•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shots

𝒀𝒎𝒊𝒓🔥

ESTE ONE SHOT CONTIENE SMUT (sexo explícito), SI NO TE GUSTA ESE TIPO DE CONTENIDO, NO ESTÁS OBLIGAD@ A LEERLO.

—Eres odiosa —dije sin más.

Ymir puso la mano sobre su pecho, haciéndose la ofendida.

—Eso no me lo dices ahí fuera —dijo Ymir remangando las mangas de su camiseta.

—Por favor, parad de pelear —intentó calmarnos Christa.

Ymir la miró y bufó, continuando con su comida.

Miré a Connie, que estaba en la mesa justo detrás de la mía, y me guiñó un ojo.
Comencé a dudar de que fuera un buen plan.

•••

—Entonces, según tú, solo debo molestarla —repasé.

—Si —afirmó Connie, decidido.

—Y se enamorará de mí.

Él asintió, sintiéndose muy listo en ese momento.

—No creo que funcione.

—Oi, solo confía en mí. En Ragako, una chica molestaba siempre a mi amigo y comenzaron a salir un poco después. Es un método infalible.

Miré con algo de duda, pero acabé aceptando.

•••

Maldito el día en el que acepté ese plan.

Durante la comida nos mantuvimos a raya, pero en el entrenamiento cuerpo a cuerpo, dejamos salir nuestra disputa y bueno, ahora íbamos de camino a la enfermería.

Obviamente, nosotras estábamos ilesas, pero Eren intentó parar la pelea y se llevó un par de golpes.

Eren se quejaba mientras agarrábamos sus brazos para arrastrarle a la enfermería.

—Deja de quejarte —dijo Ymir, molesta.

—Por favor, estoy harta de escucharte, Eren.

—Al menos, están de acuerdo en algo —rió el moreno.

Acabamos dejándole sobre una camilla y caminamos por el cuartel para volver con el resto.

Por el camino, ella comenzó a hablar.

—Dios, ¿cómo hemos llegado a esto?

—¿A qué te refieres?

—En el primer año de instrucción nos llevábamos bien y ahora... nos peleamos a muerte.

Suspiré, harta del estúpido plan de Connie.

—Mira, te seré sincera.

Agarré su muñeca y la obligué a parar, quedando una frente a otra.

—Me gustas y le pedí consejo a Connie.

—Basta, no hace falta que sigas explicando. Si seguiste un plan de Connie... todo cobra sentido.

Hubo unos segundos de silencio que me parecieron infinitos hasta que volvió a hablar.

—Así que te gusto —dijo agarrando mi muñeca y caminando hacia atrás, hasta toparse con un armario, donde nos encerró—, ¿eh?

—¿Qué ha-?

Me interrumpió cuando sus labios se estrellaron contra los míos.

Aún en la oscuridad del armario, pude ver cómo sus manos subían por mis hombros hasta agarrar mis mejillas.