•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shots

𝑱𝒆𝒂𝒏 𝑲𝒊𝒓𝒔𝒕𝒆𝒊𝒏 🔥

ESTE ONE SHOT CONTIENE SMUT (sexo explícito), SI NO TE GUSTA ESE TIPO DE CONTENIDO, NO ESTÁS OBLIGAD@ A LEERLO.

Por culpa de Eren, el escuadrón de Levi debía encargarse de montar los raíles fuera de las murallas.
Ya estábamos acostumbrados a trabajar, pero hacerlo bajo el sol era peor que los días de instrucción.

Cuando volvimos a casa después de trabajar, me dirigí a mi habitación después de coger un trozo de pan de la cocina.
Lo comí por el camino y, al llegar a mi habitación, me comencé a desvestir.

—Bebé, vamos a cenar...

Jean abrió la puerta y al verme así me miró fijamente. Un rubor comenzó a asomarse por sus mejillas.

—Te ves bien —dijo guiñándome un ojo con una sonrisa y aún sonrojado.

—Jean, ya me has visto algunas veces así —dije rodando los ojos.

Se acercó a mí y besó mi mejilla.

—Vístete y vamos a comer. Luego podemos hacer... ya sabes.

—Oi, ¿no prefieres quedarte aquí y comer otra cosa? —me reí al ver su sonrojo aumentar y cogí mi camisa de la cama para ponermela—. Era broma, vamos.

Llegamos al comedor y nos sentamos con nuestros amigos.

—Lo siento, pero sigue sin gustarme tu pelo, Jean.

—Cállate, Sasha. Mi pelo es...

—A mí me gusta, cariño.

Sonrió y besó mi mejilla. Connie fingió una arcada por nuestra muestra de afecto.

Nos quedamos hablando un rato después de cenar, pero el cansancio comenzó a presentarse en nosotros.

Volvimos a nuestras habitaciones y Jean fue conmigo con la excusa de acompañarme, pero al final entró conmigo.

—Bueno, ¿por dónde íbamos? —dijo acercándose a mí para besarme.

—Quiero ducharme antes, bebé.

Bufó, pero se sentó en uno de los sillones que había en mi habitación a esperar.

Me acerqué a él y me senté sobre una de sus piernas.

—Puedes ir a tu habitación, ducharte y cuando vuelvas te estaré esperando aquí —dije a su oído.

Él me miró algo sonrojado y asintió.
Así, salió de la habitación y comencé a desvestirme para ducharme.

Suspiré cuando el agua tibia tocó mi piel.

No tuve prisa en salir, pero era cierto que Jean me antojó una sesión de besos o algo más.

Enrollé mi cuerpo en una toalla y salí del baño, encontrándome a Jean sentado en el sillón de antes, con el pelo algo mojado y la ropa pegada a su cuerpo por el agua.

Sonrió al verme y me acerqué a él.

Me senté sobre él, notando un bulto que empezaba a crecer bajo sus pantalones.

Con una mano sujeté la toalla en mi pecho y con la otra acaricié su mejilla.

—Te quiero —dije antes de besarle.

Él me devolvió el beso, comenzando a pasar sus manos por mi espalda.

—Te amo —respondió.

Bajé mi mano hasta su hombro y moví mis caderas en círculos, rozando su erección.

Sus manos se quedaron en mi cintura y echó la cabeza para atrás, suspirando.

Mi mano dejó de sujetar la toalla y esta cayó, descubriendo mis pechos.

Él bajó sus besos por mi cuello hasta llegar a mis pezones.
Se quedó un buen rato ahí, estimulando con sus besos y pequeñas mordidas.

Sus manos se apoyaron en mi trasero y lo agarró cuando se levantó para llevarme a la cama.

Me dejó allí suavemente y me miró con una pequeña sonrisa.

—¿Te apetece hacerlo?

Asentí y esa fue su señal para pasar una de su mano por mi cintura y acariciar mi piel.

Levanté su camiseta y dejé al descubierto su torso, que todavía tenía algunas gotas de agua.

En unos segundos se quitó los pantalones y quedó completamente desnudo.

Volvió a besarme, esta vez más lento, mientras rozaba su miembro con mi centro.

Bajó una de sus manos por mi cuerpo hasta llegar a mi clítoris. Comenzó a trazar círculos a una velocidad desesperante.

Había aprendido muy rápido la primera vez que nos acostamos a qué hacer para estimularme. Ahora sabía exactamente qué hacer, cuándo y a qué velocidad.

Sus movimientos se volvieron más rápidos y de pronto metió dos dedos.

Gemí contra mi brazo y él lo apartó de mi cara.

—No te tapes, amor. Eres hermosa, déjame verte...

Sonreí y abrí un poco la boca cuando comenzó a moverse.

En algún momento dejó de darme esa atención tan placentera y puso sus antebrazos junto a mi cabeza, escondiendo su cara en mi cuello.

—Voy a entrar —jadeó.

—Adelante.

Movió sus caderas hacia adelante y luego hacia detrás, comenzando un vaivén que me hizo gemir.

Inmediatamente cubrí mi boca y él me miró.

—Quiero oírte —susurró a mi oído.

Agarró mi mano y entrelazó nuestros dedos, poniendo mi mano bajo la suya en la cama.

Siguió moviéndose y reprimí algunos gemidos, pero era más difícil cada vez.

—Venga, pequeña —dijo dando una estocada más profunda.

Gemí alto y él rió, feliz de haberse salido con la suya.

Bajé mi volumen, pero seguí gimiendo al ritmo de sus estocadas.
Él se tensaba al escucharme. Sabía que mis gemidos le volvían loco.

Cuando soltó mis manos, las puse en su ancha espalda, sintiendo cómo sus músculos se tensaban por el ritmo tan lento que había tomado.

No duró mucho ese ritmo, ya que comenzó a ir más rápido y gimió contra mi piel.

Sus labios comenzaron a besar mis pezones cuando notaba que estaba cerca del orgasmo.

Paró justo a tiempo y jadeó.

Rodeó mi cadera con uno de sus brazos y me acercó a él, comenzando a besarme lentamente.

Estaba cansado, lo notaba, así que cambiamos de posición y quedé sobre él, moviendo mis caderas.

Subí y bajé sobre su miembro, notando como tensaba su mandíbula.

No bajé el ritmo hasta que nos corrimos, casi al mismo tiempo.

Quedé apoyada sobre sus hombros mientras recuperaba el aire.

Nos tumbamos y nos abrazamos. Él besó mis mejillas y rió al verme algo sonrojada.

—¿No te molesta que duerma aquí hoy?

—Está bien, bebé —dije entrelazando nuestros dedos.

Durante la noche estuvimos hablando un poco.
Finalmente nos dormimos unas horas más tarde debido algunas sesiones de besos algo subidas de tono y por la ducha que nos dimos.

A la mañana siguiente, estaba agotada, pero tenía que hacer tareas con el resto del escuadrón.

—Pareces muy cansada hoy, ¿acaso no dormiste bien anoche? —preguntó Jean con una sonrisa pícara.

—Es cierto, ¿descansaste mal? —preguntó Connie, inocente.

—Tranquilos, estoy bien.

Golpeé el costado de Jean y fuimos a comenzar nuestras tareas.