puedo ir a...

—¡Armin!

—¡Ya voy, Eren! Perdona, ¿qué decías?

Me acerqué a él y besé su mejilla. Él se sonrojó un montón y tartamudeó.

—Mañana tengo el día libre, pasaré por ti a las cinco, ¿te parece bien?

—Perfecto —dijo con una tímida sonrisa.

•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora