∆Yelena∆

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—No puede ser —susurré.

La rubia alzó la mirada, algo aburrida. Realmente me iba a desmayar, cuando estaba cerca de Yelena siempre me ponía nerviosa, y si además tenía que estar en una habitación con ella durante siete minutos...
Quería morirme.

Yelena llegó a mi lado y agarró mi mano para llevarme a la habitación cerca del vagón del maquinista. Porco solo señaló en esa dirección y fue ella misma quien me llevó de la mano.

Ella agachó la cabeza al entrar y apoyó sus caderas en una de las cajas que había, para reducir su altura y así no chocar con el techo.
Me atrajo a ella y cerró la puerta, pasando la mano por mi lado.

Cruzó los brazos y miró al techo, su atención no estaba en mí. Nunca la estuvo.

No quise comenzar una conversación por miedo a tartamudear por los nervios y que ella no me entendiera.

—Pareces ausente, ¿en qué piensas? —dijo con un tono suave, sin apenas un sentimiento en su voz.

Su pregunta me dejó sorprendida, no creí que quisiera hablar conmigo.

Obviamente habíamos hablado antes, sólo unas pocas palabras, pero solo eso me había enamorado.

La primera vez que la vi, pasó por mi lado, con una expresión fría y sin apartar la vista de su destino.
La brisa del puerto agitaba suavemente su pelo y el sol se reflejaba en sus ojos.
Esa imagen me dejó cautivada.

Poco después me enteré que era una soldado, aunque nunca la había visto en entrenamientos.

Sólo mis amigos sabían de mis sentimientos hacia aquella diosa, es decir, los titanes cambiantes.

Incluso Zeke me aconsejó que fuera menos tímida y hablara con ella, pero para mí era imposible.

—En nada...

—Venga —rió—. Suéltalo, pequeña.

Abrí los ojos ante sus palabras. ¿Había escuchado bien? Nunca me había llamado así, y eso me provocó levemente.

—No pensaba en nada, en serio —respondí nerviosa.

Rió bajo y acercó su cara a la mía.

—¿Quieres saber en lo que yo pensaba?

—Yo... e-está bien, ¿en qué pensabas? —balbuceé.

Sonrió maliciosa y acercó sus labios a los míos, provocando un pequeño roce.

—Me preguntaba si... tus labios son tan suaves como parecen.

Quise hablar, pero estaba paralizada. El roce de sus labios me llevó a las estrellas.

—Además... me gustaría comprobar lo sumisa que puedes llegar a ser.

Agarró mis muñecas y las puso sobre mi cabeza.
Dentro de mí habían muchas emociones, simplemente no me creía lo que estaba ocurriendo.

—Yo...

Me acalló con un beso suave y lento. Su lengua se abrió paso en mi boca y comenzó a ser más ruda.

—Yelena —suspiré cuando bajó sus besos por mi cuello.

Ella sonrió contra mi piel y dio un mordisco, dejando una marca en mi cuello.

Nunca pensé que Yelena pudiera ser... así.
Aunque tampoco me quejaba, estaba disfrutando de ese momento.

—Pensabas en algo parecido, ¿verdad?

—Yo... ¡ah! —grité al notar una de sus frías manos contra mi piel. Sus manos se habían colado por mi camiseta y las pasaba, provocando que mi piel se erizara.

Yo intenté pasar mis manos por debajo de su camisa, pero no aflojó la sujeción en mis muñecas, aún presionándolas contra la puerta.

Recordé mi formación como soldado y utilicé su fuerza contra ella, liberando mis manos y empujándola contra la caja en la que se apoyaba.

Me abalancé contra ella y se sentó sobre la caja. Intenté poner mis piernas a cada lado de sus caderas, pero estaba demasiado alta.

En un último intento, me impulsé con sus hombros y coloqué una rodilla junto a su pierna. Desde esa posición fue fácil sentarme sobre ella.

—Vaya, no creía que podrías llegar a ser...

No pudo terminar la frase ya que ataqué sus labios de nuevo.

Sonrió mientras me devolvía el beso y metía sus manos bajo mi camiseta, comenzando a masajear mis pechos.

Sus besos bajaron por mi cuello y sus manos pasaron a mi espalda para presionarme contra ella aún más.

Suspiré mirando al techo, disfrutando de su tacto. Mordió un poco mi cuello y gemí.

Yo era muy sensible, y al tocarme de esa manera... No pude evitar pensar las cosas que podríamos hacer allí juntas...

Pero en algún momento vendrían a sacarnos de allí y si nos pillaban así, no podría aguantar la vergüenza.

—Yelena... debemos parar —jadeé.

—¿Realmente quieres parar? —dijo subiendo su rostro a mi altura.

Sus labios rozaron los míos, tentándome a besarla.

Se escucharon unos pasos y volví al suelo. Arreglé mi cabello y camiseta, pero era tarde.

Porco nos miraba sorprendido en el marco de la puerta.

—Vaya, [Tn]. Creí que te desmayarías, pero se ve que lo has pasado bien.

Pasé mis manos por mis mejillas y las noté bastante calientes, como el resto de mi cuerpo.

Yelena me miró provocativa y me guiñó un ojo antes de salir.
Yo la seguí con una sonrisa.

•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora