𝑬𝒓𝒘𝒊𝒏 𝑺𝒎𝒊𝒕𝒉

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Después de salvar a Eren del Titán Acorazado y el Colosal, los miembros del Cuerpo de Exploración que quedaban vivos volvieron al interior de los muros.

No había podido regresar al Muro Rose debido a mis obligaciones en el Muro Sina, pero me escapé lo más rápido que pude.
Aún así, ya había pasado una semana desde la última vez que vi a mi esposo.

Pegué a la puerta de la habitación de Erwin y entré unos segundos después.

Levi estaba sentado junto a la cama, viendo con preocupación a Erwin.

Me alegré cuando lo vi a salvo. Tenía un poco de barba, pero lo que más me llamó la atención fue su brazo. O más bien, la falta de él.
Había perdido su brazo derecho.

Me acerqué con cuidado y me dedicó una sonrisa. Estaba bastante cansado, lo veía en su mirada.

Acarició mi mejilla y yo le devolví la sonrisa.

—Os dejaré solos —dijo Levi.

Le agradecí y esperé a que saliera de la habitación para hablar.

—Erwin...

—No te preocupes, apenas notaré que me falta un brazo —rió levemente.

—No es gracioso...

Acercó mi rostro al suyo y besó mi frente con cariño.

—Te he echado de menos...

—Y yo estaba muy preocupada.

Pasé mis brazos por sus hombros y escondí mi cabeza, sintiendo punzadas en mi pecho.

Mi mente comenzó a formar mil historias de qué había pasado y cómo podría haber ido a peor y comencé a sentir un picor en mis ojos.

—Erwin, ¿qué...?

—Quieres saber qué ha pasado, ¿eh?

Le miré a los ojos y se le rompió el corazón cuando me vio llorar.

—Un titán me arrancó el brazo de un mordisco, pero pude liberarme.

Sabía que no iba a contarme más detalles. A él no le gustaba fardar de sus heroicidades y tampoco deseaba preocuparme.

Mi cerebro siguió imaginando numerosas escenas donde le perdía, pero me convencí de que él estaba a salvo y no importaba nada más.

Solo me quedé abrazada a él unos minutos más, disfrutando del tacto de su piel.
Sus dedos se enredaron en mi cabello y me acarició para tranquilizarme.

Gracias a los latidos de su corazón, logré calmarme y me separé de él para mirarle de nuevo a los ojos.

Esta vez, los tenía un poco rojos, pero me sonrió igualmente.

—¿Necesitas ayuda con algo?

—Solo te necesito a ti.

Con su brazo me acercó a él y nos tumbó en la cama, quedando uno frente a otro.

Simplemente nos quedamos ahí, mirándonos.

Después de unos minutos, le ayudé a prepararse para presentarse en su despacho y retomar sus obligaciones como Comandante.

Mientras se duchaba, cogí su ropa y la dejé en el baño.

Necesitó algo de ayuda para vestirse, ya que no estaba acostumbrado a hacerlo con un solo brazo.

También le ayudé a afeitarse, ya que odiaba verse con barba.
Él se quedó sentado, mirando hacia arriba mientras yo pasaba la cuchilla por su cara con mucho cuidado.

—No vayas a cortarme.

Sonreí y él me atrajo a su cuerpo, abrazando mis piernas.

Cuando ya estuvo listo, le acompañé a su despacho. Por el camino nos encontramos a algunos compañeros, que se alegraron de ver a Erwin.

Llegó a su despacho y ya había un montón de informes sobre él.
Levi también se encontraba allí.

—Oi, ¿cómo estás?

—Algo mejor, solo necesito despejarme un poco.

—He estado rellenando informes por ti para que no tengas tanto trabajo.

Erwin le agradeció con una sonrisa y se sentó tras su escritorio.
Levi y yo estábamos frente a él, liberándole de algo de papeleo.

—Y... ¿has pensado cómo vas a entregar tu corazón? —dije con un tono claramente cómico.

Erwin frunció las cejas y miró hacia su brazo, que hizo el amago de moverse hacia su pecho para hacer el saludo militar, pero alzó su vista y se rió.
Incluso Levi se rió cuando me levanté y agarré la manga de su chaqueta y la metí un poco en su bolsillo contrario, quedándose en cierto modo como si hiciera el saludo.

Si que fue gracioso, pero debíamos volver al trabajo para terminar pronto.

Al principio, me pareció tierno ver los intentos de Erwin por escribir con la mano izquierda, pero tras un tiempo me apenó.

Se me rompió el corazón cuando dejó la pluma a un lado y suspiró, dándose por vencido.

—¿Podrías prepararme un poco de té? —preguntó el rubio al azabache, apretando el puente de su nariz con sus dedos.

—Haré para todos.

Se levantó y se fue. En cuanto cerró la puerta, Erwin se derrumbó sobre la mesa.

—Haga lo que haga... siento el brazo, es como si no se hubiera ido. Pero no... realmente no está.

Me acerqué a él lentamente. Me senté sobre la mesa, a su derecha, y acaricié su hombro.

Quise consolarle, pero no supe que decir. Solo me acerqué y besé su hombro, dejando ahí mi cabeza.

Apoyó suavemente su cabeza contra la mía y suspiró.

—Estaré aquí siempre, para lo que necesites.

Él sonrió y pasó su mano por mi espalda para acercarme a él.

•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora