𝑪𝒐𝒏𝒏𝒊𝒆 𝑺𝒑𝒓𝒊𝒏𝒈𝒆𝒓

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Parte 1/2

—¡No te rías! —dijo Connie, con el ceño fruncido.

Aunque me lo advirtió, no pude evitarlo.

Hacía unas semanas que Connie decidió alistarse en la instrucción y yo le dije que debía raparse el cabello antes, ya que era necesario para ingresar.
Él me tomó en serio y apareció con el cabello cortado a trozos, obviamente no lo había hecho del todo bien.

—¡¿Te hace gracia haberme engañado, [Tn]?!

—No —dije riéndome.

Él cruzó los brazos, enfadado y se dio la vuelta. Yo me acerqué por atrás para abrazarle y besé su mejilla. Él se sonrojó y abrió los ojos.

—Déjame arreglarte el pelo, no puedes ir así por ahí.

—Vale —cedió, aún nervioso.

Le agarré la mano y lo llevé corriendo a mi casa, aún riendo un poco.

—Hola, mamá. Voy a subir a mi habitación con Connie, si su madre pregunta...

—Le diré que está aquí, no te preocupes.

Lo senté en la silla de madera de mi habitación y busqué la cuchilla que mi padre utilizaba para afeitarse. Cuando volví a mi habitación, Connie cotilleaba en mi armario.

—¿Qué haces? ¿Pretendes robarme ropa?

—Si, creo que este vestido me quedaría bien —dijo poniéndolo sobre su ropa.

Reí y volvió a dejarlo en el armario.
Se sentó y comencé a rapar su cabeza, esta vez bien.
Él cerró sus ojos y sonrió.

—Espero que no me afeites las cejas.

—Tranquilo, solo te afeitaré una.

Sonreí mientras terminaba de arreglar su cabello.
Cuando terminé, le mostré el resultado con un espejo.

—No está tan mal —sonrió—, ¿cómo me ves?

—Hermoso, mañana mismo me caso contigo —bromeé.

Reímos y mi madre me llamó desde la planta baja, por lo que fui con ella.

—Acabo de venir de la compra y me he encontrado a la madre de Connie, dice que puede quedarse a dormir si quiere.

—¡Genial! ¡Gracias, mamá!

Subí de nuevo a mi habitación y le conté a Connie que podía quedarse.
Se emocionó y comenzó a decir cosas que podríamos hacer.

—¡Hace mucho que no hacemos una fiesta de pijamas! ¿Jugamos a algo? ¡No, no! ¡Mejor...!

—Cálmate, llevas gritando un buen rato.

—Perdona...

—Por ahora, lo que haremos será ayudar en los establos.

Como dije, salimos de la casa y nos dirigimos a los establos.
Mi padre me había dado la tarea de cepillar los caballos antes de cenar y si podía conseguir la ayuda de Connie para terminar más rápido, mucho mejor.

—Soy tu invitado, no debería hacer tus tareas —se quejó.

—Solo me estás ayudando.

Rodó los ojos y seguimos con lo nuestro hasta la hora de cenar.

Mis padres adoraban a Connie y durante la cena, los cuatro hablamos cómodamente sobre cualquier cosa.

—Ahora iremos arriba —dije, retirándome de la mesa.

—No os acostéis muy tarde —dijo mi padre con una sonrisa.

Asentí y agarré la muñeca de Connie para arrastrarle al interior de mi habitación.

Encendí una vela y me di la vuelta, viendo como el rapado se tumbaba en mi cama.

—¿Qué haces? Fuera de ahí.

—Pero el futón que ha preparado tu madre es muy incómodo. No podré dormir ahí —dijo con una sonrisa, como invitándome a tumbarme con él.

—Bien, échate a un lado.

Se sonrojó, aseguro a que nunca pensaría que me tumbaría junto a él.
Pasaron unos segundos en los que estuvimos en silencio.

—Connie...

—¿Q-qué pasa?

—En unas semanas vas a entrar en la instrucción y... no nos veremos en un tiempo.

—Oi, no te pongas sentimental.

—Esto es serio. La próxima vez que nos veamos, quizás...

Connie se incorporó, quedando apoyado en sus codos. Alzó una mano y estrujó mis mejillas.

—Deja eso ya y duerme. Ya nos preocuparemos cuando llegue el día.

Me quedé en silencio y suspiré, levantándome de la cama.

—¿Dónde vas?

—Desprendes mucho calor, prefiero dormir en el suelo.

Reí y me tumbé. Él se asomó por el borde de la cama, dejando también un brazo fuera.

—Diré una última cosa y dejaremos el tema zanjado, ¿vale?

Asentí y sonreí, mirándole a los ojos.

—Aunque pasen unos años y no nos veamos, cuando nos volvamos a encontrar... todo seguirá como siempre.

Sonreí y moví mi mano. Para mi sorpresa, me encontré con su mano y nuestros dedos índices de entrelazaron.

—Buenas noches, [Tn].

—Buenas noches...

Unos minutos después, la habitación se llenó de un leve ronquido de su parte y supe que se había quedado dormido.
Aún asomado al borde de la cama y con la boca abierta, dejando un rastro de saliva en mis sábanas.
Volteé mi cuerpo para apagar la vela y unos segundos después acabé dormida.

A la mañana siguiente, Connie se marchó y nos vimos todos los días hasta el día de su marcha.

Mis padres, los suyos y sus hermanos acompañaron al menor hasta uno de los barcos que lo dirigiría al cuartel de la instrucción militar.

Él se despidió de todos y al final, se volteó hacia mí.

—No llores —dijo dulcemente al ver mis ojos.

—No estoy llorando, estúpido. Solo tengo algo en el ojo —bromeé.

Nos sonreímos, pero nuestro momento fue interrumpido por un grito que advertía que el barco zarparía pronto.

—Te echaré de menos —dijo Connie con los ojos llenos de lágrimas.

—Y yo a ti —dije, abrazándolo con fuerza una última vez.

Unos segundos después, se soltó suavemente se mi agarre y se perdió entre la multitud del barco.

Junté las manos en mi pecho, rezando porque todo le fuera bien.

•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora